La polic¨ªa antidisturbios cargo en Alcal¨¢ para abrir paso al convoy, con material destinado a la central de Trillo
La polic¨ªa antidisturbios disolvi¨® en la madrugada de ayer, con porras, botes de humo y pelotas de goma, m¨ªa concentraci¨®n de j¨®venes antinucleares que se hab¨ªan tumbado en la calzada de la carretera de circunvalaci¨®n de Alcal¨¢ de Henares, para tratar de impedir el paso por la localidad de un convoy que transportaba maquinaria pesada con destino a la central nuclear de Trillo, en Gu¨¢dalajara. Durante 10 minutos se desarroll¨® una breve pero intensa batalla campal, protagonizada por algo m¨¢s de 200 j¨®venes y numerosos efectivos de la polic¨ªa, equipados con material antidisturbios. .
Los enfrentamientos comenzaron cuando la polic¨ªa intent¨® retirar, por la fuerza, a las cerca de 100 personas sentadas en la calzada, entrelazadas fuertemente entre s¨ª, a las que s¨®lo pudieron dispersar haciendo uso de las porras y las balas de goma. El convoy lleg¨® en la ma?ana de ayer a la ciudad de Guadalajara, donde tambi¨¦n fue interceptado durante media hora por otra manifestaci¨®n, ¨¦sta autorizada.Desde el s¨¢bado por la ma?ana hasta la medianoche del lunes, el convoy hab¨ªa permanecido aparcado en una explanada a cuatro kil¨®metros de la entrada a Alcal¨¢, por la carretera de Loeches. Ese d¨ªa, una asamblea celebrada en la plaza de Cervantes, a la que asistieron representantes de CC OO, del Movimiento de Izquierdas de Alcal¨¢ y de la Coordinadora Ecologista, entre otros, decidi6 oponerse al paso del convoy por el pueblo.
La decisi¨®n se ratific¨® en una segunda asamblea celebrada el lunes por la noche. Al t¨¦rmino de la misma marcharon a esperar su paso por la carretera de circunvalaci¨®n, denominada calle del R¨ªo Henares, a la altura de su intersecci¨®n con la calle del Gran Canal, en el barrio de Venecia.
Protesta pac¨ªficaDesde la medianoche, unas 100 personas ocupaban, sentadas, la calzada de la carretera vigiladas por un primer grupo de unos 40 polic¨ªas equipados con material antidisturbios. Algo m¨¢s lejos, la vigilancia se reforzaba con otro contingente similar. Los manifestantes antinucleares aliviaron el paso del tiempo y el intenso fr¨ªo coreando continuamente frases contra la energ¨ªa nuclear, los militares y la en su opini¨®n, tibia actitud del Gobierno socialista ante el problema. Uno de ellos advirti¨® que si la polic¨ªa no nos agrede, nosotros no utilizaremos la violencia". Otros grupos de personas, en su mayor¨ªa j¨®venes, permanec¨ªan en las inmediaciones.
A las dos de la madrugada, la mole del convoy -una plataforma central en la que va cargado el est¨¢tor para la central nuclear, arrastrada por dos tractores inmensos, con un peso total de 700.000 kilos- apareci¨® por el extremo de la calle. En ese momento, los polic¨ªas intentaron sin ¨¦xito desalojar a los manifestantes, que se hab¨ªan tumbado en el suelo, sujetos por los brazos unos a otros. Cuando un manifestante era desligado y arrastrado fuera, aprovechaba la primera oportunidad para entrelazarse de nuevo con los que a¨²n permanec¨ªan fuertes. Los empujones y los insultos acabaron con una carga policial, con porras, a la que los j¨®venes reaccionaron inmediatamente lanzando piedra contra las fuerzas antidisturbios y profirieron gritos de "asesinos".
El desorden se generaliz¨® cuando los efectivos policiales respondieron a su vez con alg¨²n bote de humo y profusi¨®n de balas de goma. La intervenci¨®n policial fue dura, aunque limitada al objetivo de expulsar a los manifestantes de las proximidades de la calzada. Estos ¨²ltimos aseguraron despu¨¦s que algunos polic¨ªas vestidos de paisano llegaron a esgrimir pistolas, y criticaron duramente la inhibici¨®n del Ayuntamiento de Alcal¨¢, uno de los primeros en declarar su t¨¦rmino municipal zona desnuclearizada, aunque esta calificaci¨®n era exclusivamente "a efectos b¨¦licos". Desde un veh¨ªculo de la Polic¨ªa Municipal observaron los hechos el primer teniente de alcalde, Teodoro Escribano, y el concejal de Seguridad y Polic¨ªa Municipal, sin intervenir en ning¨²n momento.
Ya despejada la carretera y contenidos los manifestantes a distancia, el convoy avanz¨® lentamente -su velocidad media es de tres o cuatro kil¨®metros por hora-, custodiado estrechamente por dos filas de polic¨ªas, con el fusil al hombro, apoyados por compa?eros que controlaban las calles cercanas.
Un nuevo intento de frenar al convoy se produjo cuando ¨¦ste iba a llegar a la carretera nacional II, junto a la Casa de la Juventud, donde se congregaron otros manifestantes. All¨ª se practicaron cinco detenciones, aunque no hubo enfrentamientos. Los cinco detenidos fueron puestos en libertad a las pocas horas.
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