Lo te¨®rico y Alfonso Sastre
Nos propon¨ªa el pasado domingo Alfonso Sastre un poco m¨¢s de luz sobre la cada vez m¨¢s dolorosa y cruel cuesti¨®n vasca. Nada tan bien venido como la luz, desde luego, siempre que no sea luz de gas. Apunta Sastre que alguna peque?a luz te¨®rica comienza a abrirse paso entre las tinieblas de la intelligentsia madrile?a, y a aumentar tan necesario foco promete dedicarse. Pero lo que de su luz relumbra es como el invisible fulgir de aquella llama de la vela apagada. que inquiet¨® a Lewis Carroll; es una luz oscura, m¨ªstica luminaria que habr¨ªa quiz¨¢ hecho las delicias del maestro Eckhart, pero que dif¨ªcilmente nos servir¨¢ para leer con su ayuda la realidad del problema que nos preocupa. En una palabra, a Sastre le pasa lo contrario que al Dios del G¨¦nesis: cuando dice "Que sea la luz", se funden todos los plomos y ya nadie ve ni gota. L¨¢stima, porque buena voluntad parece que no le falta.Empecemos antes que nada por tributar a Sastre el reconocimiento intelectual y humano que merece y que desde las primeras l¨ªneas de su art¨ªculo nos reclama. Como tantos otros, le admiro como espectador de sus dramas, leo sus interesantes relatos y te respeto muy sinceramente como persona y como honrado luchador antifranquista. Tambi¨¦n le concedo sin rechistar que "una gran pasi¨®n por la verdad" rija desde siempre su vida. De todas formas, me impresionar¨ªa m¨¢s su amor a la verdad si no pareciese tan impl¨ªcitamente seguro de Poseerla casi toda, lo mismo que admirar¨ªa a¨²n m¨¢s su honradez intelectual si no le viese tan decidido, a dudar de: la de quienes discrepan de ¨¦l. Porque lo tristemente cierto es que el mundo est¨¢ lleno de amantes de la verdad tan letales en los transportes de su amor corno nunca llegar¨¢n a serlo los peores hip¨®critas; y de personas espantosa, agresiva, abrumadoramente honradas en cuyo camino rectil¨ªneo m¨¢s vale no cruzarse. Desde el punto de vista de la luz buscada, la descalificaci¨®n traum¨¢tica del enemigo aporta m¨¢s bien poco, sobre todo cuando uno pretende que tal adversario deje efectivamente de serlo. Por Io tanto, admitamos que hay tan escaso pecado en. estar a gusto en la caverna matritense como en jugar en Fuenterrab¨ªa a ser una Madame Butterfly que espera a su comodoro del Volga para que la rescate del imperialismo centralista. Y sigamos tratando de hacer luz.
Ni problema. pol¨ªtico, ni problema policiaco, ni simple mezcla de ambos: lo que Alfonso Sastre propone- a quien corresponda es considerar la cuesti¨®n vasca como un problema te¨®rico.
Y ¨¦l mismo se jalea diciendo que hay que echarle mucho valor al asunto para enfocarlo as¨ª; pero, aunque el coraje desde luego nunca sobra, digo yo que la teor¨ªa ha de requerir m¨¢s sutiles aptitudes. La teor¨ªa, para Sastre, resulta ser la ciencia, y ¨¦sta conviene, ni m¨¢s ni menos, con la verdad cuya pasi¨®n domina su vida; frente a ella se instala la ideolog¨ªa, criatura pol¨ªtica frecuentemente pose¨ªda por el m¨¢s err¨®neo y grosero pragmatismo. La m¨¢s notable caracter¨ªstica de la teor¨ªa-ciencia es, siempre seg¨²n Sastre, su insonorizaci¨®n: en efecto, "la teor¨ªa se hace en un lugar donde no se: oye el ruido de los sables, sino los dictados del entendimiento y de la voluntad ¨¦tica". Ahora bien, en qu¨¦ consiste precisamente tal teor¨ªa, eso Sastre no nos lo dice. S¨®lo sabemos que es una cosa muy buena e iluminadora que ¨¦l tiene y los dem¨¢s apenas vislumbran, que exige mucho valor y notable amor a la verdad; una vez aceptado humildemente todo ello, Sastre es tan cruel que se calla y nos escamotea la teor¨ªa-ciencia que necesitamos tan perentoriamente. Lo poco que se le escapa sirve solamente para desconcertarnos. Por ejemplo, cita con aprobaci¨®n a Lenin como defensor de las exigencias te¨®ricas. Pues, se?or, si Lenin es un te¨®rico-cient¨ªfico, los ide¨®logos ser¨¢n Max Weber o quiz¨¢ Einstein... M¨¢s adelante recomienda los art¨ªculos de Jes¨²s Ib¨¢?ez, que en efecto son muy de considerar, pero le reprende por utilizar el t¨¦rmino terrorismo, en su noci¨®n acr¨ªtica e ideol¨®gica. En cambio, Sastre, supongo que como ejemplo de teor¨ªa-ciencia aplicada, emplea conceptos puros tan libres de adherencias ideol¨®gicas como "chovinismo de gran potencia", "autogobierno", "internacionalismo", "homogeneizaci¨®n planetaria como programa del imperialismo", etc¨¦tera. Pasen y vean, la luz est¨¢ servida.
No aspiro a ser te¨®rico ni cient¨ªfico; quiz¨¢ resulta que no amo tan fren¨¦ticamente la verdad como Alfonso Sastre. Pienso desde un sitio donde se oye el ruido de los sables, que es muy crispante. Pero no es eso todo ni lo peor se oyen tambi¨¦n disparos, tiros en la nuca de alg¨²n joven de 19 aflos con uniforme, de alguna mujer embarazada, de alg¨²n padre de familia o de alg¨²n jubilado. Y explosiones, y peticiones de rescate y gritos de dolor de los torturados por los amantes de la verdad de todo pelaje. Ingenua, ideol¨®gicamente, creo en las soluciones pol¨ªticas, y considero que un pol¨ªtico en ejercicio no puede renunciar a ellas sin presentar de inmediato su dimisi¨®n. Pero tambi¨¦n comprendo que las medidas policiales no son m¨¢s escandalosas que los m¨¦todos criminales de quienes las provocan, siempre que se respete al aplicarlas la legalidad constitucional. Tengo, si no una Teor¨ªa-Ciencia ¨²nica, varias ideas sobre el autogobierno de los pueblos y la profundizaci¨®n de la democracia, pero ninguna que justifique ni acepte la pr¨¢ctica criminal de las bandas terroristas. Mi papel es ¨¢ulico, desde luego, y desde las aulas trato de argumentar la ¨²nica verdad ¨¦tica, que no es sino la primac¨ªa de la comunicaci¨®n sobre la violencia y la urgente abolici¨®n de la crueldad instrumental. Me asquea utilizar a los j¨®venes como carne de ca?¨®n o tropas de choque en defensa de ideales pol¨ªticos incompetentes, brumosos y mil veces refutados por la historia de nuestro siglo. No quiero vivir convertido en una Casandra del venidero genocidio vasco, sino trabajar pr¨¢cticamente por que acabe la violencia provocadora que a poco que nos descuidemos terminar¨¢ por acarrearlo. En una palabra, no veo por parte alguna la luz prometida por nuestro dramaturgo, y temo muy mucho que la teor¨ªa-ciencia de Sastre sea m¨¢s bien una ciencia desastrosa.
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