Raymond Aron o las desilusiones del progreso
La muerte reciente del pensador franc¨¦s Raymond Aron, fallecido el lunes pasado en Par¨ªs, deja hu¨¦rfana al pensamiento franc¨¦s de uno de sus personajes m¨¢s controvertidos y m¨¢s activos, que ha sido despedido en su pa¨ªs con el respeto y la reticencia que se observa ante los intelectuales comprometidos con la defensa de sus ideas. En este art¨ªculo se recuerdan algunas de las contribuciones m¨¢s sobresalientes del autor de El opio de los intelectuales.
En alguna de sus muchas p¨¢ginas de recuerdos, Simone de Beauvoir lo ha escrito. "Sartre, Nizan y Aron me obligaban a ser modesta: cultura m¨¢s s¨®lida, mayor informaci¨®n sobre lo que se escrib¨ªa y se hablaba, mejor entrenamiento en la controversia intelectual. Copas frecuentes ayudando a veladas interminables.Discut¨ªan poco de pol¨ªtica, aunque ya las divergencias parec¨ªan serias: Aron, m¨¢s o menos afiliado al partido socialista, Nizan movi¨¦ndose en la ¨®rbita comunista, Sartre instalado en su independencia. Pero coincid¨ªan los tres en haber pensado mucho m¨¢s radicalmente que yo las consecuencias de la muerte de Dios".
A?os m¨¢s tarde, al filo de 1945, Simone de Beauvoir, Sartre y Aron vuelven a encontrarse. Falta Nizan. Nizan hab¨ªa muerto a?os antes en circunstancias extra?as precisamente cuando, miembro del partido comunista y redactor de pol¨ªtica internacional de L?Humanit¨¦, se subleva como antifascista contra la firma del tratado Stalin-Hider. La ocasi¨®n es la fundaci¨®n de la revista Les Temps Modernes, una de las publicaciones clave para entender una buena parte de los movimientos de la izquierda europea: los tres, en efecto, forman parte del grupo fundador de la publicaci¨®n francesa.Art¨ªculos injuriosos y poco documentadosOtro encuentro posterior. Se trata ahora de la serie de art¨ªculos, alguno de ellos recogido en libro, tan injuriosos como poco argumentados, que la famosa pareja dedica a Aron o que Aron dedica a la famosa pareja.
Por ¨²ltimo, seg¨²n parece, dejaron de insultarse. El saludo m¨¢s o menos fr¨ªo sucede al improperio: al cabo, figuras hist¨®ricas los tres, prefieren la evocaci¨®n del pasado o, si se quiere, pueden permitirse el lujo escogido de reflexionar a la luz p¨²blica sobre las huellas de su respectivo camino. ,
Al hablar de Raymond Aron no es ocioso referirse a esa extra?a relaci¨®n suya con la pol¨ªtica, en general, y con los intelectuales de izquierda franceses, en particular. Aron, ciertamente, ha escrito unos cuantos libros ya cl¨¢sicos sobre temas sociol¨®gicos bien diferentes. El analista de la sociedad industrial, el analista de las relaciones internacionales y el historiador del pensamiento sociol¨®gico es menci¨®n inexcusable al hablar de cada uno de esos asuntos. Pero su popularidad, su estilo literario tambi¨¦n, pienso yo, son in separables del periodista y del panfletario. De un socialismo t¨ªmido a un temible defensor de la derecha m¨¢s clarividente de lo que exige ser de derechas con pretensi¨®n de ¨¦xito democr¨¢tico, en nuestro tiempo: socialista por resignacion, inicialmente, un poco al modo en que Alexis de Tocqueville era dem¨®crata por resignaci¨®n y, luego, feroz diseccionador de las pretensiones del socialismo cient¨ªfico y de lo dif¨ªcil del suelo propio de la izquierda, esto es, la utop¨ªa m¨¢s o menos ut¨®pica. A mi juicio, todo ello quebrant¨® el alcance de su producci¨®n. Karl Marx, por ejemplo, de cuya obra ten¨ªa un conocimiento absolutamente apabullante, ocupa muchas p¨¢ginas de sus libros, pero con intenci6n rara: le defiende de los excesos existencialistas y de la palabrer¨ªa althusseriana, pero nunca fue capaz de escribir sobre ¨¦l tal como le ve¨ªa. El mismo Raymond Aron fue en parte consciente de ello. Yo, al menos, cuando me dirig¨ªa la tesis doctoral, le o¨ª alguna vez decir que ten¨ªa la sensaci¨®n de haber dedicado demasiado tiempo a discusiones en definitiva no tan importantes. El paso del tiempo quiz¨¢ pueda permitir al lector actual el distanciamiento suficiente para poder separar la lucidez del argumento de la pasi¨®n del momento.
Una obra que obliga a pensar
Porque, sin duda, es la suya una de las pocas obras de la sociolog¨ªa contempor¨¢nea que obligan seriamente a pensar. No s¨®lo en su dimensi¨®n de conocedor de primera mano de los textos fundadores del pensamiento social moderno. Tambi¨¦n, y sobre todo, por su fina percepci¨®n de los l¨ªmites cada vez menos inciertos de la creencia en el progreso indefinido. Hay, incluso, alguna paradoja en ello. Mayo del 68 fue, es bien sabido, rebeli¨®n o pronunciamiento contra la ¨¦tica del industrialismo y del utilitarismo, fue tambi¨¦n sublevaci¨®n contra una universidad cuya perversi¨®n ven¨ªa simbolizada en la figura del mandar¨ªn. Como mandar¨ªn que era, fue ruidosamente criticado, aunque no es menos cierto que tambi¨¦n se despach¨® con sus cr¨ªticos. Pero, y esto es lo picante del asunto, sus escritos sobre la modernidad son una disecci¨®n tan fr¨ªa como implacable de la misma, sin que de ella escapen, por supuesto, las utop¨ªas progresistas que hunden sus ra¨ªces, precisamente y acaso a pesar de ellas, en la modernidad. es catedr¨¢tico de Teor¨ªa Sociol¨®gica de la facultad de Ciencias Pol¨ªticas y Sociolog¨ªa de la Universidad de Madrid.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.