El b¨¦isbol, 'pasatiempo nacional' de Estados Unidos
Dos equipos se enfrentan hoy en Baltimore en el segundo de hasta siete partidos para averiguar cu¨¢l es el campe¨®n del beisbol profesional de Estados Unidos. No s¨®lo de Estados Unidos sino del planeta entero: la competici¨®n se llama World Series, o La serie del mundo. Iguial se podr¨ªa llamar campeonato del Sistema Solar, del Universo o de Toda la Creaci¨®n: as¨ª de importante consideran los norteamericanos al beisbol y este encuentro anual de octubre. Y tienen raz¨®n. Por algo se llama el pasatiempo nacional.
Durante esta semana en Estados Unidos se discutir¨¢ sobre home runs (carreras completas conseguidas con un solo golpe), stolen bases (bases robadas) y curve balls (bolas lanzadas que describen una curva para as¨ª enga?ar al bateador). Y el que apenas sabe lo que significan estos t¨¦rminos habr¨¢ apostado con sus amigos unos d¨®lares con la esperanza de que "su" equipo gane primero cuatro partidos. Estos equipos son los Orioles de Baltimore, campeones de la Liga Americana, y los Phillies de Philadelfia, que ganaron la Liga Nacional. Otros jugadores -los profesionales de las apuestas- han hecho a los primeros los favoritos, por un margen de siete d¨®lares contra cinco, en parte porque los Phillies son un equipo viejo, con cuatro jugadores de m¨¢s de 40 a?os de edad. Pero eso no quiere decir nada: en la World series cualquier cosa puede pasar.Durante este encuentro oto?al se dejar¨¢ de hablar un poco de cohetes nucleares, Am¨¦rica Central y posibles candidatos a enfrentarse al presidente Reagan. Florece, en cambio, lo mejor del esp¨ªritu americano: virtudes peculiarmente estadounidenses como la solidaridad, el optimismo, el hero¨ªsmo y el sacrificio. ?Es casualidad que John Wayne, el actor favorito del actor-presidente, nunca encarnara en el cine a un jugador de beisbol? ?Y que s¨ª, en cambio, lo hicieran los buenos de Gary Cooper, James Stewart y Robert Redford? Muchos novelistas se han inspirado en el beisbol para escribir libros sobre el car¨¢cter norteamericano.
Grandes h¨¦roes.
Naturalmente son muchas las an¨¦cdotas sobre el m¨¢ximo campeonato. Sobre Joe DiMaggio, por ejemplo, que durante tantos meses de octubre ayud¨® a su equipo a ganar con un poderoso golpe de su bate o una magn¨ªfica maniobra defensiva. Era un superclase. Dentro del campo fue uno de los mejores jugadores, y fuera de los estadios todo un caballero -serio, callado, formal. Si hubiera sido torero, ser¨ªa Manolete, sin duda alguna.?Y puede un americano haber encarnado mejor que Joe los sue?os de su pa¨ªs? Fue hijo de pescadores italianos de San Francisco, gan¨® fama y dinero con un equipo flamado los Yankees, y se cas¨® con Marilyn Monroe.
Se recuerdan los gestos de Babe Ruth, tambi¨¦n de los Yankees. En la serie de 1932 contra Los Cachorros de Chicago, por ejemplo. ?Hemos dicho Babe Ruth? ?C¨®mo explicar lo que representa Babe Ruth en Am¨¦rica? En los locos a?os 20 ganaba m¨¢s dinero que cualquier presidente del pa¨ªs, casi la ¨²nica figura de la historia americana que le supera en popularidad ser¨ªa precisamente un presidente, Abraham Lincoln. A Babe -el beb¨¦- le gustaban las mujeres y el licor. Si fuera torero ser¨ªa Pedro Romero, Juan Belmonte y El Cordob¨¦s juntos.
Y dentro del estadio, Babe era uno de los m¨¢s espectaculares jugadores, poderoso bateador que revolucion¨® el juego con sus espectaculares home runs. Esa tarde en Chicago, Babe, que ya hab¨ªa faHado en dos'de los tres golpes reglamentarios, hizo una pausa y sefial¨® con el dedo hacia la tribuna m¨¢s lejana del estadio. El p¨²blico se qued¨® estupefacto: Babe hab¨ªa se?alado que en el pr¨®xirno lanzamiento de la pelota la iba a batear hasta aquella tribuna. ?Y lo hizo! El gesto pas¨® a la Historia.
Grandeza y miseria. Como los White Sox -Calcetines Blancos- de Chicago en 1919.. Los Calcetines Blancos eran los claros favoritos, todas las apuestas estaban a su favor. Pero luego result¨® que unos viles mafiosos del juego sobornaron a media docena de ellos ?para que perdiesen! Fue un esc¨¢ndalo nacional, un trauma colectivo que s¨®lo podr¨ªa compararse hoy en d¨ªa con lo de Water gate. O tal vez peor: aquello no era pol¨ªtica, aquello era... ?beisbol! Aquellos jugadores hab¨ªan traicionado la confianza de toda una na ci¨®n. Fueron echados del deporte para el resto de sus vidas. Desde entonces el equipo se llam¨® Los Calcetines Negros.
Claro que las mejores an¨¦cdotas son las que uno ha vivido personalmente. Como en octubre de 1954, cuando un servidor y otroscien adolescentes hinchas llenaron un aula de colegio cerca de Nueva York para ver por televisi¨®n el primer partido entre nuestros Gigantes y los Indios de Cleveland. En la octava de las nueve entradas, con 2-2 en el marcador, un jugador en primera base y otro en la segunda, apareci¨® el temible Vic Wertz, un bateador peligros¨ªsimo. Si da fuerte a la pelota y ¨¦sta cae al suelo sin que un defensor la coja -o incluso si un lejano defensor consigue cogerla en el aire y as¨ª retirar a Wertz- ese jugador de segunda base puede correr y lograr una carrera. La tensi¨®n es tremenda. Se lanza la pelota. El bateador da un fort¨ªsimo golpe. La pelota se despide como una bala. Parece que hasta puede salir del recinto...
El Pel¨¦ de su deporte
Y en el momento del golpe el defensa Willy Mays empieza a correr hacia atr¨¢s. ?Willy Mays? Puede que nunca en la historia del beisbol haya otro jugador m¨¢s espectacular que este negrito del Deep South, magn¨ªfico bateador e impar defensa. A todo lo que hac¨ªa impart¨ªa una alegr¨ªa y una vida ¨²nicas. Era el Pel¨¦ de su deporte, y de la noche a la ma?ana se hab¨ªa hecho un h¨¦roe nacional. Willy corre como un loco en un desesperado intento de coger la pelota en el aire y salvar el partido. ?Est¨¢ corriendo tptalmente de espaldas al campo de juego! Y en el ¨²ltimo instante, ?la coge! Cien voces gritan al un¨ªsono. O cien millones: esto se ha visto por tele en toda la naci¨®n. Pero no ha terminado: nada m¨¢s coger la pelota, Willy da la vuelta y la dispara como un ca?¨®n hacia un compa?ero y as¨ª evita que los rivales puedan marcar una carrera. Los historiadores del deporte han calificado la acci¨®n como una de las dos o tres mejores de todos los tiempos. 29 a?os hace de aquello, 29. Son muchos. En aquel entonces los televisores -de blanco y negroa¨²n no ofrec¨ªan las repeticiones: hab¨ªa que ver las jugadas a la primera. La v¨ª. Y cada mes de octubre la vuelvo a ver, tan espectacular, tan emocionante como la primera vez. Hasta la veo en color.
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