"He empezado a escribir un libro sobre el 'esc¨¢ndalo del petr¨®leo en Italia", afirma el general Donato Loprete
En declaraciones efectuadas en la c¨¢rcel de Carabanchel, dice a EL PAIS que desear¨ªa permanecer en Espa?a
El general Donato Loprete, de 60 a?os de edad, lleva algo m¨¢s de seis meses encarcelado en Espa?a, repartidos entre la Modelo, de Barcelona, y Carabanchel, en Madrid, y el juicio sobre la petici¨®n de extradici¨®n formulada por Italia se desarrollar¨¢ en las pr¨®ximas semanas. Ha sido presentado, junto a su entonces superior en la Guardia de Finanzas, Raffaele Giudice, como la clave del llamado esc¨¢ndalo del petr¨®leo, una estafa al fisco italiano que, seg¨²n la prensa italiana, puede elevarse a 2.000 millones de d¨®lares (300.000 millones de pesetas), ahorrados a base de declarar como crudo para gas¨®leo dom¨¦stico lo que en realidad estaba destinado a gasolina, gravada con impuestos m¨¢s elevados. En el asunto estar¨ªan implicadas unas 160 personas del mundo pol¨ªtico, petrolero, militar y eclesi¨¢stico. Los magistrados italianos han emitido nueve ¨®rdenes de captura contra el general Loprete. Las acusaciones van desde corrupci¨®n grave a tenencia il¨ªcita de armas de guerra. El pasado 6 de abril fue detenido por la polic¨ªa espa?ola, a petici¨®n de la Interpol, en Castelldefels. Sobre este complejo asunto, EL PAIS mantuvo una Jarga entrevista con Loprete en Carabanchel. Durante cerca de tres horas fueron abordados los principales interrogantes y acusaciones que rodean el esc¨¢ndalo del petr¨®leo. "Sobre este tema podr¨ªa escribirse un libro. En realidad lo he empezado ya", manifest¨® el general. Loprete rechaz¨® vehementemente su implicaci¨®n en el caso del petr¨®leo. Neg¨® que su venida a Espa?a pueda calificarse de fuga, porque en ese momento era un ciudadano libre. Rechaz¨® igualmente haber intervenido en traslados de oficiales, ya que en su cargo de jefe del Estado Mayor de la Guardia de Finanzas carec¨ªa de atribuciones en el tema. Se?al¨® que est¨¢ dispuesto a colaborar con los jueces italianos, pero siempre que garanticen su defensa, aunque piensa quedarse a residir en Espa?a, a menos que se conceda su extradici¨®n. En sus palabras hay amargura por la actitud de algunos de sus compa?eros de armas. En ocasiones, la vehemencia de sus afirmaciones lleva a, su ahogado -tambi¨¦n lo es de Licio Gelli, maestro venerable de la clandestina logia mas¨®nica Propaganda Due (P2)-, Fabio Dean, presente durante la entrevista, a pedirle tranquilidad. En otras ocasiones da muestras de buen humor, y no faltan momentos de intensa emoci¨®n, cuando recuerda al asesinado dirigente democristiano Aldo Moro. Queda en el aire la sospecha de que Loprete sabe m¨¢s de lo que cuenta. En el curso de la entrevista, el general Loprete habla de personas que se han beneficiado de su situaci¨®n, que han desencadenado una persecuci¨®n contra ¨¦l. Sin embargo, se resiste a dar nombres.
El poder del general Loprete no ha sido desde?able. Fue jefe del Servicio de Informaci¨®n de la Guard¨ªi de Finanzas en 1970, dirigi¨® el n¨²cleo central del mismo cuerpo antes de pasar, entre 1975 y 1979, a la jefatura de Estado Mayor de este cuerpo militarizado, especializado en la lucha contra el delito fiscal y el contrabando. Ha sido una de las carreras militares m¨¢s brillantes y condecoradas de Itali, hasta que se vio truncada en diciembre de 1979, cuando a petici¨®n de los magistrados fue destituido fulminantemente de su ¨²ltimo cargo, jefe de la zona lombarda de la Guardia de Finanzas, la m¨¢s importante del pa¨ªs.El general Loprete afirma en sus declaraciones que durante su encarcelamiento en Espa?a ha tenido un "tratamiento bueno desde el punto de vista penitenciario, como el de un ciudadano cualquiera".
Escribo apuntes y memorias
Pregunta. ?C¨®mo emplea usted su tiempo en la c¨¢rcel?
Respuesta. Leo peri¨®dicos italianos, cuando me llegan, y de diarios espa?oles. Escribo memorias ' . Completo los datos que he entregado a mis abogados italianos, Fabio Dean y Franco Garcea, y espa?oles, Gonzalo Quintero y Javier Sa¨¦nz de Pipa¨®n; converso con quienes tengo cerca, sin preguntar si son inocentes o culpables.
P. Centr¨¦menos en el tema obligado del esc¨¢ndalo del petr¨®leo. ?No cree que su huida puede hacer presuponer culpabilidad?
R. En primer lugar, yo no he huido de Italia. Cuando supe que hab¨ªa sido emitido el primer mandado de captura, el 8 de noviembre de 1980, por el juez instructor de Treviso, doctor Napolitano, yo era un ciudadano libre al que no le hab¨ªan retirado el pasaporte y me encontraba en Espa?a para un per¨ªodo de reflexi¨®n, porque aqu¨ª tengo familia y amigos. Cuando supe que el juez hab¨ªa lanzado contra m¨ª un mandato de captura, atribuy¨¦ndome delitos insostenibles, decid¨ª no presentarme ante ?ajusticia italiana, porque consideraba injusto tal procedimiento restrictivo de la libertad personal y no porque me sintiese responsable.
Adem¨¢s hay un hecho previo a la orden de captura: la citaci¨®n judicial que se me entreg¨® el 5 de diciembre de 1979 provoc¨® en dos o tres horas mi suspensi¨®n de empleo lanzada por el comandante general del cuerpo, entonces el general Floriani, sin consultar con mi superior directo, sin examinar siquiera mi expediente.
Todo esto me vali¨® adem¨¢s el ser excluido del n¨²mero de generales de brigada que cinco d¨ªas despu¨¦s fueron ascendidos a generales de divisi¨®n, el m¨¢ximo grado que existe en la Guardia de Finanzas. No quiero, en este momento, comentar m¨¢s.
P. ?Por qu¨¦?
R. Consider¨¦ oportuno denunciar ante los tribunales, tanto al magistrado que emiti¨® la citaci¨®n judicial como al general Floriani, por abuso de poder.
Reanundando el anterior discurso, considero que hice bien en no presentarme a las autoridades italianas. Por una raz¨®n muy simple: la orden jucicial citada fue revocada por los tribunales.
A pesar de que el magistrado Vaudano conoc¨ªa esa revocaci¨®n, la incluy¨® en el sumario para pedir mi detenci¨®n provisional en Espa?a. ?No le parece que esto es una prueba de que se me persigue?.
P. Usted, dado el importante cargo que ocupaba, ?ten¨ªa conocimiento de la maxiestafa que se estaba desarrollando?
R. Sab¨ªamos, al igual que nuestros predecesores, que en Italia exist¨ªa el contrabando de aceites minerales, gas¨®leo, gasolina, etc¨¦tera... Durante el per¨ªodo en que fui jefe del Segundo Departamento y durante la gesti¨®n del general. Giudice, fueron transmitidas todas las informaciones sobre el tema, sin exclusi¨®n, a los organismos dependientes para intensificar la lucha.
Decir que durante el mandato Giudice-Loprete se desarroll¨® y floreci¨® ese contrabando es una falsedad que puedo replicar con cifras. Durante el trienio 1976-1978 que dur¨® esa gesti¨®n, la Guardia de Finanzas descubri¨® evasiones por valor de 392.000 millones de firas (39.000 millones de pesetas), mientras en el trienio siguiente la cifra fue inferior en 135.000 millones de liras.
'Todos sab¨ªamos que hab¨ªa algo anormal'
P. ?Sab¨ªa que exist¨ªa algo de anormal?
R. S¨ª, lo sab¨ªamos todos. La ley vigente entonces no consigui¨® frenar en nada el fen¨®meno del contrabando. El general Giudice, delante del ministro, hizo propuestas para modificar la legislaci¨®n. Sugerimos a los diputados de la comisi¨®n de Finazas y del Tesoro los procedimientos a adoptar, seg¨²n nosotros, para frenar la evasi¨®n. Desde mi puesto de Mil¨¢n, en .1979, envi¨¦ al general Floriani un adecuado estudio sobre el tema. Pues bien, ?qu¨¦ fin han tenido todas estas propuestas?
En el estudio que envi¨¦ desde Mil¨¢n adjunt¨¦ una carta en la que comunicaba que los servicios dependientes de m¨ª hab¨ªan descubierto, en s¨®lo nueve meses, una evasi¨®n por valor de 15.000 millones de liras por parte de 12 empresas petroleras que luego fueron implicadas en el llamado esc¨¢ndalo del petr¨®leo.
Podr¨ªamos hablar a¨²n durante mucho tiempo sobre este tema. No excluyo que escriba alg¨²n libro... Bueno, lo he, empezado ya.
P. Se ha hablado de que usted ha durado en su cargo cuatro a?os, cuando lo normal son dos a?os. ?Ha recibido alguna ayuda de pol¨ªticos, de Gelli...
R. - Vaya. Sab¨ªa que ¨ªbamos a llegar a esto.
P. ...y de la Iglesia cat¨®lica?
R. Ocup¨¦ el cargo de jefe de Estado Mayor el 25 de enero de 1975 y lo abandon¨¦, a petici¨®n propia, el 15 de diciembre de 1978. Haga la cuenta. Adem¨¢s otros han permanecido durante mucho m¨¢s tiempo que yo.
Me pregunta si ha habido ayudas pol¨ªticas, eclesi¨¢sticas o de la P-2 para mi nombramiento. Una vez el general Giudice me dijo c¨®mo hab¨ªa decidido mi nombramiento. Pregunt¨® uno por uno a todos los generales de divisi¨®n, y todos estuvieron de acuerdo con mi nombre.
Decir que mi nombramiento haya estado determinado por influencia de la P-2 es falso, porque en 1974.4975 no sab¨ªa qui¨¦n era Gelli, ni qu¨¦ era la P-2. Conoc¨ª a Gelli a mediados de 1977, en el Comando General de la Guardia de Finanzas. Fue una presentaci¨®n de escasos minutos. Despu¨¦s le he encontrado dos veces. La ¨²ltima, en 1980, creo, cuando hab¨ªa sido suspendido ya en mi empleo. No me pidi¨® nada -y ciertamente no ten¨ªan necesidad de dirigirse a m¨ª-, ni yo le ped¨ª nada a ¨¦l.
'Moro fue profesor m?o en Bari en 1940'
P. Seg¨²n el libro de Italo Pietra sobre Aldo Moro, fue, Sereno Freato, secretario particular del. dirigente democristiano asesinado y muy amigo del industrial petrolero Musselli -detenido en Espa?a y cuya extradici¨®n ha solicitado Italia-, quien le recomend¨® a Moro...
R. No necesitaba ser presentado ni recomendado por nadie en lo que se refiere a Moro, a quien conoc¨ª en la universidad de Bari, en 1940, donde era mi profesor de Filosof¨ªa del Derecho. Ten¨ªamos contactos cotidianos y en aquella ¨¦poca nos tute¨¢bamos. Le conoc¨ª por lo menos 10 a?os antes que a Freato. He mantenido con Moro ¨®ptimas relaciones durante mucho tiempo. Despu¨¦s, y lo hice a prop¨®sito, comenc¨¦ a alejarme de ¨¦l, para que nadie pudiese pensar o decir que y progresaba r¨¢pidamente a la sombra de la autoridad de Moro.
Al final volvimos a aproximarnos, y un d¨ªa le visit¨¦ en la C¨¢mara de Diputados, cuando era presidente de la Comisi¨®n de Asuntos Exteriores. Est¨¢bamos solos, cuando entr¨® Musselli, y fuimos presentados. Fue un encuentro ocasional. Era una persona que gozaba de la confianza de Moro. Y eso me bastaba.
P. Hablemos de Freato. Se encuentra en la c¨¢rcel por una serie de negocios turbios y que, al parecer, inyectaba parte de ese dinero en l¨¢corriente democristiana que encabezaba Moto. ?Le conoc¨ªa usted bien?
R. No, no. Tuve tres o cuatro encuentros con ¨¦l. Sabia que manten¨ªa ¨®ptimas relaciones con Musselli, pero no ten¨ªa idea de que participase, en el caso de que esto sea cierto, en empresas petroleras con Musselli. Esto es una cosa que nunca supe. En los encuentros que tuve con este ¨²ltimo, nunca me habl¨® de su actividad. As¨ª lo ha declarado el propio Musselli, con quien inici¨¦ una relaci¨®n amistosa y desinteresada a ra¨ªz del encuentro en el despacho de Moro.
Con Freato tuve dos encuentros durante el secuestro de Moro porque quer¨ªa interesarse sobre el caso, ya que particip¨¢bamos en la investigaci¨®n.
P. Del delito Moro quedan a¨²n cosas por esclarecer. Usted forma parte de la comisi¨®n investigadora...
R. Se hizo todo lo que fue posible, teniendo en cuenta que la fuerzas de seguridad no estaban preparadas para afrontar un fen¨®meno de tan amplias proporciones.
L¨®gicamente, no hab¨ªa siempre uniformidad en la valoraci¨®n sobre el modo de actuar o sobre la interpretaci¨®n de informaciones en base a las cuales hab¨ªa que de terminar la acci¨®n.
P. En el esc¨¢ndalo de petr¨®leo han sido implicadas m¨¢s de 100 personas: pol¨ªticos, industriale eclesi¨¢sticos y militares. Sin em-
"He empezado a escribir un libro sobre el 'esc¨¢ndalo del petr¨®leo en Italia", afirma el general Donato Loprete
bargo, han sido los militares quienes est¨¢n pagando los platos rotos. ?Por qu¨¦?
R. Quiz¨¢ porque-llevan galones. Quiz¨¢ porque contin¨²a prepar¨¢ndose la desestabilizaci¨®n del Estado. Todo lo que ha sucedido en Italia en los ¨²ltimos a?os, y lo que me sucede a m¨ª y a otras personalidades que ocupan cargos p¨²blicos, tiene un objetivo bien preciso de car¨¢cter pol¨ªtico-institucional.
'La desestabilizaci¨®n del Estado contin¨²a
P. Usted afirma que durante la ¨¦poca Giudice-Loprete ha habido un control mayor sobre los delitos fiscales. Usted ha descubierto parte de esos delitos...
R. Ya le he dado las cifras.
P. No me refiero a los n¨²meros, sino a las personas. ?Alguna ha conseguido evadir la Justicia?
R. Como hip¨®tesis no lo puedo excluir. No creo, sin embargo que el problema se este, porque el contrabando del petr¨®leo siempre ha existido, existe y seguir¨¢ existiendo hasta que no se adopten medidas legislativas validas.
P. Volvamos al tema de la P-2. En las listas de esta logia clandestina que obran en poder de la comisi¨®n parlamentaria figura su nombre.
R.-Nunca he tenido el carn¨¦ de la P-2, ni he pagado cuota alguna.
P. Usted tiene los mismos abogados que Licio Gelli, maestro venerable de la logia...
R. ?Puedo, acaso, prohibir a mi abogado que lo sea al mismo tiempo de Gelli? Tengo confianza en ¨¦l y en su capacidad profesional.
En este momento interviene el profesor Fabio Dean: "Aclaremos bien la cosa: la primera vez que vi a Gelli, ¨¦ste se encontraba ya encarcelado en Suiza. No es cierto que Loprete haya elegido al abogado de Gelli. Al rev¨¦s: defend¨ª al general antes que a Gelli".
Reanudando el discurso, el geeral Loprete a?ade que tampoco s cierto eso que se dice de que engo informadores en Italia, lo
ue llamamos topos (esp¨ªas). A los
no los conozco, pero s¨ª a bestias".
?Por ejemplo?
R. ?Por qu¨¦ quiere que ofenda a os animales?
R. Usted est¨¢ en la c¨¢rcel y esos nimales fuera...
P. Mire. No deseo a ninguno, ni ?quiera al m¨¢s ac¨¦rrimo de mis
nemigos, que ocupase mi puesto
c¨¢rcel aunatie se lo mere-
blemos de su estancia en
?Por qu¨¦ eligi¨® nuestro
R. Mi primera visita a Espa?a e remonta a 1968, cuando asist¨ª a
n congreso aduanero internacioal. Entabl¨¦ entonces amistades. engo adem¨¢s un hijo que vino a spa?a y se cas¨® luego con una esa?ola y ha adquirido la nacionafiad de ella. Tienen un hijo y est¨¢ camino el segundo. Por otro
do, me gusta mucho su pa¨ªs, en
que desear¨ªa Dermanecer. -
?No pien sa volver a Italia aclarar su caso?
Estoy plenamente dispuesto
aclararlo. En junio de este a?o tuvieron aqu¨ª Vaudano, Cuva y orsi. Bien,,no respond¨ª a ninguna sus preguntas, no porque tuviemiedo a responder o no tuviese
da que decir en mi defensa sino rque me lo impidieron de hecho, olando los art¨ªculos del C¨®digo Procedimiento italiano, que es-
blece que en el interrogatorio del
usado debe estar presente su
ogado y' si * n embargo, mi defen
R italiano no fue avisado.
En esta ocasi¨®n los magistrados lianos lanzaron contra m¨ª cinco denes de detenci¨®n, el doctor
udano d¨²o etie hab¨ªan sido co
municadas a mi abogado Dean. No es cierto; esos mandatos le fueron notificados nueve d¨ªas despu¨¦s de la visita a Madrid de los jueces italianos.
En este punto interviene Dean: "Cuando vino el juez Ambrosio, de M¨®dena, Loprete respondi¨® a sus preguntas, porque el magistrado me hab¨ªa convocado tambi¨¦n a m¨ª. No hay duda de que ha colaborado y que est¨¢ dispuesto a seguir haci¨¦ndolo siempre que se respeten sus derechos legales".
P. ?Existe una persecuci¨®n contra usted? ?Por qu¨¦?
R. No cabe la menor duda. Los motivos son muchos. El primero surge de dentro de la Guardia de Finanzas. Han querido destruir la imagen de un hombre* que ha trabajado fruct¨ªferamente a favor de las instituciones durante 40 a?os y que estaba a punto de alcanzar el c¨¦nit de su carrera, durante1a cual desnipe?¨® sus funcionies en puestos de gran relieve, con resultados que nadie ha conseguido, ni antes ni despu¨¦s en la Guardia de Finanzas. As¨ª, pues, hay envidias que provienen de la instituci¨®n, para ocupar mi puesto.
P. ?Hay alguna persona en concreto que se haya beneficiado de esto?
R. Usted no me puede tentar hasta este punto. Por otro lado, basta mirar los resultados de 1979, 1980 y a?os sucesivos, y ver¨¢ cu¨¢les son los personajes que se han beneficiado.
Una segunda persecuci¨®n viene de los industriales petroleros llamados arrepentidos. Son aquellos que durante 40 a?os he perseguido. Adem¨¢s, determinados pol¨ªticos desencadenaron la guerra contra m¨ª.
P. Hablemos de esto.
R. ?Por qu¨¦ quiere hacerme hablar de pol¨ªtica? Mire, si hubiese sido m¨¢s listo no habr¨ªa rechazado la candidatura que dos partidos me propusieron para el Senado en 1979.
Volviendo a su pregunta, quiero a?adir un punto. Hemos asistido en los ¨²ltimos a?os a una progresiva guerra civil no sangr ienta o, al menos pocas veces, aunque no por eso menos fratricida, que ha truncado a quienes ocupaban posiciones de prestigio con el fin de sustituir una clase dirigente por otra. Este fen¨®meno se ha acentuado. despu¨¦s de la destrucci¨®n de Moro. Una vez muerto ¨¦l, quienes no ten¨ªan la fuerza y la. capacidad de arrinconarle mientras estaba vivo, han, encontrado el momento de la revancha conira quienes se hab¨ªan alineado con ¨¦l, bien sea por antigua y noble amistad, bien ideol¨®gicamente.
Mde~ al cultivo
e
te¨®rico de las lombrices
P. Durante su estancia en Espaf¨ªa, ?mantuvo relaciones con Musselli o alg¨²n otro italiano?
R. No. Fuera de mis familiares, con ninguno. Y menos con los impl¨ªcados en el esc¨¢ndalo del petr¨®leo.
P. Tras la fuga de Gelli en Su?za, los magistrados italianos pidieron que se reforzasen las medidas de seguridad aqu¨ª, en Carabanchel. ?C¨®mo le'afect¨® esto?
R. Desde entonces estoy permanentemente rodeado de funcionarios que me vigilan. Me hacen un favor, porque es una defensa de car¨¢cter fisico. Nunca pens¨¦ evadirme. Se ha tratado de un insinuante intento, por parte del juez italiano, de influenciar la decisi¨®n del juez espa?ol que debe decidir sobre mi extradici¨®n.
P. Si Espa?a concede su extradici¨®n, ?qu¨¦ har¨¢?
R. ?Qu¨¦ quiere que haga? Volver¨¦ a Italia. Me defender¨¦, cosa que, har¨¦ aunque no sea concedida.
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