Alcorlo
Le han dado al gran pintor Manuel Alcorlo (un Toulouse-Lautrec de la pintura espa?ola actual) el Premio Penagos de dibujo. Esto es una cosa que da Mapfre, porque los bancos y las compa?¨ªas de seguros son los modernos mecenas. El dibujo de Alcorlo se titula El pelele, t¨ªtulo bien goyesco, que nos mete ya en el mundo abultado, barroco, alucinado, violento, excesivo y riqu¨ªsimo de una cierta tradici¨®n espa?oja. El pelele de Alcorlo est¨¢ siendo manteado, como el de Goya. Uno ha escrito alguna vez que los pintores son la pizarra de las ideas, y lo que eI gent¨ªo no acaba de ver claro en los libros (porque no los lee, entre otras cosas) suele tenerlo clar¨ªsimo en la pintura: colas de madrugada para El Greco, Goya, Dal¨ª, etc¨¦tera). La pintura es una lectura de la Historia, otra lectura, y al personal le llega y suena. Entre Penagos y Alcorlo, todo un cambio largo, violento, cruento/ incruento, de la vida espa?ola. Penagos es algo as¨ª como el dibujante del 27, un Mlatisse/Madrid, con Baldrich, Ribas y otros. Era cuando Espa?a se cre¨ªa/sent¨ªa ya muy europea, por los vermuts, los autom¨®viles, los Grandes Expresos Europeos y el descubrimiento l¨ªrico de la mujpr delgada, muy promocionada por Hern¨¢ndez Cat¨¢, cubano que estaba m¨¢s bien en el hombre delgado. De todo este lote, la mayor¨ªa era importado, salvo la mujer. Su delgadez, naturalmente, tambi¨¦n era importada de los figurines de Par¨ªs. Penagos, 27, Ortega, nos pegan un paseo por los arrabales de Europa, las fuentes de Nuremberg y todo eso. Cuando volvemos a casa, Espa?a est¨¢ complicada otra vez en un pronunciamiento decimon¨®nico.Cuarenta a?os cuarenta y unas generaciones que se calientan en la hoguera atroz y tribal de "lo nuestro", espantos de Goya, Vald¨¦s Leal y Solana. La generaci¨®n de Alcorlo, m¨¢s le¨ªda, m¨¢s corrida, m¨¢s viajada, m¨¢s "europea", funde lo uno con lo otro, le pone a la esqueleta de Vald¨¦s Leal los lujos renacentistas/superrealistas de Mac Ernst y consigue la s¨ªntesis. En eso estamos. O sea, que nos han rechazado la hortaliza barroca, han pisoteado el Museo del Prado de las verduras y tienen miedo a nuestros pimientos de cosecha como antes se lo tuvieron a los pimientos impresionistas y pintados de Solana o Beruete. Lo de Penagos, aparte calidades t¨¦cnicas, fue un bello sue?o de que est¨¢bamos, ya en Europa, de que ¨¦ramos ya Europa (y lo somos). El sue?o de Ortega, el sue?o del 27, que en ellos toma realidad y expresi¨®n. Los pintores, algunos, se fueron directamente a Europa: Picasso, vestido de garajista y siempre decorado poir las meretrices m¨¢s color¨ªsticas de Par¨ªs; Juan Gris, que hace su obra asc¨¦tica, como un Zurbar¨¢n de las vanguardias, mientras se gana la vida fabricando portadas para el V¨®gue; Mir¨®, en fin. La imagen es un lenguaje universal. A los ensayistas y poetas, que s¨®lo pod¨ªan serlo en castellano, quisieron cortarles el pelo al cero y darles aceite de ricino, para la cosa de la disenter¨ªa. De modo que los hijos de los padres que am¨¦ tanto -Alcorlo, Alca¨ªn, ?beda, Estruga, Rold¨¢n, Barjola, Antonio L¨®pez- se refugian en un terribilismo espa?ol pasado por Bacon, Brueghel y el Picasso m¨¢s franc¨¦s, es decir, m¨¢s tranquilamente violento. Penagos/ Alcorlo, hoy unidos por un premio. Penagos ilustrando, con toda su generaci¨®n, el sue?o de una Espa?a ya muy europea y un Madrid lleno de autom¨®viles Ford T.
?Estamos en Penagos o estamos en Alcorlo? El esbelto sue?o europeo de los a?os veinte se desvaneci¨® como una portada de Penagos enlividecida por el tiempo. Pero hemos superado, asimismo, a Solana y su entierro de la Sardina (la sardina, claro, era Espa?a). Estamos, pues, en Alcorlo: un barroquismo de febricitaci¨®n y hortaliza. Un socialismo revent¨®n de votos. Es lo que les asombra y desconcierta. Somos.
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