La semana que cambi¨® la pol¨ªtica exterior de Reagan
Cuando Ronald Reagan estaba pasando un pl¨¢cido fin de semana, jugando al golf en Augusta, hace hoy exactamente nueve d¨ªas, pocas personas del c¨ªrculo ¨ªntimo del presidente de Estados Unidos sab¨ªan que estaba en marcha un escenario para ocupar la isla de Granada, con la intervenci¨®n de los marines.
Pero, sin embargo, todos ignoraban que en la noche del s¨¢bado al domingo, tras un incidente de intento de toma de rehenes de un hombre bajo los efectos del alcohol, que quer¨ªa "hablar con Reagan", el prepio presidente ser¨ªa despertado por una llamada de su consejero de seguridad, Robert McFarlane (que acababa de ocupar el cargo, al que pas¨® desde su misi¨®n como enviado especial de la Casa Blanca a Oriente Pr¨®ximo) para anunciarle que un atentado, terrorista hab¨ªa volado la sede de los marines en el aeropuerto de Beirut. As¨ª comenzaba la semana que cambi¨® el rumbo de la pol¨ªtica exterior de Ronald Reagan, traduciendo en hechos lo que hasta entonces se hab¨ªa valorado como una diplomacia de las ca?oneras.
Reagan regres¨® precipitadamente a la Casa Blanca a primera hora del domingo d¨ªa 23 de octubre, con dificultades para contener su emoci¨®n por las cifras que llegaban de Beirut, donde las muertes de marines de la fuerza multinacional comenzaban ya a contarse por decenas (habr¨ªan de superar las 200).
Se multiplicaron las sesiones de urgencia al m¨¢s alto nivel, con asistencia de las primeras figuras del Pent¨¢gono, el Departamento de Estado, la CIA y el Consejo Nacional de Seguridad. Reagan confirm¨®, desde el primer momento, que "el terrorismo ¨ªnternacional no lograr¨ªa interrumpir la misi¨®n pacificadora de los marines en L¨ªbano".
Mientras los peri¨®dicos titulaban a cinco columnas, la matanza de Beirut, en la madrugada del martes, 48 horas despu¨¦s del dinamitaje de las sedes de los marines de EE UU y los paracaidistas franceses en L¨ªbano, las radios y televisiones difund¨ªan la inesperada noticia de que unidades del Ej¨¦rcito norteamericana hab¨ªan desembarcado en la peque?a isla de Granada, al este del Caribe, citando un nombre casi totalmente ignorado para la mayor¨ªa de norteamericanos.
Con lentitud y parsimonia, la Casa Blanca y el Pent¨¢gono fueron dando datos de una acci¨®n definida inicialmente por Reagan como una operaci¨®n destinada a restablecer "el orden, la libertad y la democracia" en una isla donde "reinaba el caos".
La intervenci¨®n fue presentada como un intento de evitar una repetici¨®n de toma de rehenes, que tanto da?o pol¨ªtico caus¨® a la presidencia Carter, al aguantar durante 444 d¨ªas la toma de rehenes en Ir¨¢n. Comenzaron a llegar las fotos besando al suelo patrio de los primeros estudiantes de medicina estadounidenses repatriados de Granada.
Los argumentos del presidente
Cuatro periodistas norteamericanos que llegaron a Granada con una embarcaci¨®n contratada en la isla de Barbados fueron repatriados tambi¨¦n, por los militares norteamericanos, hasta el portaviones Guam. Se neg¨® a los dem¨¢s el ac ceso a una isla donde los combates de resistencia de las fuerzas de Granada y de los consejeros militares cubanos era "m¨¢s fuerte de lo esperado", seg¨²n expresi¨®n del portavoz del Pent¨¢gono. Los diarios continuaron d¨ªa tras d¨ªa titulando a toda plana, con un despliegue de situaci¨®n de crisis. El Congreso se interrogaba sobre la validez de la pol¨ªtica exterior intervencionista, que, tanto en L¨ªbano como en Granada, iba su mando v¨ªctimas norteamericanas y desprestigiaba ante el resto del mundo el tan cacareado principio del mundo libre con el que siempre presentan a su patria los estadounidenses. Finalmente, durante la noche del jueves, los ciudadanos norteamericanos pudieron ver en las pantallas de sus televisores a un presidente Reagan que argumentaba, punto tras punto, el porqu¨¦ de la necesidad de los marines para aplicar una pol¨ªtica exterior que, tanto en L¨ªbano como en Centroam¨¦rica, quiere "parar la expansi¨®n comunista". ?Convenci¨®? Los soldados son balanceados entre una opini¨®n que se siente un tanto m¨¢rtir en Beirut, pero h¨¦roe en Granada.
"No es tiempo de cr¨ªticas"
"Mientras los marines est¨¢n en acci¨®n no es tiempo de cr¨ªticas", dijo Thomas O'Oneill, l¨ªder de la mayor¨ªa dem¨®crata en la C¨¢mara de Representantes y opositor habitual a las pol¨ªticas de Reagan. Pero ?continuar¨¢ el ?apoyo? Las dudas nacen a ra¨ªz del voto de aislamiento internacional que sufri¨® EE UU ante el Consejo de Seguridad de la ONU y crecen tambi¨¦n por el voto clave del Senado que, a pesar de la mayor¨ªa republicana propresidencial, vot¨® por 64 contra 20 la aplicaci¨®n del "acta de poderes de guerra", que da 60 d¨ªas al presidente para que retire a las tropas de EE UU de las zonas en conflicto.
Es prematuro hacer proyecciones de la semana que cambi¨® la pol¨ªtica exterior de EE UU, cuyo intervencionismo directo hab¨ªa acabado con la cat¨¢strofe de Vietnam. En la Casa Blanca, asediados por la Prensa que radicaliza la cr¨ªtica por las restricciones para cubrir los acontecimientos de Granada, los consejeros del presidente creen en que la crisis refuerza la imagen de un Reagan duro, por si todav¨ªa quedaban algunas dudas. La crisis tendr¨¢ una prolongaci¨®n para Europa, con la casi segura instalaci¨®n de nuevos misiles, destinados a contrarrestar a los misiles sovi¨¦ticos.
Pero, en definitiva, para la Casa Blanca el balance es preelectoral, a casi un aflo justo del voto para pres¨ªdente en Estados Unidos, el 6 de noviembre de 1984. Si Reagan sale fortalecido de la crisis torear¨¢ a sus opositores a la presidencia de EE UU, entre los que sobresalen el ex vicepresidente dem¨®crata Walter Mondale. Si los resultados son contrarios y los norteamencanos se preguntan por la necesidad de enviar marines a cada parte conflictiva del planeta, el presidente puede tenerlo cuesta arriba para ganar de nuevo una reelecci¨®n a la que todav¨ªa no es candidato.
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