Las dif¨ªciles negociaciones en El Salvador
Por fin ha comenzado en El Salvador lo que pudiera llegar a ser el principio de una negociaci¨®n. Efectivamente, tanto representantes oficiales de Estados Unidos (el embajador extraordinario Stone) como delegados del Gobierno de El Salvador (dos miembros de la Comisi¨®n de Paz, constituida hace ya meses para procurar la paz por acuerdo de los distintos partidos en el Gobierno) se han reunido con representantes oficiales del FDR y, lo que es m¨¢s significativo, del FMLN. Las reuniones, adem¨¢s, se han tenido por separado y ante cuasi mediadores entre el FDR-FMLN con Estados Unidos, por un lado, y el FDRFMLN con el Gobierno de El Salvador, por otro, y ante el presidente Betancur, de Colombia, y el presidente Monge, de Costa Rica, respectivamente.El comienzo de este proceso es en s¨ª mismo de primera importancia. Hasta hace pocos meses, la Embajada de Estados Unidos en El Salvador aseguraba que un di¨¢logo con el FMLN ser¨ªa imposible para Estados Unidos, a no ser que ¨¦ste depusiera previamente las armas. Hasta hace pocas semanas, la tesis norteamericana era que Estados Unidos podr¨ªa, a lo m¨¢s, ser mediador entre ambas partes en conflicto, mientras que ahora acepta impl¨ªcitamente lo que en la realidad es evidente, a saber, que es una de las partes del conflicto, aunque sea una parte sui g¨¦neris. Hasta hace pocas semanas tambi¨¦n, el Gobierno de El Salvador, y aun la propia Comisi¨®n de Paz, sosten¨ªan que las negociaciones deber¨ªan reducirse a posibilitar la presencia del FDR, y eventualmente del FMLN, en las pr¨®ximas elecciones, mientras que ahora el di¨¢logo comienza con agenda abierta. Hasta ahora se tem¨ªa que las FPL, uno de los grupos del FMLN m¨¢s importante, no participaran en el proceso negociador, temor que se ha desvanecido, pues un miembro de ese grupo se ha hecho presente en el di¨¢logo.
Tenemos as¨ª que el FMLN-FDR ha visto aceptadas algunas posiciones suyas iniciales que parec¨ªan muy dif¨ªciles de aceptar. ?Qu¨¦ ha ocurrido para que esto pudiera suceder? La oferta de di¨¢logo por parte del FMLN-FDR comienza a darse en los primeros meses de 1981, y s¨®lo ha comenzado a aceptarse dos a?os y medio m¨¢s tarde. ?Por qu¨¦ ahora esta aceptaci¨®n, cuando Estados Unidos ha aumentado considerablemente su presencia militar y ha trazado nuevos planes militares de gran envergadura tanto en El Salvador como en toda el ¨¢rea centroamericana y especialmente en Honduras y Nicaragua? ?Por qu¨¦ ahora esta aceptaci¨®n, cuando la fuerza armada de El Salvador dice haber tomado por primera vez en dos a?os la iniciativa militar en la guerra? ?Por qu¨¦ este reconocimiento impl¨ªcito del FMLN como parte beligerante y parte representativa del pueblo salvadore?o, ahora que se est¨¢ preparando para comienzos de 1984 un nuevo proceso electoral?
50.000 muertos
Es bastante claro que alg¨²n modo de di¨¢logo y de negociaci¨®n se ve¨ªa como indispensable para acortar un conflicto que ya se ha llevado por delante 50.000 muertos en cuatro a?os, 500.000 huidos al extranjero y otros 500.000 refugiados o desplazados en el interior del pa¨ªs. Pero esto era claro hace por lo menos a?o y medio. Es verdad que en ese per¨ªodo la fuerza armada de El Salvador habr¨¢ tenido cerca de 3.000 muertos y aproximadamente unas 10.000 bajas; es verdad que el FMLN ha arrebatado al Ej¨¦rcito m¨¢s de 3.000 armas y cantidades enormes de munici¨®n. ?Est¨¢ en ello la raz¨®n del cambio? ?Es el fortalecimiento militar del FMLN lo que ha llevado directamente a Estados Unidos a variar un tanto su t¨¢ctica respecto de la negociaci¨®n? Probablemente no. Estados Unidos no ve la posibilidad inmediata de un triunfo militar del FMLN y est¨¢ dispuesto a hacer todo lo que sea necesario, incluso una intervenci¨®n militar de tropas norteamericanas, para impedir que el FMLN obtenga una victoria militar que le, lleve al poder en virtud de esa victoria.
Caben dos interpretaciones. O se trata de una maniobra para preparar un incremento de su intervenci¨®n militar, para lo cual Estados Unidos necesitar¨ªa ganar la benevolencia del Congreso, de la opini¨®n p¨²blica norteamericana y de la opini¨®n p¨²blica internacional, hoy aglutinada en torno al llamado grupo de Contadora, o se trata de un intento sincero, forzado por la realidad de los hechos, que demuestra la imposibilidad de derrotar al FMLN a corto y aun a medio plazo, a no ser mediante una intervenci¨®n masiva de Estados Unidos en la guerra de El Salvador, que podr¨ªa llevar a una regionalizaci¨®n del conflicto y, con ello, a un serio rev¨¦s para, la campa?a presidencial que ya se acerca en Estados Unidos. Que una u otra interpretaci¨®n vaya siendo la verdadera va a depender de la posibilidad de encontrar una soluci¨®n aceptable para ambas partes. Puede que se comience como maniobra y se termine como efectivo proceso pacificador, puede que se comience seriamente la negociaci¨®n, y al fracasar en ella utilizarla como maniobra para legitimar el cambio de t¨¢ctica, en busca del triunfo final. Lo cual es tambi¨¦n aplicable de alguna forma al FMLN, que dice ir a la negociaci¨®n para terminar con los sufrimientos del pueblo salvadore?o, los cuales, sin embargo, estar¨ªa dispuesto a prolongarlos en caso de no conseguir en la negociaci¨®n lo que estima como indispensable.
Lo hecho hasta ahora, a pesar de su importancia, no deja prever qu¨¦ interpretaci¨®n va. a ser la real. Lo realizado hasta ahora, fuera de su valor simb¨®lico, se reduce a unas conversaciones previas en las que tal vez se ha presentado lo que se quiere discutir, y esto en t¨¦rminos muy generales: participaci¨®n en las elecciones, por parte de unos; parti cipaci¨®n en el poder, por parte de otros. La Comisi¨®n de Paz, de la que forma parte un obispo, no tiene autoridad plenipotenciaria y se reducir¨¢ a transmitir a su Gobierno lo que ha escuchado en Bogot¨¢; Stone tampoco es un plenipotenciario, y llevar¨¢ a Washington y a El Salvador lo que ha escuchado en San Jos¨¦ de Costa Rica. Todo ello es poca cosa en s¨ª, pero puede abrir caminos que todav¨ªa no se han transitado y que podr¨ªan llevar muy lejos. Antes de acabar con el conflicto y con las causas de ¨¦l, podr¨ªan concordarse medidas sustanciales que redundar¨ªan en un bien inmenso para la mayor¨ªa del pueblo salvadore?o y para el acercamiento de la paz. Dos parecen las m¨¢s sustantivas: el cese inmediato no de la guerra, sino de la masiva violaci¨®n de los derechos humanos de la poblaci¨®n civil, que no tiene nada que ver directamente con la guerra, y la apertura de un espacio pol¨ªtico en el interior del pa¨ªs que permita a todas las fuerzas sociales exponer sus puntos de vista y ponerse a dialogar entre s¨ª para ir encontrando lo que podr¨ªa ser la salida del conflicto y el proyecto futuro de naci¨®n.
Pero todo esto es muy dificil. Ninguna de las partes en guerra parece dudar de que puedan continuar largo tiempo en ella, y aun de que puede triunfar cuando las condiciones sean m¨¢s favorables; ninguna de las partes, sobre todo Estados Unidos, est¨¢ dispuesta a poner por delante el inter¨¦s y la seguridad de la mayor¨ªa del pueblo salvadore?o. Ambas partes defienden modelos de sociedad muy distantes, y ambas piensan que s¨®lo desde el poder podr¨¢n garantizar el modelo propio. La situaci¨®n de El Salvador, ya muy dif¨ªcil de por s¨ª, se ha agravado enormemente en estos tres ¨²ltimos a?os. Por los agentes principales que intervendr¨ªan en las negociaciones y por los problemas que deber¨ªan ser resueltos en ellas hay que hablar de unas dif¨ªciles negociaciones, lo cual no quiere significar -Dios no lo quiera- que sean imposibles. Las negociaciones siguen siendo la mejor alternativa a la guerra total. Por eso deben ser posibles, o al menos debemos hacerlas posibles.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.