Una deliciosa obra maestra
?Qu¨¦ hace un pobre jud¨ªo que quiere ser amado por todos pero tambi¨¦n ser ignorado por sus enemigos? Camuflarse, fingirse heroico, humilde, callado o simp¨¢tico, seg¨²n el, pa¨ªs, la ¨¦poca o las gentes que le rodeen. Ese es el caso de Zelig, el falso hombrecillo sobre el que Woody Allen ha inventado un documental que revisa su vida, aportando documentos falsos junto a testimonios de figuras reales de hoy que bromean seriamente sobre cuanto le ocurri¨® al protagonista del filme.?Qu¨¦ hubiera sido de Zelig si desde el principio hubiera explicado lo que pensaba? Con la paradoja de que precisamente por ocultarse alcanz¨® notoriedad, realiza Woody Allen uno de sus mejores trabajos como director, jugando con el cine, mintiendo como el propio cine, como lo hace el personaje de su f¨¢bula.
Zelig
Gui¨®n y Direcci¨®n: Woody Allen. Fotograf¨ªa: Gordon Willis. Montaje: Susan E. Morse. Int¨¦rpretes: Woody Allen y Mia Farrow. Comedia. Norteamericana, 1983. Local de estreno: Callao.
Sorprende que un director de su popularidad se mueva, inopinadamente, por terrenos tan ins¨®litos como el del documental, por mucho que ¨¦ste renueve su acidez. El ¨¦xito suele orientar por lo trillado, pero Allen ofrece cada vez una perspectiva distinta, aunque corresponda a su mismo discurso, que no es en el fondo otro que el del propio Zelig, necesitado de llamar la atenci¨®n y el amor de sus contempor¨¢neos. En esta ¨²ltima pel¨ªcula, m¨¢s madura que las anteriores, no solo se pone en solfa el car¨¢cter de lo jud¨ªo, sino el de la sociedad norteamericana, encantada de otorgar los tributos de la fama a quien se distingue en lo mediocre, aunque sus m¨¦ritos sean contradictorios con lo que esa sociedad define.
La iron¨ªa preside Zelig, sin subrayado alguno, naciendo de la propia estructura de la pel¨ªcula, filmada, por otra parte, con gran econom¨ªa expresiva, aunque no sin medios econ¨®micos. Zelig no tiene la brillantez de los espect¨¢culos de moda, pero ha elaborado con precisi¨®n el car¨¢cter documental de sus im¨¢genes sin rompimiento est¨¦tico entre los fotogramas reales y los que se han rodado sobre la falsa vida del protagonista. En alg¨²n momento, el entrelazado de realidad y ficci¨®n adquiere caracter¨ªsticas maestras, como en el discurso de Hitler tras el que se esconde, saludando, el propio Allen.
Zelig es admirable por su calidad cinematogr¨¢fica, pero m¨¢s a¨²n por la concreci¨®n con que narra la eterna desesperanza de Woody Allen. ?nico heredero leg¨ªtimo de los grandes c¨®micos jud¨ªos de Estados Unidos, involucra en su s¨¢tira a marginados de cualquier parte, que deben camuflarse como ¨¦l, adaptarse cal male¨®nicamente a cualquier sinraz¨®n, vivir como aquellos p¨ªcaros que ¨²nicamente a solas eran capaces de distanciarse de cuanto fing¨ªan a la luz del sol.
La historia de amor, que se sujeta en los bordes del t¨®pico, tiene una deliciosa verosimilitud gracias al trabajo de Mia Farrow y el propio Allen, que acarician palabras y miradas.
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