Las acusaciones de dirigismo, principal objeci¨®n contra la pol¨ªtica emprendida por los nuevos ayuntamientos
Abundan m¨¢s los defensores que los de tractores del papel de los ayuntamientos como impulsores de la ebullici¨®n en que ha entrado la actividad cultural de los pueblos. Los defensores son, adem¨¢s de los propios promotores del fen¨®meno, un amplio sector de artistas que han recibido apoyo municipal para la exposici¨®n o la realizaci¨®n de sus actividades y un importante n¨²cleo de poblaci¨®n que vot¨® a la izquierda y se muestra agradecido por las iniciativas que enriquecen el panorama cultural. Sin embargo, comienzan a aparecer voces que ponen en duda la objetividad de los planteamientos municipales y hablan de una "pol¨ªtica cultural de fuegos artificiales", que confunde el consumo con la participaci¨®n.
Una de estas personas es un conocedor de primera mano de los entresijos en que se fraguan las ofertas culturales que luego salen a la calle. Jos¨¦ Luis Chenoll fue contratado en octubre de 1981 por el Ayuntamiento de Alcobendas para ocupar una de las tres plazas de animador cultural, una, figura muy extendida en otros pa¨ªses europeos -el propio Chenoll trabaj¨® varios a?os en Francia- y que comienza a implantarse en el nuestro. Chenoll fue despedido en fecha reciente por no cumplir de forma satisfactoria con el trabajo para el que fue contratado, seg¨²n la versi¨®n oficial, y por no someterse a las directrices pol¨ªticas de los concejales socialistas, seg¨²n ¨¦l mismo."Los animadores culturales", explica Chenoll, "ten¨ªamos a nuestro cargo la programaci¨®n cultural, tanto la generada por el propio ayuntamiento como por los consejos de barrio, que casi desde el principio entraron en colisi¨®n. B¨¢sicamente, porque los ayuntamientos, como instituci¨®n, est¨¢n limitados por unos h¨¢bitos burocr¨¢ticos que de forma invariable encorsetan la imaginaci¨®n de las personas".
"En Alcobendas", contin¨²a ChenolI, "se cay¨® en una especie de colosalismo. El ayuntamiento construy¨® una casa de la cultura enorme que ahora no se sabe aprovechar por falta de organizaci¨®n y por las injerencias constantes de los concejales. El af¨¢n de controlarlo todo ha llevado, por ejemplo, a que los tr¨¢mites burocr¨¢ticos y las discusiones hayan retrasado el inicio del curso de la universidad popular. Los proyectos presentados por grupos j¨®venes se eternizan en las ventanillas oficiales. Para m¨ª, y no hablo ya exclusivamente de Alcobendas, se est¨¢ haciendo una pol¨ªtica cultural de fuegos artificiales y se confunde la participaci¨®n con el consumo. No .basta que miles de personas acudan a una semana de cine para hablar de una revitalizaci¨®n cultural".
300 millones de presupuesto
La mayor¨ªa socialista que gobierna el ayuntamiento no est¨¢ de acuerdo con esta cr¨ªtica. No es s¨®lo la Casa de la Cultura el centro de atenci¨®n. Alcobendas ha destinado este a?o, de un presupuesto de 1.600 millones de pesetas, m¨¢s de 300 millones a la atenci¨®n sociocultural. La universidad popular se lleva 56 millones; la guarder¨ªa municipal, 45; el centro psicopedag¨®gico, 86, y el polideportivo, 63.
Menos cr¨ªtico respecto al papel de los ayuntamientos es Eduardo Capa, un segoviano de 63 a?os, de los que lleva 23 afincado en Arganda del Rey. En su taller de fundici¨®n se han reproducido esculturas de los mejores artistas del pa¨ªs y d¨¦ todo el mundo, am¨¦n de recibir continuamente visita s de otros maestros que acuden a practicar y trabajar con ¨¦l.
Capa piensa que la explosi¨®n del hecho cultural es cierta y sobre todo inevitable: ."Hab¨ªamos llegado a un punto de estancamiento tan agudo que por s¨ª solo pugnaba por generar la reactivaci¨®n. Los ayuntamientos se han esforzado por recuperar una cultura tradicional casi perdida, pero esto no basta; cada ¨¦poca tiene sus necesidades, y hay que cumplirlas. Lo que ocurre es que siempre hay una resistencia al cambio".
En Arganda, que destina 14 millones de su presupuesto a las actividades culturales, viven hoy cuatro personas venidas de fuera por cada una nacida en el pueblo. Capa parece no tenerle miedo a nada. Prefiere la comprensi¨®n al rechazo. "La avalancha de inmigrantes ha difuminado mucho la tradicional personalidad del pueblo, eso es cierto, pero tambi¨¦n ha aportado savia nueva, una nueva forma de ver las cosas. Yo he colaborado con todas las iniciativas municipales porque he visto que eran limpias, que no se primaba a nadie por sus adscripciones ideol¨®gicas; pero tambi¨¦n he observado que una parte de la poblaci¨®n, la que no vot¨® a la corporaci¨®n de izquierdas, se ha marginado del hecho cultural, como si hubiera una cultura de izquierdas y otra de derechas. A m¨ª esto me parece muy grave porque pienso precisamente que es la cultura la encargada de limar las asperezas".
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