Cr¨®nica de una se?ora
El silencio y el misterio en torno a 'Isabel' Per¨®n han convertido a Madrid en 'meca' de peregrinaciones de dirigentes peronistas, en busca de un gesto, una palabra o un gui?o pol¨ªtico de la ex presidenta argentina.
Despu¨¦s de una semana de infructuosa espera para entrevistarse con Mar¨ªa Estela Mart¨ªnez de Per¨®n, por la negativa de ¨¦sta a recibirlos, los comisionados peronistas Rodolfo Decker, Jos¨¦ Fern¨¢ndez, Enrique Ricardo Cano y Gastalde, que hab¨ªan viajado desde Buenos Aires tras salir derrotados en el congreso justicialista, optaron -el d¨ªa 16 de septiembre- por la soluci¨®n m¨¢s directa: tomar un, taxi hasta el domicilio de la viuda del general Per¨®n, presidenta del partido.Al salir del hotel Gran V¨ªa, un hotel con tradici¨®n peronista desde que se aloj¨® all¨ª el ex-presidente H¨¦ctor Campora cuando vino a visitar a Juan Domingo Per¨®n, optaron por detenerse en una florister¨ªa y comprar un ramo de gladiolos para ofrec¨¦rselos a la se?ora. En Moreto , 3 junto a los Jer¨®nimos (4? izquierda, un piso de 240 metros cuadrados), el conserje de la finca y los polic¨ªas nacionales que ejercen una discreta vigilancia en la zona, les impidieron el paso. La breve discusi¨®n termin¨® con el compromiso del empleado de hacer llegar las flores -con un tarjet¨®n en el ramo- a Mar¨ªa Estela Mart¨ªnez.
Los comisionados iniciaron el regreso al hotel para esperar noticias cuando observaron por casualidad que el empleado arrojaba los gladiolos al pie de un ¨¢rbol situado frente al portal de la casa. Interrogado por los congresales (compromisarios) bonaerenses, el conserje replic¨®: "Lo lamento sinceramente. No es nada contra ustedes, pero estoy cumpliendo ¨®rdenes de la se?ora de Per¨®n". Los comisionados decidieron regresar a Argentina en el siguiente avi¨®n.
Decker, Fern¨¢ndez, Cano y Gastalde no son, peses a la desagradable escena de los gladiolos, sino cuatro m¨¢s en la lista de pol¨ªticos y personalidades argentinas que han viajado a Madrid en los ¨²ltimos 40 d¨ªas con intenci¨®n de entrevistarse con la viuda del general Per¨®n. Carlos Menem, por ejemplo, exgobernador de la provincia de la Rioja, donde naci¨® hace 52 a?os Isabelita, amigo per sonal de ¨¦sta, estuvo largos d¨ªas en la habitaci¨®n 408 del hotel Escultor de Madrid esperando ser recibida por aquella.
Menem, de quien Mar¨ªa Estela dijo que fue el ¨²nico que se port¨® lealmente con ella, es una personalidad pol¨ªtica d¨¦ primera fila dentro del partido, aunque result¨® derrotado en la candidatura a vicepresidente del pa¨ªs. Durante los a?os de exilio de la se?ora de Per¨®n, Carlos Menem particip¨® activamente en la comisi¨®n pro retorno de ¨¦sta. El congresal de La Rioja, en lo que podr¨ªa considerarse un error de c¨¢lculo pol¨ªtico, abandonar¨ªa Madrid el martes, no sin antes declarar a los corresponsales argentinos en Espa?a que "la se?ora'est¨¢ secuestrada por un grupo de espa?oles", entre ellos el doctor Flores Tasc¨®n.
Aunque sus allegados se?alan que Isabel cambi¨® de plano desde que volvi¨® a Espa?a, en 1981, tras sus cinco a?os de encarcelamiento, en los ¨²ltimos meses han intensificado de tal forma su aislamiento, se ha autoimpuesto un muro de silencio tan espeso que a veces podr¨ªa fayar en lo descort¨¦s e incluso en lo grotesco desde el punto de vista pol¨ªtico. Hace unas semanas viajaron a Madrid el exministro An¨ªbal Demarco, titular con Mar¨ªa Estela de Bienestar Social y su esposa, Cuca. Tampocofueron recibidos (esta vez en Fuengirola). La se?ora Demarco hab¨ªa acompa?ado a la expresidenta en, su vuelo a Madrid y hab¨ªa compartido con ella, como dama de compa?¨ªa, los primeros meses de exilio.
Lalista de los no recibidos por Isabel se hace extensible al coronel Nicol¨¢s Damasco, secretario de la Presidencia de Argentina con el general y con su viuda (propuesto por la se?ora de Per¨®n como ministro del Interior en 1974; en realidad ser¨ªa nombrado para el cargo el general Videla) y al conocido empresario Carlos Spadone, ligado al sector metal¨²rgico dominado por Lorenzo de Miguel, jefe real del peronismo.
Hace una vida tan solitaria que se cuentan con los dedos de una mano, y a¨²n podr¨ªan sobrar, las personas que tienen acceso continuado a ella, adem¨¢s de su servicio dom¨¦stico, polic¨ªas de escolta, frailes de los Jer¨®nimos (donde acude a diario a misa y tiene a su confesor) y el jefe de camareros de la cafeter¨ªa California 47 (donde suele ir a merendar, aunque cada vez menos): Entre ellos, y especialmente, el doctor Francisco Jos¨¦ Flores Tasc¨®n, su m¨¦dico particular -tambi¨¦n lo fue largos a?os del general Juan Domingo Per¨®n- y el coronel Milo de Bogetich, un refugiado croata que hace las veces de secretario y a quien, en palabras de otro de los allegados, "se le echa la culpa de todo lo que sale mal". Silencio tan f¨¦rreo e insondable, que a veces cuesta hasta semanas confirmar el verdadero pensamiento de Isabel Per¨®n con respecto a los temas argentinos actuales o sus aut¨¦nticas intenciones.
Lo que ha pretendido la viuda del general es, adem¨¢s de revalorizar su figura, evitar que se comercie pol¨ªticamente con ella. "En concreto, ha querido evitar que una ?btografia de alguien con ella, h¨¢bilmente administrada, sirva para colocarse siete puestos antes en la lista de la provincia de Buenos Aires, por ejemplo, o aspirar a un puesto en el aparato del partido", argumentan personas de este entorno, desde el que se sugiere la posibilidad de que la se?ora se encuentre enojada por la escasa presi¨®n popular de los peronistas para que su ?eliabilitaci¨®n se hubiese producido antes de la celebraci¨®n del congreso peronista.
Jugar la carta de 'la se?ora'
Pero seg¨²n se se?ala en las informaciones que llegan desde Argentina, el prolongado e implacable silencio (la viuda del general ni siquiera se preocup¨® de poner en conocimiento p¨²blico que una breve entrevista publicada por una revista de informaci¨®n general no es actual, como tampoco lo son las forograf¨ªas) se ha convertido en un aut¨¦ntico enigma. Si inicialmente se pens¨® que Isabel Per¨®n hab¨ªa procurado con su inhibici¨®n ser absolutamente imparcial en el desarrollo del proceso del partido, el que ni siquiera le haya hecho el m¨¢s m¨ªnimo gui?o al congreso justicialista o a la situaci¨®n por la que atraviesa su partido, a falta de solo cinco semanas para los com¨ªcios, sumerge en el desconcierto al aparato justicialista y convierte a Madrid en la meca peronista.
Los perdedores (los Menem, Decker y compa?¨ªa) vienen a la capital espa?ola ajugar a la desesperada la carta de la se?ora en contra de la actual f¨®rmula presidencial, ?talo Luder-Deolindo Bittel. De todos son conocidas las no muy buenas relacioneg entre el candidato presidencial ?talo Luder y Mar¨ªa Estela Mart¨ªnez, aunque aquel siga siendo uno de los abogados que defienden los intereses de ¨¦sta. Luder sigue esperando un telegrama de felicitaci¨®n de la presidenta del partido por su nominaci¨®n como candidato, al m¨¢s alto cargo de la rep¨²blica argentina. Pero, lo que es peor, ?talo Luder no se decidi¨® a aceptar una invitaci¨®n del Instituto de Cooperaci¨®n Econ¨®mica para viajar a Espa?a, con el beneficio pol¨ªtico, personal que ello conllevar¨ªa, porque no tiene ninguna seguridad de poder entrevitarse con Isabelita en Madrid.
A¨²n as¨ª, la se?ora ha preferido guardar un silencIo, sepulcral. No se ha cumplido siquiera uno de los principales acuerdos alcanzados en el congreso justicialista de principios de este mes de septiembre, que una comisi¨®n oficial viaje a Madrid para invitar a la viuda del general a regresar a Argentina. Han venido, por separado, el citado Carlos Menem y Jorge d'Onofrio, que actuara como presidente del congreso partidista. Primero lo hizo d'Onofrio, quien regres¨® a Argentina asegurando haberse entrevistado con la se?ora y ser portador de tres cartas para tres destacados dirigentes, circunstancia que neg¨® Mar¨ªa Estela a trav¨¦s de sus hombres de confianza madrile?os. Menem, regresar¨¢ a Argentina para hacer campa?a electoral en La Rieja, donde por otra parte, se dice que tiene el cargo asegurado.
La raz¨®n ¨²ltima que la empuja a no regresar por el momento, seg¨²n la persona actualmentem¨¢s pr¨®xima a Isabelita, es su deseo de no tener absolutamente ninguna relaci¨®n con el actual gobierno militar. Esto se apoya en una importante revelaci¨®n, hecha a EL PA?S por la misma persona: Cuando se plante¨® la invasi¨®n de Las Malvina, el entonces presidente Galtieri ofreci¨® todo tipo de reparaciones personales y pol¨ªticas -"hasta la presidencia de la rep¨²blica, si hubiese querido"- si se compromet¨ªa con la causa militar.
"La se?ora de Per¨®n se neg¨® y desde entonces ha sufrido todo tipo de presiones por parte de los militares. Ella considera que su sola presencia en Buenos Aires significar¨ªa un apoyo a la ley de autoamnist¨ªa. Y est¨¢ en contra de esa decisi¨®n".
Por lo dem¨¢s, la cr¨®nica actual de esta se?ora es la cr¨®nica de una vida solitaria y, en cierto modo, melanc¨®lica. Casi de anacoreta. Fuera de los Flores Tasc¨¢n, no tiene otros amigos conocidos. Vive en un piso prestado por una arist¨®crata en el barrio de los Jer¨¢nimos, cuando no utiliza la finca de Guadarrama o el apartamento de Fuengirola de aquellos. Desde la ¨¦poca de su cautiverio en Argentina conserva la costumbre de madrugar y de acostarse muy temprano. Acude a misa (sus lecturas habituales son religiosas), hace gimnasia y dedica el resto de la ma?ana a despachar la abundante informaci¨®n que recibe de su pa¨ªs.
Ha decidido no conceder ni una sola entrevista (en realidad nunca concedi¨® ninguna, si se except¨²an algunas a revistas del coraz¨®n, ya que no tiene un buen concepto de la Prensa, aunque nunca lo ha afirmado),y ¨²nicamente romper¨¢ su ley del silencio para recibir a Juan Carlos Ortiz, uno de sus tres abogados bonaerenses, para tratar de sus intereses econ¨®micos y quiz¨¢ para insinuarle un deseo: Ser embajadora de Argentina en Madrid.
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