Con el clarinete en la oreja
ENVIADO ESPECIALVerla, s¨ª; pero oir, no pudimos oir muy bien la corrida: ten¨ªamos el clarinete en la oreja. La banda est¨¢ entre el p¨²blico, y cuando ataca las escogidas piezas de su selecto reportorio, arrasa como tif¨®n del Caribe.
Los espectadores de enfrente no corren mejor suerte, pues all¨ª alborotan las pe?as, con sus propias charangas bien comidas que tambi¨¦n meten ruido; a eso van. Y la plaza toda, que acoge dentro sus fiestas septembrinas, es un continuo clamor, una algarab¨ªa, un guirigay, un volc¨¢n.
Ver una corrida con el clarinete en la oreja tiene sus ventajas: la primera, que el pasodoble se te mete por el conducto auditivo hasta las entra?as, se fija en ellas igual que lapa, y no se te olvida ni una de sus notas jam¨¢s (a ver, pregunten Espa?a ca?¨ª). La segunda, que te impide oir los dicharachos del pueblo, algunos de los cuales nunca debieran salir de las intimidades de alcoba.
Plaza de Guadalajara
24 de septiembre. Segunda corrida de feria. Lleno.Cinco toros de Carlos N¨²?ez, muy desiguales de presencia, varios de ellos cinque?os, con casta y flojos, cuarto de Nu?ez Moreno de Guerra de cinque?o pasado, inv¨¢lido y manso. Hubo algunos astifinos y otros sospechos¨ªsimos de pitones Paquirri. Bajonazo (divisi¨®n de opiniones). Bajonazo (bronca). Julio Robles. Media estocada (oreja). Bajonazo (silencio). Espartaco. Estocada trasera y baja (dos orejas). Pinchazo y bajonazo (dos orejas).
Antes, a los toreros, cuando ten¨ªan tardes aciagas, les mentaban a sus santos progenitores; s¨®lo a ellos. Ahora, les mientan a la santa esposa. Guadalajara es una de tantas plazas donde impera esta pintoresca moda. Paquirri tuvo el rev¨¦s -y los del tendido la fortuna- de que sus faenas no fueran "musicadas y oleadas" (como dec¨ªan revisteros de los a?os cuarenta), lo que nos cost¨® escuchar comentarios de dudoso gusto. Un canon demasiado alto. Cuando Paquirri no est¨¢ bullidor en el ruedo, la gente se lo achaca a la parienta.
No bulle Paquirri, en efecto. Puso par y medio de banderillas, porque no pod¨ªa con la arrancada larga y alegre de su primer toro -una sardina, por cierto- y a la nobleza inequ¨ªvoca del animalito respondi¨® con un trasteo aburrido. En el cuarto, que era cinque?o cuajado, peg¨® unos derechazos sin convicci¨®n y cort¨® la faena. La parienta ten¨ªa la culpa, ya se sabe, y por raz¨®n tan personal e intransferible, le abroncaban. La asociaci¨®n de derechos humanos del marido deber¨ªa intervenir en este asunto.
Las otras faenas s¨ª fueron "musicadas y oleadas". Con Espartaco en acci¨®n, que es un entusiasta productor de derechazos, todos seguidos, al mont¨®n, tan atropellados en su af¨¢n laboral. que da el segundo antes que el primero, el p¨²blico se pone content¨ªsimo y el clarinete te rompe el t¨ªmpano. La caribe?a banda agot¨® las escogidas piezas de su selecto repertorio en el transcurso de sendas faenas interminables a dos mansos, uno nobil¨ªsimo, otro huido, al que tras mucho perseguirle por el redondel, de banda a charanga, consigui¨® Espartaco endosarle el derechazo y el rodillazo, por las buenas o por las malas.
El ¨²nico toreo en la tarde lo hizo Julio Robles, pese a que le correspondieron los dos ejemplares m¨¢s dif¨ªciles, ambos con mansedumbre y genio. A su primero le lig¨® buenas series de redondos y luego la faena acab¨® en pelea, pues el toro se vino arriba, el torero no menos, y cada uno pretend¨ªa, cortarle la oreja al otro. La cort¨® Robles. Al quinto no le perdi¨® la cara, pis¨® los terrenos adecuados, expuso lo que hab¨ªa que exponer, y lo despen¨® de bajonazo.
El presidente no tiene clarinete en la oreja, pero s¨ª tel¨¦fono. Dicen que es la "l¨ªnea caliente" con los apoderados, seg¨²n unos para recibir ¨®rdenes, seg¨²n otros para discutir las condiciones en que puede dar cada oreja.
Seguramente no es cierto y a lo mejor el tel¨¦fono ni tiene cable. El presidente sube al palco con olvido de reglamentos y gaitas, y lo ocupa para ejecutar lo que dispongan desde abajo; por ejemplo, cambiar el tercio cuando le manden. Por eso tiene el tel¨¦fono en una oreja. El clarinete en la otra le pon¨ªa yo.
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