Im¨¢genes de un revolucionario
Wagner fue un campo de batalla: hoy est¨¢ asumido. Lo mismo pas¨® con Nietzsche. A veces, un suceso determinado no s¨®lo ti?e el presente y el futuro, sino tambi¨¦n el pasado, y la c¨¦lebre visita de Hitler a la viuda de Wagner en Bayreuth a?adi¨® nazismo a la leyenda wagneriana. Pero la batalla fue anterior: Wagner era un revolucionario cultural y lo que rompi¨® fue algo m¨¢s que una noci¨®n de la m¨²sica: un esquema del teatro. Por ah¨ª anduvo la batalla en Europa -en Espa?a se centr¨®, como tantos otros grandes temas culturales europeos, en Barcelona- y los paneg¨ªricos se alternaban con las inventivas...La prohibici¨®n de su m¨²sica
Los brit¨¢nicos prohibieron la m¨²sica de Wagner en sus conciertos, en su radio, durante la guerra. Son ellos los que nos devuelven ahora a Richard Wagner asumido, aceptado, engrandecido, en esta serie de televisi¨®n. A veces tocan con su pulgar invisible la l¨ªnea de la realidad para hacer al indudable genio m¨¢s aproximado. En todo caso, cualquier biograf¨ªa es una falsedad, por minuciosa que sea su documentaci¨®n.
En esta serie, de la que se han visto hasta ahora dos cap¨ªtulos -hoy se emite el tercer episodio a las 21.30 horas por la primera cadena-, los protagonistas son la calidad del color, la maestr¨ªa de la ambientaci¨®n, el genio del reparto y la figura aislada y solitaria de Richard Wagner. El sistema narrativo -por lo menos en los dos cap¨ªtulos vistos- es conocido: se hace vivir al genio en un mundo de semitontos, de seres incapaces de comprender toda su grandeza. Un sistema de relieve.
Los mon¨®logos son largos, como las voces narradoras, mientras se suceden im¨¢genes bellas; a veces, demasiado bellas. Es decir, demasiado bien iluminadas para la conveniencia est¨¦tica, demasiado bien vestidas, amuebladas. Es un g¨¦nero. La necesidad de reducir la importancia de los personajes de fondo para resaltar la del h¨¦roe puede hacer a veces incomprensible la nomenclatura, las fechas, la sucesi¨®n de citas de lugares, para quienes no est¨¦n muy versados en ese fragmento (lo que se recoge es s¨®lo un fragmento de la vida de Richard Wagner), de la historia cultural y pol¨ªtica de Europa.
Se puede prescindir de esa penetraci¨®n aunque simult¨¢neamente se prescinda de una informaci¨®n cultural: quedar¨¢ siempre la historia de un hombre atormentado por la mezquindad de su tiempo, luchando contra la incomprensi¨®n, contra los fanatismos menores, cuando ¨¦l tiene el suyo, mayor, que defender. Y el tranquilo amor que se le brinda como lenitivo para una vida atormentada y, en principio, aventurada. Puede no corresponder exactamente a la persona que existi¨®, trabaj¨® y fue convertida en leyenda llamada Wagner, pero tiene un atractivo dram¨¢tico indudable. Se puede prescindir de la historia: queda la novela.
Un doblaje cuidado
Hay una nostalgia de las voces de los grandes actores del reparto. No es esto una cr¨ªtica a los dobladores ni al traductor. Al contrario. El idioma castellano est¨¢ mucho m¨¢s cuidado que lo que es frecuente y las voces elegidas para doblar dan generalmente sensaci¨®n de profundidad aut¨¦ntica; dentro de esa vaga neutralidad del doblaje hay calidad y hay interpretaci¨®n. Hasta el punto de que ya podr¨ªa pedirse a Televisi¨®n Espa?ola que incluyese, al principio o al final de cada cap¨ªtulo, los nombres de los actores de doblaje: en este caso se lo merecer¨ªan.
La nostalgia viene de que gustar¨ªa o¨ªr voces de genios de la interpretaci¨®n oral: Lawrence Olivier, Richard Burton, John Guielgud, William Walton, Vanessa Redgrave, Ralph Richardson, Franco Nero... Pero es indudable que la difusi¨®n cultural y la obligaci¨®n narrativa en TVE requiere el doblaje y que en las pantallas peque?as la superposici¨®n de letreros destruye la belleza de la imagen. Que en este Wagner tiene, quiz¨¢, m¨¢s importancia que todo lo dem¨¢s. Es en ella donde reside la mayor belleza.
Wagner se emite los lunes a las 21.35 horas por la primera cadena.
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