A Helmut Schmidt le llaman 'el fugitivo'
?Sabes que Schmidt no habla ma?ana?", dijo al corresponsal de EL PAIS un funcionario de la barraca, la sede del Partido Socialdem¨®crata en Bonn, el viernes pasado en los pasillos del congreso del SPD en Colonia." ?Por qu¨¦, qu¨¦ ha pasado?", fue la pregunta inmediata.
"El tesorero del SPD se ha negado a pagarle los 20.000 d¨®lares (unos tres millones de pesetas)que cobra por cada ' discurso", respondi¨® el funcionario, y se ri¨® a carcajadas con el chiste, que pronto corri¨® de boca en boca entre los asistentes al congreso socialdem¨®crata que ayer concluy¨® en Colonia.
El semanario Der Spiegel bautiz¨® en su n¨²mero de la semana pasada al ex canciller Schmidt con el mote de el doctor Kimble del SPD (El fugitivo), el personaje de la serie televisiva-norteamericana que siempre tiene que escapar. Desde que abandon¨® la canciller¨ªa, el 1 de octubre de 1982, Schmidt ha pronunciado conferencias o impartido lecciones magistrales de alta pol¨ªtica en Jap¨®n, M¨¦xico, Canad¨¢, Arabia Saud¨ª, Egipto, Espa?a, Portugal, Grecia, Francia, B¨¦lgica, Reino Unido y una media docena de viajes a Estados Unidos. El ex canciller y hoy diputado por Bergedorf, un barrio de Hamburgo, se ha convertido en un n¨²mero del show internacional de la mano de una agencia que comercializa ex pol¨ªticos.
Por 20.000 d¨®lares se puede contratar al ex canciller Schmidt en la agencia norteamericana de Harry Walker para una conferencia en el a?o transcurrido; desde que dej¨® la canciller¨ªa Schmidt pronunci¨® 40, aunque s¨®lo cobr¨® la mitad, seg¨²n su oficina. Der Spiegel calcula que Schmidt gan¨® con su labia medio mill¨®n de d¨®lares (77 millones de pesetas) adem¨¢s de su sueldo mensual como diputado de Bergersdorf, unas 600.000 pesetas mensuales, y otro tanto que percibe como jubilado de sus cargos en el Gobierno durante 13 a?os. Demasiado para un partido que tiene como clientela electoral los mineros y sider¨²rgicos de? Ruhr y los trabajadores de los astilleros de Breman y Hamurgo. A Schmidt nunca le import¨® mucho el partido, del que todav¨ªa es vicepresidente y diputado. Las querellas y disputas internas le estorbaban en su tarea y misi¨®n de gobernar. Cuando los gritos llegaban desde la barraca y traspasaban las barreras de la canciller¨ªa, Schmidt gru?¨ªa y preguntaba, "?qu¨¦ hace Willy que no pone orden en la pocilga?".
de enero y no pronunci¨® ni un discurso m¨¢s en el Parlamento federal (Bundestag).
Apartamiento casi total
El resultado de este distancia. miento de Helmut Schmidt respecto a su partido ha quedado ex puesto de forma palpable en la votaci¨®n de la presidencia del SPD Helmut, Schmidt no apareci¨® casi nunca por la sede de su formaci¨®n pol¨ªtica, apenas no intervino en la campa?a electoral M pasado mes de enero y no pronunci¨® ni un discurso m¨¢s en el Parlamento federal (Bundestag).
Apartamiento casi total
El resultado de este distanciamiento de Helmut Schmidt respecto a su partido ha quedado expuesto de forma palpable en la votaci¨®n de la presidencia del SPD sobre los misiles, donde el ex canciller se encontr¨® casi solo, con algunos vasallos.
La arrogancia del poder llev¨® a Schmidt a perder contacto con la realidad, hasta ignorar lo que ocurr¨ªa en el pa¨ªs, sacudido por la marea pacifista y el miedo al holocausto nuclear.
La ignorancia de la realidad hizo que Schmidt calificase de "figuras turbias" a los que un d¨ªa se manifestaron por primera vez a decenas de miles contra los mis?les, que el canciller hab¨ªa provocado con su doble decisi¨®n de la OTAN de la que considera padre.
Schmidt crey¨® que con la doble decisi¨®n -negociar al desarme y amenazar a la Uni¨®n Sovi¨¦tica con el estacionamiento de los nuevos misiles- si no se llegaba a un acuer o de desarmes podr¨ªa llegar a una reducci¨®n de las armas nucleares en Europa.
Demasiado para Schmidt y para un pa¨ªs con una soberan¨ªa limitada por las consecuencias de la segunda guerra mudial. Estados Unidos tom¨® por la palabra la acusaci¨®n de Schmidt en Londres, de que hab¨ªa unas ?arroas de la zona gris" entre las convencionales y las nucleares estrat¨¦gicas, y aceler¨® los planes de producir y estacionar los Pershing 2 y los n¨²siles Crucero para estacionarios en Europa y tener en jaque a la Uni¨®n Sovi¨¦tica, y poder orientarlos, en caso necesario, hacia las zonas de conflicto en Oriente Medio.
Schmidt qued¨® as¨ª convertido en el aprendiz de brujo, que no fue capaz de controlar los esp¨ªritus que dej¨® escapar. La doble decisi¨®n fue el fracaso de Schmidt, cuya ca¨ªda est¨¢ todav¨ªa sin explicar plenamente, porque habr¨ªa que investigar a fondo el papel que puede haber jugado Washington en la maniobra del cambio en Bonn.
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