Euforia en Australia por una victoria hist¨®rica
Ni siquiera el primer ministro, Bob Hawke, pudo mantener los papeles, emocionado, entre abrazos y besos. Mientras era rodeado con champa?a por una multitud exultante, exclam¨® refiri¨¦ndose a la tripulaci¨®n vencedora: "?Estamos tan orgullosos de vosotros!". Millones de australianos
Amanec¨ªa en Perth cuando estall¨® el j¨²bilo, tras una incre¨ªble noche de insomnio y nervios. A lo largo y ancho de Australia se descorchaban las botellas de champa?a y horas despu¨¦s los bares hac¨ªan llamadas desesperadas a las f¨¢bricas de cerveza para conseguir m¨¢s g¨¦nero. Hab¨ªan sido superadas todas las previsiones.Durante horas todo el mundo hab¨ªa estado pendiente de la peque?a pantalla. El canal nueve de la televisi¨®n australiana conect¨®, v¨ªa sat¨¦lite, durante ocho horas. Otro canal inici¨® una hora antes de la competici¨®n un programa especial en el que diferentes especialistas en yates, vientos y mares hablaron de las posibilidades de triunfo y comentaron despu¨¦s la regata.
Un m¨¦dico de guardia declar¨® que, anoche, todas las casas a las que hab¨ªa sido llamado para atender enfermos estaban pendientes del televisor y, el lunes por la noche, una mujer, v¨ªctima de un infarto, no quer¨ªa ser hospitalizada para no perderse la retransmisi¨®n.
Las calles de las grandes capitales permanecieron desiertas hasta casi las 7.30 de la ma?ana y los pocos que transitaban lo hac¨ªan con el transistor pegado a la oreja. Hubo quien incluso se llev¨® su televisor port¨¢til a la parada del autob¨²s, camino del trabajo. Y despu¨¦s, todo el mundo sali¨® de casa a la misma hora, para encontrarse con un impresionante atasco. Pero todo esto, ayer, no importaba. En lugar de los nervios de cada d¨ªa, para llegar puntuales al trabajo, los australianos luc¨ªan, sin excepci¨®n, la sonrisa triunfante de los vencedores.
Millones bien invertidos
Claro que unos han ganado m¨¢s que otros. Los 15 millones de d¨®lares australianos (unos 2.000 millones de pesetas) que han costado los cuatro desaf¨ªos realizados por Alan Bond, desde 1972, se pueden convertir ahora en la inversi¨®n del siglo. La subida euf¨®rica que ayer mismo registraban las acciones de las distintas empresas de este multimillonario eran s¨®lo la primera se?al.El mismo primer ministro, Bob Hawke, lo reconoc¨ªa bajo la ducha de champa?a: "Esto (el triunfo) no es s¨®lo un acontecimiento deportivo, es algo inconmensurable.
Muestra las capacidades de dise?o de Australia y significar¨¢ centenares de millones de d¨®lares en turismo cuando los americanos vengan aqu¨ª para desafiarnos".
Las primeras estimaciones sit¨²an los ingresos tur¨ªsticos con ocasi¨®n de la pr¨®xima edici¨®n de la Copa Am¨¦rica, a celebrarse en Perth en 1986 o 1987 (algunos incluso hablan de 1988, segundo centenario de Australia), en 1.500 millones de d¨®lares australianos (unos 200.000 millones de pesetas).
Y esto son a¨²n primeras estimaciones oficiosas, que tampoco tienen en cuenta los beneficios que obtendr¨¢ Alan Bond, empresario de cervezas, propietario de hoteles y de inmensas superficies de terreno.
Alan Bond no volver¨¢, probablemente, a competir en la Copa Am¨¦rica, pero a la Copa no le faltar¨¢n defensores. Anoche ya se hablaba de encargar la construcci¨®n del Australia III, a¨²n m¨¢s r¨¢pido, al revolucionario dise?ador del yate vencedor, Ben Lexcen. Y todo el mundo se apresta aqu¨ª para defender esta Copa tan fea, arrebatada al gigante Goliat con tantos sudores. Como dec¨ªan ayer los peri¨®dicos de la tarde "la Copa es nuestra". Incluso hubo quien titul¨® en primera p¨¢gina "?Como hundimos a los yanquies!".
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