Washington impone sus intereses a Europa en la OTAN, seg¨²n el laborista Stuart Holland
La asociaci¨®n entre los pa¨ªses de Europa occidental y EE UU en el seno de la OTAN s¨®lo tiene posibilidad de sobrevivir si cambia y se convierte en una relaci¨®n entre iguales" ya que en la actualidad "no es una alianza, sino una hegemon¨ªa norteamericana sobre los intereses europeos". ?sta es la opini¨®n del pol¨ªtico y economista brit¨¢nico Stuart Holland, miembro del Gabinete fantasma (Shadow Cabinet) del Partido Laborista del Reino Unido y diputado por Londres en el Parlamento de este pa¨ªs Holland, responsable de cooperaci¨®n y desarrollo internacional en el Gabinete de Neil Kinnock, participa en Madrid en un simposio sobre Estado y sector p¨²blico, organizado por la fundaci¨®n Hogar del Empleado y el Colegio de Economistas de Madrid.Si los laboristas brit¨¢nicos alcanzan el poder en las pr¨®ximas elecciones parlamentarias, en 1987, se enfrentar¨¢n a la tarea, previsiblemente dif¨ªcil, de llevar a la pr¨¢ctica los compromisos contra¨ªdos en los temas de defensa. A saber: la retirada de los euromisiles, que se est¨¢n instalando ahora en el Reino Unido, y el desarme unilateral. Este ¨²ltimo, en una f¨®rmula combinada con la creaci¨®n de una zona desnuclearizada en Europa central. Las tesis laboristas en materia de defensa "no lograron el suficiente apoyo popular" en las elecciones legislativas del pasado jumo, que dieron la victoria a los conservadores de Margaret Thatcher. Sin embargo, la presencia en el Reino Unido de los misiles de crucero norteamericanos ha despertado la conciencia de la poblaci¨®n, seg¨²n opina Holland, bas¨¢ndose en las encuestas a tenor de las cuales el 74% de los brit¨¢nicos estar¨ªa dispuesto a pagar para que Londres compartiera el control de los misiles con Washington.
La eventualidad de que EE UU no aceptara, llegado el caso, retirar sus armas nucleares del Reino Unido constituye un tema clave. "Si un pa¨ªs como Bran Breta?a no puede decir a su aliado norteamericano que no quiere bases nucleares, entonces no s¨®lo la URSS habr¨ªa convertido en sat¨¦lites suyos a los estados de Europa del Este, sino que tambi¨¦n EE UU habr¨ªa transformado en sat¨¦lites a los Estados de Europa occidental". "?Qu¨¦ sentido tendr¨ªa, pues, elegir Gobiernos y ofrecer a la gente una alternativa en las elecciones?", subraya el pol¨ªtico brit¨¢nico, optimista sobre la capacidad de una acci¨®n combinada europea. "Estamos convencidos de que EE UU no podr¨¢ resistir la presi¨®n conjunta de varios Gobiernos occidentales y de los movimientos pacifistas para que retire los misiles", dice.
Holland cree que, para evitar la guerra "por incidente o por accidente" en Europa, las superpotencias deber¨ªan llevar las armas nucleares a sus respectivos territorios, con lo cual el continente se transformar¨ªa en un "espacio de defensa" con menor riesgo de guerra, y un "espacio pol¨ªtico" para la negociaci¨®n y la cooperaci¨®n entre el Este y el Oeste. Con la actual Administraci¨®n estadounidense, esta pol¨ªtica no es practicable, se?ala el dirigente laborista.
Holland es uno de los principales impulsores del programa para buscar una salida a la crisis econ¨®mica internacional, gestado por un grupo de economistas vinculados a la socialdemocracia europea. Para las pr¨®ximas elecciones al Parlamento Europeo, en junio de 1984, los laboristas preparan, junto con otros partidos socialistas, una plataforma centrada en la lucha contra el militarismo, el monetarismo y el capital multinacional, ya que "ni la CEE ni los partidos de derecha, incluidos los que respaldan a KohI en la RFA y a Thatcher en Gran Breta?a, tienen un proyecto para salir de la depresi¨®n y crear puestos de trabajo". El diputado laborista se?ala que, "aunque la situaci¨®n econ¨®mica no siga deterior¨¢ndose, dentro de 10 a?os habr¨¢ m¨¢s de 20 millones a parados en Europa". Para remediarlo ser¨ªa necesaria una acci¨®n plurinacional y una cuantiosa inversi¨®n, a la que se oponen los monetaristas, argumentando que contribuir¨ªa al aumento de la inflaci¨®n.
Tras su fracaso electoral, el Partido Laborista trata de recuperar la unidad perdida. La nueva directiva, encabezada por Neil Kinnock, surgida del ¨²ltimo congreso del partido el pasado octubre, pertenece a una generaci¨®n no vinculada ni a la URSS ni a EE UU y "cada vez m¨¢s preocupada por la defensa de la autonom¨ªa y la soberan¨ªa nacional ante las dos superpotencias", dice el pol¨ªtico brit¨¢nico.
La esperanza laborista de recuperar el electorado perdido se ve en parte alimentada por la "contribuci¨®n de Margaret Thatcher", consistente en m¨¢s de tres millones de parados registrados y otros cuatro millones sin registrar.
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