Friedrich Cerha, gran int¨¦rprete de la escuela de Viena
Con la colaboraci¨®n de la embajada de Austria en Madrid, la Fundaci¨®n March ha podido contar con la presencia del maestro Cerha y su conjunto Die Reihe para un concierto que no s¨®lo ha supuesto el punto culminante del interesante ciclo sobre la Escuela de Viena que se est¨¢ desarrollando y en el cual se integraba esta sesi¨®n de ayer, sino que tambi¨¦n quedar¨¢ como uno de los hitos de la presente temporada madrile?a.El programa comprend¨ªa Concierto Op. 24, Tres piezas para cuarteto y soprano (1913), Dos Lieder 0p.8, Cuatro Lieder Op. 13 y Seis piezas para orquesta Op. 6, (Ant¨®n Webern) y Tres peque?as piezas para orquesta de c¨¢mara (1910), Pierrot Lunaire Op. 21 (Arnold Sc?nberg).
El concierto no era una sorpresa para el p¨²blico, A pesar de ser d¨ªa festivo en Madrid y a pesar de la hora de comienzo del concierto -la una de la tarde-, ¨²nica posible para aprovechar la escala de los m¨²sicos entre Lisboa y Par¨ªs, la sala de la Fundaci¨®n Juan Marcha se empez¨® a cubrir a las diez de la ma?ana y se vio completamente desbordada por aficionados cautivados durante la escucha y a quienes lo sin¨²sicos vieneses hubieron de hacer gestos ostensibles de que el avi¨®n esperaba para que recortaran sus aplausos entusiastas.
Bien justificados estaban. Segurarnente no hay, en el imundo un m¨²sico -compositor y director- mejor conocedor del legado musical de la Escuela vienesa que Fiedrich C¨¦rlia, como tampoco debe de haber un grupo instrumental m¨¢s avezado en Ia interpretaci¨®n de esta m¨²sica que el sensacional Die Reihe, formado por solistas extraordinarios uno a uno y con un sentido del hacer m¨²sica en conjunto sencillamente admirable. As¨ª son sus actuaciones: rigor y emoci¨®n, lecci¨®n y goce. Algo ejemplar.
La joven soprano Adrienne Csengery posee un hermoso timbrebocal y canta con alinaci¨®n segura y buen gusto. No pudimos eludir el recuerdo de la versi¨®n escuchada hace anas semanas de Pierrot Lunaire a cargo de Jane Manning, artista m¨¢s veterana y que -quiz¨¢ con una voz menos bella- profuncliza bastante m¨¢s en la expresilvil¨²ad de los textos y ofrece un dominio mayor de las posibilidades rriusicales del sprechgesang, pero lo cierto es que la Csengery "aguant¨®" el inmejorable nivel del conjunto en tan comprometida obra, despu¨¦s de haber cantado espl¨¦ndidamente las p¨¢ginas de wetiernianas.
Para m¨ª la cima del concierto estuvo, no obstante, en la interpretaci¨®n de la Op.6 de Anton Webern. Obra originalmente concebida para una orquesta sinf¨®nica gigantesca, la reducci¨®n camer¨ªstica del propio Webern, es uno de los trabajos m¨¢s excepcionales del arte de instrumentar que registra la historia de la m¨²sica. Al escuchar la obra a Die Reihe, uno tiene la sensaci¨®n de estar viviendo uno de esos momentos, que dan plena just¨ªficaci¨®n a ese hecho cultural y social llamado concierto.
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