Ra¨²l Alfons¨ªn, modernizacion y cambio
Ra¨²l Alfons¨ªn, de 57 a?os, abogado de Chascomun, un poblach¨®n rural pr¨®ximo a Buenos Aires, casado, con hijos y nietos, ha hecho toda su carrera pol¨ªtica en el radicalismo, en el que se destac¨® como joven y prematuro disidente de la inclinaci¨®n radical a pactar con el peronismo. Fue as¨ª uno de los m¨¢s duros reveladores de la corriente radical que encabez¨® Arturo Frondizi, para alcanzar el poder en 1958 con el apoyo justicialista.De imagen paternal, dotado de una resistencia f¨ªsica y psicol¨®gica de hormig¨®n armado, inspirador de confianza, le distingue una rara mezcla de apacibilidad personal e inusitada energ¨ªa para el mitin y la convocatoria. Orador casi arrebatado, parece tanto un dirigente peronista como L¨²der lo parece radical.
Desde hace unos a?os propici¨® en el seno del apagado radicalismo una corriente denominada Renovaci¨®n y Cambio, que pretend¨ªa no s¨®lo la recuperaci¨®n partidaria sino una convocatoria nacional que extrajera a la Argentina de su subdesarrollo pol¨ªtico y de su crisis moral.
Triunf¨® con claridad en las elecciones internas de la Uni¨®n C¨ªvica Radical, ofreciendo as¨ª en esta campa?aun¨¢ imagen de unidad y de partido bien estructurado, que no tuvieron o pudieron conseguir los peronistas. Desde el mi¨¦rcoles pasado, en que concentr¨® en Buenos Aires la mayor multitud que jam¨¢s los radicales contemplaron en alguno de sus m¨ªtines, es, sin lugar a dudas, un nuevo caudillo en esta naci¨®n tan reclamadora de ellos.
Ha desarrollado una campa?a. sin concesiones y en extremo audaz, en la que ha pedido abiertamente la democratizaci¨®n de los todopoderosos sindicatos y en la que, m¨¢s que ning¨²n otro, con excepci¨®n de ¨®scar Alende (alias el Bisonte, una especie de Lerroux argentino y honesto), dirigente del Partido Intransigente, ha desvelado la intervenci¨®n militar y ha prometido exigir responsabilidades por la barbarie.
Su entorno pol¨ªtico asegura tener los suficientes contactos con las Fuerzas Armadas como para cumplirlo que promete, con garant¨ªa de cumplimiento, por m¨¢s que recientemente circularon por Buenos Aires noticias solventes de que una conspiraci¨®n militar se propon¨ªa asesinarle de alcanzar el triunfo electoral.
Sin fortuna personal -carece hasta de un autom¨®vil-, re¨²ne las mismas virtudes, siempre un poco moralistas, del radicalismo, y de su mensaje electoral se deduce que aspira a sacudir el pa¨ªs como una alfombra mediante la modernizaci¨®n de sus estructuras sociales. Su campa?a, de excelente factura y en las ant¨ªpodas de la espectral campa?a peronista, poblada de esp¨ªritus, ha intentado romper el peronismo metiendo una cu?a entre las masas despose¨ªdas y su dirigencia pol¨ªtica demag¨®gica y su conducci¨®n sindical mafiosa.
Durante toda la campa?a ha recibido la constante acusaci¨®n -jam¨¢s fundada- de ser un servidor de los intereses de las multinacionales estadounidenses y europeas y se ha recordado una frase de Per¨®n: "?ste (por Alfonsin) no toca la guitarra criolla, toca la guitarra el¨¦ctrica".
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