La pianista Virsaladse y la Real Filarm¨®nica de Londres, virtuosismo individual y colectivo
Real Filarm¨®nica de Londres.
Ciclos de la Orquesta y Coro Nacionales. Director: Yuri Temirkanov. Solista: Eliso Virsaladse, piano. Obras de Berlioz, Beethoven y Prokofiev.
Teatro Real, Madrid, 4, 5 y 6 de noviembre.
Una vez m¨¢s, la visita de la Royal Philharmonic ha constituido un triunfo de los grandes. Es conocida la calidad profesional de los instrumentistas brit¨¢nicos y, en el caso de esta orquesta, la extraordinaria val¨ªa de las cuerdas que no en todas las secciones de viento obtiene respuesta de igual nivel.
En todo caso, nada m¨¢s iniciar su actuaci¨®n con la rutilante obertura de Berlioz El corsario los asiduos de los viernes -y cuantos encontraron un rinc¨®n para colocarse- estallaron en una potente ovaci¨®n. Est¨¢bamos ante el virtuosismo colectivo, el m¨¢s impresionante de cuantos puedan darse.
Viene esta vez al frente de la Real Filarm¨®nica londinense uno de los j¨®venes leones de la direcci¨®n sovi¨¦tica: Yuri Temirkanov (Zaragej, 1938), perteneciente a la generaci¨®n de Metha, Carlos Kleiber, Abbado, Ozawa y L¨®pez Cobos. Pero las caracter¨ªsticas de este maestro impetuoso, seguro, amigo de la vivacidad y las sonoridades suntuosas, fiel guardi¨¢n de la exactitud r¨ªtmica, no demasiado expresivo ni cuidador de la planificaci¨®n sonora, deben referirse a la herencia recibida de los maestros de su pa¨ªs. No en vano fue adjunto de Mravinski, antes de: ocupar la direcci¨®n del teatro Kirov, en 1976.
La Quinta sinfon¨ªa, de Sergio Prokofiev, una de sus m¨¢s bellas p¨¢ginas orquestales, encontr¨® en Temirkanov un traductor voluntarioso, brillant¨ªsimo, voraz consumidor de decibelios.
Carga l¨ªrica
Y la obra, junto a la impetuosa luminosidad, encierra una carga honda de lirimo m¨¢s evidente por la riqueza y personalidad de la invenci¨®n t¨ªmbrica. Hasta d¨®nde llega la virtuosidad de las cuerdas londinenses, qued¨® demostrado en el final de Romeo y Julieta, del mismo Prokofiev, ofrecido como propina; hasta d¨®nde alcanza su flexibilidad musical, la gracia del fraseo, la suavidad de acentos y articulaciones, pudo medirse en otra propina: la orquestaci¨®n del m¨¢s c¨¦lebre momento musical, de Schubert.
En la parte centro del programa, una distinguida pianista georgiana, Eliso Virsaladse, asumi¨® la parte protagonista en el Concierto emperador, de Beethoven. Me parece que Temirkanov no permiti¨® a la solista la dosis necesaria de libertad para impostar su trabajo en el de la orquesta. Sin embargo, quedaron patentes las refinadas calidades -en el sonido y en el concepto, en la manera de decir y en la de crear ambientes- de Virsaladse, due?a de un sonido m¨¢s fuerte que lleno y de una capacidad po¨¦tica extraordinaria, por no insistir sobre la t¨¦cnica virtuosista que debe darse por supuesta cuando se alcanzan los triunfos de la pianista sovi¨¦tica.
No s¨¦ si el Emperador es la obra que mejor conviene a Eliso Virsaladse, lo que apunto con timidez dada mi natural repugnancia a encasillamientos y especializaciones, tantas veces desmentidas por exceso o por defecto.
En cualquier caso, hemos escuchado a una gran pianista junto a una orquesta de primer¨ªsima clase conducida por uno de los nombres que cuentan y contar¨¢n mucho m¨¢s en el futuro dentro del panorama actual de la direcci¨®n. El entusiasmo de los realistas rompi¨® todos los muros de contenci¨®n. No hubo manos ca¨ªdas ni prisa loca por alcanzar la plaza de Oriente.
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