El Partido Laborista brit¨¢nico transmite un mensaje de unidad para tratar de eliminar la actual imagen de enfrentamiento interno
El Partido Laborista brit¨¢nico, que celebra en Brighton su 82? congreso, atravesar¨¢ ma?ana, mi¨¦rcoles, una prueba de fuego: el debate sobre su programa de defensa. El nuevo l¨ªder, Neil Kinnock, y el vicel¨ªder, Roy Hattersley, maniobran desesperadamente en las ¨²ltimas horas para evitar una discusi¨®n que transmita al electorado la idea de divisi¨®n y enfrentamiento interno que el partido ha venido ofreciendo en los ¨²ltimos a?os.Uni¨®n es la palabra que m¨¢s se escucha en el palacio de congresos de esta ciudad costera. Izquierda y derecha del partido la repiten como un conjuro, pero hasta el momento ninguno de los grandes ha realizado un gesto de aproximaci¨®n al contrario.
En el tema defensivo, el comit¨¦ ejecutivo nacional propone un texto te¨®ricamente equidistante de las dos partes en litigio. Se suprime la menci¨®n a un desarme nuclear unilateral -que pone los pelos de punta a un amplio sector del electorado laborista-, pero se mantiene la negativa a aceptar los nuevos misiles de crucero norteamericanos, y a invertir dos billones de pesetas en el programa de modernizaci¨®n de la fuerza nuclear brit¨¢nica, es decir, la sustituci¨®n de Polaris por Trident, prevista por el Gobierno conservador. Pero en lugar de promover la destrucci¨®n de esos Polaris, los laboristas defender¨ªan ahora su inclusi¨®n en las conversaciones sovi¨¦tico-norteamericanas de Ginebra. Esta parece ser la posici¨®n que defiende Kinnock, un antiguo unilateralista que se mueve con rapidez en virtud del principio de realismo. Los comentaristas pol¨ªticos brit¨¢nicos creen que Kinnock puede salirse con la suya y que el congreso laborista puede aceptar esta moderaci¨®n, pero lo que no est¨¢ nada claro es que el nuevo l¨ªder consiga evitar una discusi¨®n televisada en la que derecha, centro y radicales del partido se ataquen con violencia.
Sin embargo, hay ya algunos indicios del deseo de los delegados de cortar las alas a los grupos m¨¢s radicales. El congreso derrot¨® ayer, por una proporci¨®n de cinco contra uno, una moci¨®n izquierdista, seg¨²n la cual la espectacular derrota electoral de 9 de julio pasado no tuvo nada que ver con el programa del partido, sino en todo caso, con la deslealtad del grupo derechista, con la falta de claridad y con la campa?a de la Prensa capitalista. La propuesta oficial, todav¨ªa no votada, es m¨¢s realista: el Partido Laborista tiene que mantener mejor comunicaci¨®n con su electorado, reconstruir su organizaci¨®n, representar a todos aquellos que no est¨¢n de acuerdo con los conservadores; trabajar juntos y ofrecer la visi¨®n de un futuro socialista eficaz y mejor.
Suaves modificaciones
Propuestas tal vez un poco ambiguas pero que permitir¨ªan despu¨¦s a Neil Kinnock y a Roy Hattersley -en el caso de que realmente trabajen juntos pese a su diferente procedencia dentro de las familias del partido- ir modificando suavemente los programas puntuales en una l¨ªnea moderada, por ejemplo renunciando a una pol¨ªtica econ¨®mica de nacionalizaciones masivas.Para demostrar un aut¨¦ntico liderazgo, Kinnock tiene que conseguir tambi¨¦n que el congreso no elija como presidente del comit¨¦ de pol¨ªtica interior al m¨¢ximo portavoz del sector radical, Tony Benn. El joven l¨ªder laborista, el m¨¢s joven de la historia del partido, pondr¨¢ todo su empe?o, dada su tradicional enemistad personal con Benn.
El objetivo principal de Neil Kinnock en este decisivo congreso parece ser poner bases que permitan una posterior moderaci¨®n del programa laborista (moderaci¨®n sin olvidar que el nuevo l¨ªder procede de la izquierda cl¨¢sica y que ha sido el delfin de Michael Foot) y, sobre todo, evitar desde ahora mismo discusiones en p¨²blico que da?en a¨²n m¨¢s la imagen del partido.
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