L¨®pez Cobos dirige en Ginebra el homenaje a Ernest Ansermet
Jes¨²s L¨®pez Cobos ha obtenido el ¨²ltimo fin de semana un gran ¨¦xito con la direcci¨®n, en el Gran Teatro de Ginebra, del nuevo montaje de la ¨®pera Pell¨¦as et Melisande, de Claudio Debussy, presentada en homenaje al maestro Ernest Ansermet en el centenario de su nacimiento. La est¨¦tica debussyana se resume, en cierto modo, en la ¨®pera sobre el drama de Maeterlinck, que -al decir del compositor- "a pesar de su atm¨®sfera on¨ªrica encierra m¨¢s honda humanidad que los supuestos documentos sobre la vida". Lo que en principio resultaba id¨®neo al pensamiento po¨¦tico y renovador de Claudio de Francia.
Teatro de ensue?o en el que la acci¨®n cede a la contemplaci¨®n, la realidad a la distancia, y en cuyos escenarios se crea una atm¨®sfera cambiante en los matices y est¨¢tica en su aire general.
A la vista de las tradiciones francesas e italianas y del mismo pangermanismo wagneriano, Debussy establece, como base, el tratamiento del idioma, la musicalizaci¨®n de la lengua francesa, que -seg¨²n la po¨¦tica de Maeterlinck- est¨¢ en la ra¨ªz de la partitura debussyana y en la de cada una de sus frases y notas.
Dice Debussy que la melod¨ªa de Pell¨¦as et Melisande es antil¨ªrica, lo que s¨®lo es cierto si pensamos lo que se entend¨ªa por l¨ªrico en la ¨®pera a principios de siglo, pues la ¨®pera de Debussy es el m¨¢s largo, noble y refinado poema l¨ªrico que nadie haya podido imaginar. Un lirismo en continuo movimiento en el que no existen frases cortadas ni vanos de menor inter¨¦s, sino un continuo fluir en el que se funden la palabra po¨¦tica, los sentimientos, la continua vocalidad y una orquesta entendida no como decorado o ambiente, sino como coprotagonista de la obra en su incesante y nov¨ªsimo "hablar con m¨²sica",
Santuario de sultilezas
Al final, aun cuando Pell¨¦as et Melisande est¨¦ ya situada en la historia, cada vez que se representa parece dar la raz¨®n a Ortega y Gasset cuando hablaba de m¨²sicas, como la debussyana, eterna y radicalmente impopulares. Con ocasi¨®n del estreno mundial de la obra, Paul y Dukas escribe: "A decir verdad, la concepci¨®n po¨¦tica y la realizaci¨®n musical de este drama l¨ªrico difieren demasiado de lo que el p¨²blico est¨¢ acostumbrado a aceptar como f¨®rmula moderna de teatro cantado para que, incluso si se le supone enterado, no deje de testimoniar su sorpresa".Es dif¨ªcil penetrar en ese santuario de sutilezas, en ese clima extra?o, a veces luminoso y a veces brumoso, ni siquiera guiados por la maravillosa m¨²sica de Debussy, simple y superelaborada, de un primitivisino explicable tan s¨®lo como viaje de vuelta de las m¨¢s evidentes y expansivas experiencias culturales. No se trata ya de entender los s¨ªmbolos, ni de adentrarnos, desde la lejana, en el secreto de unos caracteres enigm¨¢ticos, sino de saber escuchar la resonancia que despierta en nosotros un mundo m¨¢gico, unos climas metamorfo se antes, unas coloraciones a la vez pl¨¢sticas y an¨ªmicas, un misterio pleno de luces y una incisi¨®n direct¨ªsima sobre lo sensorial que es lo que, en definitiva, importa m¨¢s que lo sentimental en el caso de Pell¨¦as et Melisande.
El director espa?ol
L¨®pez Cobos, director de la ?pera de Berl¨ªn hasta 1986 por lo menos y titular de la Orquesta Nacional de Espa?a a partir d enero, hizo sonar a la Orquesta de la Suisse Romande como en sus mejores d¨ªas, de manera que ella por s¨ª sola sosten¨ªa la calidad de la representaci¨®n y defend¨ªa el significativo homenaje a Ansermet. El director esc¨¦nico, Fran?ois Rochaix, que tantos ¨¦xitos obtuvo con el montaje de Muerte en Venecia de Britten o Fierabras de Schubert, ha logrado ahora resultados de gran belleza, muy puestos al servicio del texto y de la partitura, en una actitud creativa a la que tambi¨¦n responden los escenarios y figurines de Jean-Claude Maret y la luminotecnia de Jean-Philippe Roy.La norteamericana Faith Esham dio al personaje de Melisande toda la expresividad, tan enigm¨¢tica como ingenua, que requiere, por la belleza de su voz y a la perfecci¨®n de su dicci¨®n. Otro nombre habitual en los teatros norteamericanos, Jerome Pruett, le dio respuesta en un Pell¨¦as esbozado con gran finura y que no parece realizado en su plenitud. Magn¨ªfico el Golaud del finland¨¦s Tom Krause, definido hasta evidenciar con claridad la problem¨¢tica del personaje. Jules Bastin, el, gran artista belga, revalid¨® su arte grande y expresivo y luci¨® nobleza de medios y exactitud de criterio. Efidan Arzoni, vienesa de 14 a?os, bord¨® el expectan¨ªc papel del peque?o Yniold y Jocelyne Taillon, que fuera disc¨ªpula de la Lubin, construy¨® una Genevi¨¨ve de acentos intimistas.
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