La izquierda perdida
Se nos ha perdido la izquierda. Nadie sabe muy bien d¨®nde est¨¢, ni qui¨¦n la representa, ni a qu¨¦ de lo antiguo se parece lo que queda. La so?ada princesa est¨¢ triste y tan manoseada que los m¨¢s ¨¢cidos han cambiado la languidez rubeniana del "qu¨¦ tendr¨¢ la princesa" por la tambi¨¦n sonatina, pero lunfarda, de Celedonio Esteban Flores que dice aquello de "la bacana est¨¢ triste, ?qu¨¦ tendr¨¢ la bacana? Ha perdido la risa su carita de rana". Se nos ha perdido la izquierda, se ha ido, desperdigada, desmigajada, y creo que todo el mundo sabe c¨®mo ha sido. Numerosas pol¨¦micas y declaraciones de resucitados l¨ªderes considerados obsoletos se agitan en torno a la situaci¨®n e incluso la existencia de la izquierda.Se coincide en una primera conclusi¨®n, repetida desde Santiago Carrillo hasta Alfonso Sastre, cruzando por un cortejo -o resaca- de grup¨²sculos vagamente supervivientes, intelectuales n¨®madas, independientes estupefactos, ap¨®stoles en paro y mes¨ªas perif¨¦ricos, ¨¦stos con preferencia en las autonom¨ªas - hist¨®ricas: el partido socialista -que no el socialismo- est¨¢ haciendo, la pol¨ªtica de la derecha. En el laboratorio y en el caf¨¦ -m¨¢s a¨²n en las tascas, en las que los argumentos ganan contundencia-, la f¨®rmula resulta. Muchos estamos de acuerdo en que se est¨¢ haciendo, en numerosos territorios ministeriales, una pol¨ªtica de derechas e incluso, lo que puede ser peor, una pol¨ªtica vacilante entre la izquierda moderada y un centrismo cauteloso. En la teor¨ªa, la ecuaci¨®n nos sale a todos. En la pr¨¢ctica, que es donde la especulaci¨®n se contamina con la realidad, la seguridad del diagn¨®stico -o quiz¨¢ veredicto exige algunas puntualizaciones. Por lo menos, tres: la izquierda moderada se encuentra con una sociedad no imaginaria, sino real, en la que eso que se llama el tejido social presenta tan abundantes limitaciones a los posibles cambios, por razones que van desde el inter¨¦s hasta la pereza, desde el conservadurismo hasta el corporativismo, que ci?e a esa izquierda moderada a hacer no lo que quiere, sino lo que puede. Por otra parte, esa izquierda moderada est¨¢ haciendo una pol¨ªtica de derechas en abstracto, pero no la pol¨ªtica concreta que har¨ªa la derecha espa?ola. Y, finalmente, ?qui¨¦n y c¨®mo har¨ªa hoy la pol¨ªtica de izquierdas que reclaman desde disparidades tanto hist¨®ricas como te¨®ricas la izquierda ut¨®pica, la izquierda tes-
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La izquierda perdida
Viene de la p¨¢gina 9timonial, la izquierda desparramada y potencial, la izquierda de Alfonso Sastre o esa corriente de izquierdas que abandera el nuevo Santiago Carrillo -que es en s¨ª mismo el hist¨®rico y el renovado-, que medio se parece a la izquierda moderada, medio se parece a la izquierda testimonial, medio se parece a la izquierda iluminada e incluso medio se parece al propio Santiago Carrillo?
La socialdemocracia en el Gobierno, y s¨®lo medianamente en el poder -lo que responde a la primera puntualizaci¨®n-, hace una pol¨ªtica de derechas, pero ?hace la pol¨ªtica que har¨ªa la derecha espa?ola dirigida -en este caso, capitaneada- por Manuel Fraga? La insuficiente ley sobre despenalizaci¨®n del aborto no la firmar¨ªa Fraga; las cortas disposiciones sobre los refugiados pol¨ªticos no las firmar¨ªa Fraga; la en parte desguazada ley de Asistencia Letrada al Detenido no la firmar¨ªa Fraga; la provisional, y probablemente -t¨ªmida, reforma del C¨®digo Penal no la firmar¨ªa Fraga; la LODE no la firmar¨ªa Fraga; la destituci¨®n del general Soteras no la firmar¨ªa Fraga. El PSOE nos ha tendido, a sus observadores -no encuadrados, pero convencidos de la necesidad de que se intente por fin la construcci¨®n de una sociedad democr¨¢tica, laica y civil- la trampa de que, incluso con sus contradicciones, vacilaciones, pasos adelante y atr¨¢s, dudas o retrocesos ante los tanques episcopales -que no por espirituales causan menos estragos a medio y largo plazo-, no haya ahora otra posibilidad, quiz¨¢ la ¨²ltima en muchos a?os si se produce un vuelco electoral, de que algo de eso se cumpla, sin que por la izquierda nada ni nadie pueda sustituirle.
Lo que no niega que haga falta una izquierda cr¨ªtica y acuciante que se encargue, a la izqui erda del PSOE y en la izquierda del PSOE, de recuperar proyectos perdidos. Pero hace falta saber c¨®mo.
Ya no bastan las afirmaciones abstractas que recuerdan los muchos a?os de jaculatorias revolucionarias. Jaculatorias recordadas por la frase reci¨¦n le¨ªda en un mural de un grup¨²sculo revolucionario: frente a la pol¨ªtica econ¨®mica del PSOE, "solidaridad y lucha obrera", que no significa nada. Reciclar, reestructurar, recuperar, reordenar, hacer rentable Sagunto, por ejemplo, quiz¨¢ sea posible, pero hay que decir c¨®mo. Ya lo tenemos: "Solidaridad y lucha obrera". Y de la crisis, y la vejez de nuestro amueblamiento industrial, y la falta de competitividad de nuestra industria, y un sistema econ¨®mico envejecido, que ha sobrevivido -como se ha puesto en evidencia en Euskadi tras la riada- comi¨¦ndose las ganancias, sin previsiones ni modernizaci¨®n, ?c¨®mo salir? "Solidaridad y lucha obrera". Pero eso se llevar¨¢ a cabo de alguna manera, en alguna direcci¨®n, con unos u otros medios y planes, con alguna meta que no sea la permanente met¨¢fora del para¨ªso a reencontrar. No lo dicen.
Mientras Carrillo deambula por la historia y utiliza a Lenin como el hombre del saco, y la izquierda testimonial invoca esa simb¨®lica "solidaridad y lucha obrera" sin significado o con la misma vacuidad significante de "por el imperio hacia Dios", Alfonso Sastre denuncia en EL PA?S la pol¨ªtica de derechas del PSOE sin proponer respuestas, aunque se sabe que opta, con mayor o menor entusiasmo, por la alternativa KAS. Pero adem¨¢s de que la alternativa KAS no es exportable, pues pr¨¢cticamente s¨®lo se ocupa de los caminos que conduzcan a la independencia de Euskadi, en su punto revolucionario de lucha obrera proclama como exigencia ineludible "mejorar la situaci¨®n de los trabajadores". Con lo que el revolucionario Sastre, que permanece en la historia como un tenso y perpetuo int¨¦rprete de su Escuadra hacia la muerte, pone al d¨ªa la doctrina social de la Iglesia del tambi¨¦n vasco P. Joaqu¨ªn Aspiazu, que dec¨ªa que hay que repartir, y si as¨ª el rico tiene unos millones menos, a¨²n podr¨¢ vivir muy dignamente y el pobre podr¨¢ comer todos los d¨ªas; que es a lo que perfectamente puede: llamarse "mejorar la situaci¨®n de los trabajadores". En el ¨²ltimo congreso del partido-madre de Herri Batasuna, HASI, se ha hablado de "nuestras aportaciones te¨®ricas", pero ning¨²n medio pol¨ªtico vasco lo ha interpretado m¨¢s que como el posible hallazgo de una nueva receta de marmitako.
El partido socialista hace una pol¨ªtica de derechas, quiz¨¢ una de las pocas que puede hacer, aunque parece estar escogiendo la m¨¢s t¨ªmida de sus posibilidades; el partido socialista est¨¢ haciendo una pol¨ªtica de derechas, pero no la pol¨ªtica que har¨ªa la derecha espa?ola; la pol¨ªtica del partido socialista necesita una izquierda cr¨ªtica y potencialmente alternativa. ?Cu¨¢l y realizada por qui¨¦n? No s¨¦ si es todav¨ªa la princesa de nuestros sue?os o la bacana de parte de nuestra historia, pero la izquierda est¨¢ triste, desarmada te¨®ricamente, desconcertada, con poca capacidad de oferta. Y con ello hay que pechar, y no reducirse, a los volatines dial¨¦cticos, las lamentaciones sin significado o el intento de extender una experiencia te¨®ricamente trivial y que se sublima caminando hacia la muerte.
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