El desmoche
La moda de la segunda parte de la temporada ha sido el afeitado y en su tramo final es el desmoche. Los taurinos, desde su finura espiritual, :han inventado el desmoche y le dan vivas. ?El desmoche al poder!. Por su parte, la autoridad, asesorada de veterinarios, lo bendice, y la fiesta sigue, galopante e imparable, camino de la sepultura.A la sepultura tiraron la fiesta ayer los taurinos, la autoridad, los veterinarios -toda esa cuadrilla- cuando dispon¨ªan para gloria del fen¨®meno Ojeda aquel sexto toro escandalosamente traumatizado y escobillado, que en vez de buida cornamenta, llevaba dos florones de carnaval. Hasta d¨ªas atr¨¢s hab¨ªa sido toro, de los galanes, con hondura y reda?os, pero desmochado por grosera mano, lo convirtieron en tora.
Plaza de Guadalajara
23 de septiembre. Primera corrida de feria.Toros de Baltasar Ib¨¢n, cinque?os, con casta y trap¨ªo, aunque flojos, vanos sospechosos de pitones y el ¨²ltimo escandalosamente desmochado. Luis Franciso Espl¨¢. Pinchazo y estocada (oreja). Pinchazo, otro hondo y rueda de peones (vuelta). Emilio Mu?oz. Estocada atravesada a paso de banderillas (bronca y lanzamiento de botes). Estocada ca¨ªda (dos orejas). Paco Ojeda; Estocada tendida y dos descabellos (dos orejas). Estocada desprendida (ovaci¨®n). Lleno total.
Hachazos o qui¨¦n sabe qu¨¦ otra salvaje manipulaci¨®n, trasvistieron un hermoso ejemplar, viril y bravo. Cinco a?os de esmerada crianza del toro, generaciones dedicadas a la escrupulosa selecci¨®n de sus ancestros, el fruto de tanta dedicaci¨®n y esfuerzo simbolizado en ese animal pujante, espejo de la raza aut¨®ctona que es el toro de lidia, quedaban destruidos de forma irresponsable e incivil, s¨®lo para que un discutible figur¨®n alardeara durante unos minutos de imp¨¢vida verticalidad; s¨®lo para eso.
Mas ocurre que ni desmoch¨¢ndole el enemigo alardea de imp¨¢vida verticalidad, si tiene casta. Y, como el trasvestido la ten¨ªa, le pegaba dos o tres pases de tr¨¢mite y se iba a pasear. Toda la faena estuvo, el figur¨®n contone¨¢ndose por ah¨ª, lejos del alcance del toro.
La imp¨¢vida verticalidad se hab¨ªa producido en el tercero, que ese s¨ª luc¨ªa limpia testa, aunque le daba lo mismo pues ignoraba para qu¨¦ serv¨ªa. Su nobleza le impulsaba a seguir la muleta con absoluta docilidad. Paco Ojeda empalm¨® pases de pecho, como es su estilo, ,acumul¨® lo menos cien derechazos, varios de ellos dotados de suavidad y ritmo. Cierto que los daba adelantando el pico y atrasando el enga?o, de tal manera que, el toro iba a la referencia escarlata, pero distante, no embarcado, no toreado; nunca. Y, sin embargo, quiz¨¢ sea esa ventaja, precisamente, lo que m¨¢s impres¨ªona al p¨²blico poco docto en tauromaquia.
El otro p¨²blico, el que tiene afici¨®n y ciencia, hubo de dar mucho m¨¢s m¨¦rito a la faena de Espl¨¢ en el cuarto, que era incierto y punteaba con peligro. El director de lidia -que ayer lo fue, una vez m¨¢s, en toda su dimensi¨®n- logr¨® dominarlo y adornarse rodilla en tierra, para lo cual antes hab¨ªa tenido que crear un trasteo valeroso, serio, t¨¦cnicamente impecable.
Los ayudados de castigo, haciendo girar al bronco en tomo al eje de su rodilla, ganando terreno desde tablas hasta el platillo, fueron de sensaci¨®n de los que ya no se ven. El toro empez¨® a estar dominado all¨ª y obedeci¨® al mando del diestro, que citaba a distancia comprometida, consent¨ªa, obligaba en las suertes fundam¨¦ntales, incluso en las de adorno con que aderez¨® la faena.
Prendi¨® Espl¨¢ a ese toro un gran par por los terrenos de dentro, a otros les hizo quites, lig¨® primorosamente los lances a la navarra, mandaba en la plaza. En cambio, en el primero de la tarde, muy boyante, estuvo correcto, pero fr¨ªo; con oficio, pero sin arte. Quiz¨¢ a¨²n no hab¨ªa entrado en ambiente.
A Emilio M¨²?oz de poco le alcanzan por el cogote dos botes de cerveza (llenos) que gentuza energ¨²mena le arroj¨® desde el tendido, en medio de una bronca monumental. No hab¨ªa querido ni ver a su primer toro, porque punteaba, y al p¨²blico le indign¨® su inhibici¨®n.
Estuvo m¨¢s animoso en el quinto y no era para menos, pues se trataba de un toro de bandera, bravo en el caballo, noble; desmochado por si fuera poco. A ese toro de inagotable boyant¨ªa le administr¨® sin problemas numerosos derechazos, aunque en realidad ninguno bueno. Emilio Mu?oz no consegu¨ªa dar adecuada r¨¦plica a las bondades del animal, pues la ¨²nica v¨¢lida deb¨ªa ir envuelta en los celofanes del arte, y no ten¨ªa.
Cuando un torero est¨¢ atacado de vulgaridad -tenga temperamento o intente hacer leyenda de su impavidez-, que le desmochen el g¨¦nero, o que le salga bravo, es peor. Se le nota m¨¢s.
Defraudan los Victorino
S¨®lo pudieron lidiarse cuatro toros de Victorino Mart¨ªn, en la corrida de la feria de san Mateo celebrada ayer en Valladolid con gran expectaci¨®n, y adem¨¢s resultar¨®n blandos, seg¨²n informa Efe. El p¨²blico qued¨® defraudado. Cuarto era de Nicol¨¢s Reino y sexto de Ortigao Costa. Todos bien presentados, cornalones y astifinos. Ruiz Miguel, aviso y palmas, y silencio. Jos¨¦ Antonio Campuzano, ovaci¨®n y vuelta. Espartaco, silencio y pitos.
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