"Reflexiono sobre la organizaci¨®n de la sociedad y no s¨®lo sobre la pol¨ªtica"
Declaraciones a EL PA?S con motivo de la publicaci¨®n de sus memorias
Esta fue la cuarta entrevista de EL PA?S con Raymond Aron. Y ser¨¢ la ¨²ltima. La cita, hace menos de tres semanas, se concert¨® en el noveno piso del Instituto de Ciencias del hombre, donde Aron ten¨ªa un despacho esquinado, que daba al Par¨ªs burgu¨¦s del s¨¦ptimo distrito, donde est¨¢n afincados los pol¨ªticos biligerantes, donde ¨¦l com¨ªa algunas veces (-en el restaurante Les Anges, de una estrella de Michel¨ªn). Con el pretexto de sus memorias, se hab¨ªa pensado hablar de todo. Por tel¨¦fono se prest¨® como siempre, m¨¢s que educado agradecido, simp¨¢tico. Siempre descolgaba de la conversaci¨®n una especie de distancia, o de respeto. Esta vez el encuentro se produjo en la puerta de la calle. ?l bajaba del taxi. Soplaba casi el fresco y lleg¨® bien agabardinado y enviserado. Aron sonri¨® y brome¨®: "Si me descuido llega usted antes que yo. Y eso, siendo espa?ol... Despu¨¦s del ascensor, cuatro personas, ante su despacho, ¨¦l entr¨® y solicit¨® unos segundos para telefonear, antes de prestarse a este di¨¢logo postrero.Pregunta. Debe estar encantado con el ¨¦xito de sus memonas, porque algunas cr¨ªticas s¨ª que se han le¨ªdo, pero muy pocas.
Respuesta. Y menos mal que hay alguna cr¨ªtica, porque lo contrario querr¨ªa decir que ya me hab¨ªa convertido en un cad¨¢ver. Los cad¨¢veres s¨®lo suscitan la unanimidad. Por lo dem¨¢s, claro que es agradable ser le¨ªdo. Yo no escribo para estar de moda, ni para ser incieInsado. No hago concesiones, y escribo para decir lo que considero que es la verdad. Pero, repito, prefiere ser uno le¨ªdo.
P. ?Puede resumirse su ¨¦xito diciendo que, en efecto, est¨¢ usted de moda?
R. Creo que s¨ª, que me he puesto de moda. Y ha sido inesperado, para el editor en primer lugar, que lanz¨® una primera edici¨®n de 28.00 ejemplares, y se agot¨® en una semana. Nunca hab¨ªa vendido tanto uno de mis libros.
P. ?Puede valorarsele, hoy que se ha puesto de moda, como un l¨ªder liberal?
R. Es cierto que las ideas filos¨®ficas que he defendido en los ¨²ltimos cuarenta a?os est¨¢n m¨¢s de moda que durante el reinado de Sartre. Me favorece el encuentro que se ha producido entre la opini¨®n y la onda intelectual en Francia. Quiz¨¢, los franceses no me leyeron bastante antes. Se me clasific¨® como un monstruo de racionalidad y hoy, sin embargo, se ve que no soy dogm¨¢tico, que dudo.
P. ?Usted se considera m¨¢s filos¨®fico o m¨¢s periodista?
R. Esa pregunta no es para m¨ª, sino que ser¨ªa m¨¢s propio hac¨¦rsela a Ortega y Gasset, que responder¨ªa que es m¨¢s fil¨®sofo, a pesar de que escribi¨® tantos art¨ªculos. Yo no recabo la amplitud de la obra de Ortega. Pero si se quiere darme un nombre podr¨ªa ser el de escritor pol¨ªtico, o fil¨®sofo pol¨ªtico, es decir, un hombre que reflexiona sobre la organizaci¨®n de la sociedad y no s¨®lo sobre la pol¨ªtica.
'Me gusta decir lo que pienso'
P. ?No le tent¨® nunca la acci¨®n?
R. S¨ª, pero he sido d¨¦bil. Me gusta decir lo que pienso y, para ser pol¨ªtico, hay que ser ambicioso, amar el poder, tener una cierta dosis de cinismo. Pod¨ªa haber sido el consejero del pr¨ªncipe, pero nunca me ilusion¨¦ con que un presidente de la Rep¨²blica pudiese interesarse por mis consejos. De ser americano, s¨ª que me hubiese gustado ser Kissinger, esto es, consejero de la Casa Blanca.
P. No acaba de hablarse de los intelecturales y de la pol¨ªtica. ?C¨®mo enfoca usted la cuesti¨®n?
R. Es una tradici¨®n francesa, ya vigente en tiempos de Tocqueville. Despu¨¦s de la guerra se impuso el reinado de Sartre. Ser intelectual, en aquellos tiempos, era sin¨®nimo de ser de izquierdas. Fue entonces cuando yo me puse en cuarentena. Pero desde la d¨¦cada de los a?os sesenta, todo ha cambiado. La experiencia socialista -no afecta a las ideas fundamentales de los intelectuales. Se comprueba que el margen de maniobra de los Gobiernos es muy estrecho, y por ello entiendo yo que la dominante del intelectual parisiense, hoy, es el liberalismo acentuado, y despu¨¦s el debate sobre la democracia. A este respecto debo decir que la funci¨®n hist¨®rica del PSOE en Espa?a es la de hacer que se est¨¦ aceptando la democracia gracias a ¨¦l.
P. ?Qui¨¦n piensa que influy¨® m¨¢s en la pol¨ªtica, usted o Sartre?
R. Si se examina todo lo que pretendi¨® Sartre en su tiempo, se comprueba que los pol¨ªticos hicieron siempre lo contrario de lo que ¨¦l preconizaba. Creo honestamente que, con mis art¨ªculos, influ¨ªa m¨¢s que ¨¦l con sus. peticiones y manifiestos. Ahora bien, a largo plazo, es indudable que, Sartre incidi¨® en la juventud.
Casi nunca he visto a los pol¨ªticos
P. Otra cuesti¨®n: la relaci¨®n entre el periodista y el pol¨ªtico, problem¨¢tica de cualquier manera que se tome ?c¨®mo la ha vivido usted?
R. Casi nunca he visto a los pol¨ªticos. He mantenido siempre un principio: no solicitarles entrevistas, ni favores. Naturalmente se me invitaba muchas veces. Pero mi independencia qued¨® a salvo: siempre. S¨®lo una vez, en mi vida, cambi¨¦ un art¨ªculo, porque Giscard D'Estaing me telefone¨® y me desmostr¨¢ que lo que yo pensaba escribir era falso. Por todo ello nunca me he enfrentado con ese problema, real, entre el periodista que busca la informaci¨®n y el pol¨ªtico que la detenta.
P. Vamos a hablar de Sartre, su amigo de los tiempos j¨®venes
R. No, por favor, ya estoy cansado de hablar de Sartre. Diga usted lo que quiera. Ya he hablado mucho de ¨¦l.
P. Una cosa s¨®lo: ?no cree que la ignorancia de Sartre en materia econ¨®mica influy¨® poderosamente en su trayectoria y en las divergencias que se manifestaron entre usted y ¨¦l?
R. Es cierto que ha tenido un peso el que ¨¦l no entendiera de econom¨ªa, pero, de todas maneras, Sartre, por su temperamento ten¨ªa que ser revolucionario o anarquista.
P. ?Es usted tan pesimista como se le sospecha?
R. Soy un pesimista activo, pero no un pesimista pasivo, sin esperanza.
P. ?Qu¨¦ cuenta m¨¢s en la vida pol¨ªtica, la raz¨®n o la pasi¨®n?
R. La pasi¨®n.
P. ?Y en usted?
R. No estoy cegado por el razonamiento, como se dice. Tambi¨¦n soy un hombre de intuici¨®n.
P. En algo dir¨ªase que usted es un visceral: en su anticomunismo.
R. S¨ª, soy visceral. En los a?os treinta sent¨ª la amenaza fascista. Hoy, el peligro fascista ha desaparecido, y creo que el imperio ruso y el comunismo es la m¨¢s grande amenaza existente para el mundo. 'El comunismo no es una aventura' personal, sino el proyecto odioso de una sociedad. El poder pertenece a la nomenclatura y se funda en la mentira.
P. ?Existe una raz¨®n que explique por qu¨¦ en su producci¨®n no ha escrito nunca una obra de esas que se valoran como de creaci¨®n literaria.
R. Simplemente porque eso hay que hacerlo expresando lo m¨¢s profundo de uno mismo. Y yo no llego a ello. Mis pasiones existen y, de alguna manera, se manifiestan con mis libros.
Babelia
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