El comic
La historia se resuelve en comic. Los misiles anticipan el Apocalipse Now para antes del a?o 2000, como se anticipa un c¨®ctel o un estreno (que suelen retrasarse). Challenger contra "disuasi¨®n existencial". Reagan dio en marzo la consigna de superar las armas nucleares. Y parece que ha cumplido. Muerte / l¨¢ser, muerte / ultracorta, muerte / X. Estamos llegando a una gran cultura de la muerte. Casi como los egipcios. Dice este matutino / manchego que USA/URSS se preparan para la guerra de las galaxias una de estas semanas. A m¨ª hasta me parece alegre. Sat¨¦l¨ªtes de la vida, silos de la muerte y, de pronto, catacrock, zas, pum, a tomar por retambufa. Alegra pensar, como con una alegr¨ªa amarilla y matinal, que tanta palabra pretenciosa de Tuc¨ªdides y Toyabee, de Mircea Eliade y Am¨¦rico Castro, se resuelven en onomatopeya infantil de? comic. Est¨¢ la Alta Frontera y est¨¢n las bases orbitales. Est¨¢ el cop¨®n. Pero gusta pensar que la especie ha tenido, cuando menos, la elegancia hortera e involuntaria de decidir su final no a los Shakespeare, sino a lo comic. Quienes pierden sus mejores a?os entre revoltigramas tanibi¨¦n estar¨¢n contentos. Y mientras tanto Isabel Tenaille ni?a eterna de Esp¨¢?a, nuestra Shirley Temple no redicha, tratando de salvar las especies acu¨¢ticas menores, como el jurelo. Ni?a Isabel, amor, yo te explicar¨ªa que todos nosotros no somos sino jurelos del azar. Catacrock. Pum. La TVE programa cine negro y vuelve el odioso James Cagney, de los cincuenta (cuando tambi¨¦n el invento estuvo a punto de volar) para ir haciendo salsa.A m¨ª es que me gusta, ya digo. Leyendo las ¨²ltimas cosas Reagan / Andropov, queda claro que no hay sino encargar al ¨²ltimo en salir que apague las luces. En alg¨²n autor que no cito, para que no lo linchen las feministas, vengo a leer que la hembra, m¨¢s o menos, desea en el fondo de su ser la violaci¨®n, la humillaci¨®n, la destrucci¨®n, la muerte a manos del amante. Y lo acepto en la medida en que el hombre desea lo mismo. La diferencia -a favor de ellas, como siempre- est¨¢ en que ellas desean extinguirse de amor, y el hombre, en cambio, de odio. Como los misiles parece que son de manufactura masculina, la humanidad va a suicidarse de odio, y no de amor, y esto s¨®lo lo redime -por eso dec¨ªa- el humor, o sea el comic. Esta gloriosa especie, quo, ha dado los textos de Plat¨®n y algunos premios Planeta, va a morir, tipo comic. Es m¨¢s digno que morir haciendo frases ap¨®crifas, como el "m¨¢s luz" de Goethe, que me tiene muy explicado Guido Bruner, que no es m¨¢s que una mala traducci¨®n del alem¨¢n. Lo que no se puede es ser un muerto ap¨®crifo, co?o. John O?Brien, de la Review Contemporary Fiction, espera un texto m¨ªo sobre Cela: otro. Espero que le llegue antes de la guerra de las galaxias, que es para el pr¨®ximo puente laboral, aprovechando que la gente est¨¢ fuera, o sea. Uno puede encontrar, en esta ciudad manhan¨¢nica que va siendo Madrid, refugios de miosotis y pompor¨¦ para la creaci¨®n y el amor, pero lo que no se encuentran son refugios at¨®micos, que est¨¢n todos tomados por el paro y los del subsidio: "?Tanto miedo tienen ustedes a la bomba?" "No, se?orito; a lo que tenemos miedo es a la recesi¨®n, que no sabemos lo que es, mayormente". En las farmacias espa?olas empiezan ahora a exigir receta rigurosamente, cuando ya todos tenemos un alma de estroncio 190 Y Adri¨¢n Piera que nos presenta su moda en el XXI, ?conces? Y los artistas que me cuentan el abuso / Rumasa de Castellar (C¨¢diz). Marisa Paredes, Cuy¨¢s, Garrignes, Mansilla, Iglesias, Montesinos, todos con su rollo de temporada. Marta Puig Pascual Arroyo, Echevarr¨ªa y Arteche, Jorge Roa. Es que no paran, oyes. Llevan por delante sus apellidos como el escarabajo pelotero su pelota. Pero la Historia, finalmente, ha resultado un comic catastr¨®fico, y es que no quieren enterarse, ?cataclash!
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.