El SPD alem¨¢n, contra los misiles
EL PARTIDO Socialdem¨®crata alem¨¢n acaba de celebrar un congreso extraordinario para fijar su posici¨®n definitiva sobre la instalaci¨®n de los euromisiles, que est¨¢ a punto de iniciarse en la RFA, una vez que se ha hecho evidente el fracaso de las negociaciones de Ginebra. Lo primero que llama la atenci¨®n es que un problema de pol¨ªtica exterior, en un momento de aguda crisis econ¨®mica, haya polarizado en tal medida la atenci¨®n de la opini¨®n p¨²blica. El congreso nacional, reunido en Colonia, ha sido precedido de congresos locales y regionales, y en todos ellos predomin¨® el criterio contrario a los euromisiles. El resultado estaba, pues, cantado. Pero faltaba saber cu¨¢ntos delegados seguir¨ªan al antiguo canciller Schmidt, figura que ha desempe?ado un papel esencial en la vida alemana, que fue abogado de la doble decisi¨®n de la OTAN, en diciembre de 1979, y que hoy preconiza la aceptaci¨®n de los euromisiles. Pues bien, el aislamiento de Schmidt ha sido sorprendente. S¨®lo 15 delegados le han seguido, dos se han abstenido y una mayor¨ªa aplastante de los 366 delegados ha votado contra la instalaci¨®n de los misiles.Conviene, recordar que la socialdemocracia alemana de la posguerra no ha sido precisamente lo que cabe imaginar como un partido revolucionario. Fue pieza esencial de la reconstrucci¨®n alemana tras la II Guerra Mundial sobre la base de una sociedad inspirada en el principio del libre mercado. Ha sido uno de los pilares del atlantismo, de un sistema internacional que supone la presencia de tropas norteamericanas en la RFA como garant¨ªa contra la eventualidad de una agresi¨®n sovi¨¦tica. En un congreso que tuvo amplio eco en el mundo, el de Bad Godesberg, la socialdemocracia rompi¨® con el marxismo, ratificando as¨ª su vocaci¨®n reformista dentro de la sociedad actual y su alejamiento de cualquier veleidad revolucionaria. En crisis internacionales decisivas estuvo siempre al lado de Washington.
El recuerdo de esa trayectoria subraya la importancia de la decisi¨®n adoptada por el congreso del SPD: un cambio de rumbo, el repudio de la disyuntiva o con Washington o con Mosc¨², la b¨²squeda de una nueva posici¨®n internacional. Por otra parte, los sondeos indican que una mayor¨ªa de la poblaci¨®n alemana comparte la oposici¨®n a los misiles. Si se tiene en cuenta que fen¨®menos semejantes se est¨¢n produciendo en otros pa¨ªses, no es exagerado afirmar que, por primera vez desde la II Guerra Mundial, los Estados Unidos est¨¢n dando a su presencia militar en Europa formas (los euromisiles) que chocan con las opiniones y sentimientos, no de minor¨ªas, sino de la mayor¨ªa de los europeos. La concepci¨®n de la seguridad de Europa desde Washington, es decir, vista como pieza del pulso nuclear, es diferente de una visi¨®n europea.
El congreso socialdem¨®crata ha argumentado que, en las negociaciones de Ginebra, las dos superpotencias no han querido llegar a un acuerdo. EE UU, como afirm¨® el ex canciller Brandt, prefiere desplegar los Pershing 2 que llegar a un acuerdo. En ese sentido, el contenido mismo de la doble decisi¨®n de la OTAN de 1979 no ha sido observado. Por su parte, los sovi¨¦ticos no han demostrado voluntad de renunciar a una situaci¨®n de cierta ventaja en armamento nuclear de alcance medio. La salida que ha preconizado el congreso de Colonia es que EE UU aplace la instalaci¨®n de los euromisiles, que la URSS realice reducciones dr¨¢sticas de sus SS-20 y que as¨ª puedan proseguir las negociaciones para buscar una situaci¨®n equilibrada al nivel m¨¢s bajo posible. En el debate que comienza el lunes en el Parlamento de Bonn, la propuesta socialdem¨®crata quedar¨¢, sin duda, en minor¨ªa, y el Gobierno Kohl obtendr¨¢ luz verde para aceptar la instalaci¨®n de los misiles. Pero la perspectiva de fuertes conmociones pol¨ªticas no se puede descartar.
En realidad, la idea central de los socialdem¨®cratas .de que a¨²n no han sido exploradas todas las posibilidades de acuerdo y de que conviene, por tanto, aplazar el despliegue es compartida hoy por sectores muy amplios; m¨¢s de 100 miembros de la C¨¢mara de Representantes acaban de dirigirse a Reagan en ese sentido. El ¨²ltimo globo sonda lanzado por los sovi¨¦ticos, que parec¨ªa aparcar el tema de las armas francesas e inglesas, aliment¨® ciertas esperanzas durante un corto espacio, hasta que un desmentido de la agencia Tass volvi¨® las cosas a una realidad cerrada. Es dif¨ªcil saber a qu¨¦ objetivos respond¨ªa esa maniobra in extremis, pero, en todo caso, parece confirmar la impresi¨®n, manifestada con mucha fuerza en el congreso de Colonia, de que no ha existido una voluntad de acuerdo en la mesa de las negociaciones. Hoy, EE UU est¨¢ decidido a realizar la instalaci¨®n, incluso como una manera de demostrar la cohesi¨®n de la OTAN y de no dejar dudas sobre su hegemon¨ªa en la Alianza Atl¨¢ntica. La instalaci¨®n va a dar lugar a fuertes manifestaciones y tendr¨¢ repercusiones de largo alcance, que, en cierto modo, ha anunciado el congreso de Colonia. Hoy, una actitud sobre misiles es, necesariamente, tambi¨¦n una actitud sobre otras cosas. Jubilaci¨®n y fondos de pensiones
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