Suspenso a un graduado
No es c¨®modo ejercer, sin vocaci¨®n, de iconoclasta, pero no hay otro remedio. El graduado fue un filme norteamericano de enorme ¨¦xito, que marc¨® en parte los gustos de la generaci¨®n que comenz¨® a despertar en 1968 -todo un a?o de ojos abiertos- y que, en cierta manera, fue entonces un factor no desde?able de la educaci¨®n no solo cinematogr¨¢fica, sino incluso sentimental, de multitud de j¨®venes.En realidad, este famoso filme de Mike Nichols -nacido en 1931 en Alemania con el nombre de Michael Igor Pechkowsky es uno de los primeros, y tal vez el de mayor audiencia, que abrieron, todav¨ªa con m¨¦todos indirectos si se les compara con el absoluto destape verbal y pl¨¢stico posterior, la brecha de otra sexualidad, mucho m¨¢s c¨ªnica, abierta y franca que la establecida en las convenciones tradicionales del cine de Hollywood.
De ah¨ª procede, junto con su instinto para elegir repartos brillant¨ªsimos, casi todo el atractivo de este cineasta encumbrado, pero menor, que hoy, cuando debiera estar por edad en la cima, ya est¨¢ sin remedio arrumbado en la cuneta, en el desprestigio, en la jubilaci¨®n anticipada de los globos desinflados. En realidad, una buena parte de la desmesurada y ef¨ªmera resonancia de El graduado est¨¦ cimentada m¨¢s que en sus calidades cinematogr¨¢ficas, que son pocas, en otras causas exteriores de, por as¨ª decirlo, oportunidad sociol¨®gica.
Mike Nichols era un cineasta joven cuando se hizo de oro -tengo entendido que particip¨® en la producci¨®n y en las astron¨®micas ganancias de su filme con El graduado. Lleg¨® Nichols al cine precedido de una fama, a lo Orson Welles, de ni?o terrible y prodigio del teatro y el cabaret neoyorquinos. Con tal leyenda a cuestas, se enfrent¨® en 1966 con la puesta en escena cinematogr¨¢fica del drama de Edward Albee ?Quien teme a Virginia Wolf? y ciertamente el joven genio no pas¨® de hacer teatro muy mal filmado, que solo la presencia del duo estelar Richard Burton-Liz Taylor salv¨® de la quema.
Dos a?os despu¨¦s afront¨® El graduado y, otra vez apoyado en un d¨²o de estrellas -¨¦stas de luz nueva- compuesto por la mag n¨ªfica Anne Bancroft y la revelaci¨®n de un actor de nuevo estilo, bajito, feo y magn¨ªfico, como Dustin Hoffman, d¨²o en el que terci¨® otra maravillosa descono cida, Katharine Ross, se quit¨® Nichols la espina del desastre anterior. El ¨¦xito fue inmenso Luego, en 1969, le lleg¨® el turno a otro relativo fracaso, pese a que la colecci¨®n de estrellas fue esta vez apabullante, con Catch-22. Y finalmente, en 1971, nuevo ¨¦xito espectacular con Conocimiento carnal, de la mano de otro buen tr¨ªo interpretativo compuesto por Art Garfunkel, Ann Margret y Jack Nicholson. Despu¨¦s, casi la nada. Abierta la brecha, el rompedor Mike Nichols fue arrastrado por la ola que ¨¦l con tribuy¨® a desencadenar y desapareci¨®, a los 41 a?os, y al parecer sin remedio, de las n¨®minas del candelero cinematogr¨¢fico internacional.
Pero esta l¨ªnea recta hacia el fracaso estaba ya contenida en la naturaleza art¨ªsticamente mediocre de sus ¨¦xitos, cuya entidad cinematogr¨¢fica estuvo muy por debajo del enorme y equ¨ªvoco volumen de su negocio. Hoy, El graduado, al haber perdido su sentido como filme de ruptura de normas establecidas, es, con solo quince a?os de existencia, una reliquia casi prehist¨®rica. Andrew Sarris, el sagaz y famoso cr¨ªtico norteamericano, fue el ¨²nico en su pa¨ªs -en cambio, la mayor parte de la cr¨ªtica europea fue muy dura con el filme- que se atrevi¨® a nombrar entonces lo innombrable: la vaciedad y el mediocre artificio de mala complicidad narrativa que encubre El graduado, bajo su brillante factura t¨¦cnica y los excelentes int¨¦rpretes.
El graduado se emite hoy a las 22.45 por la primera cadena.
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