Las ¨²ltimas, medidas econ¨®micas del r¨¦gimen de Varsovia agravan la dif¨ªcil lucha cotidiana por la supervivencia.
A s¨®lo 10 kil¨®metros del Palacio de la Cultura, en el coraz¨®n de, Varsovia, se encuentra uno de tantos barrios construidos seg¨²n el modelo urban¨ªstico imperante en los pa¨ªses del Este y muchos del Oeste: enormes y amontona dos bloques de casas. Los Kowalski viven en el bajo.El matrimonio -Jan y Mar¨ªa- y los dos ni?os -Mart¨ªn y Julia- viven en un piso alquilado, 63 metros cuadrados y tres habitaciones.
Jan, 36 a?os, f¨ªsico, trabaja en el departamento de investigaci¨®n de una empresa de 2.000 trabajadores, gana 13.500 zlotys mensuales (21.600 pesetas al cambio oficial). Mar¨ªa, 35 a?os, tambi¨¦n f¨ªsica, trabaja de profesora en una escuela de formaci¨®n profesional y gana 10.500 zlotys (16.800 pesetas).
El 'milagro' mensual
Con 24.000 zlotys mensuales la familia, como la mayor¨ªa de las familias polacas, hoy d¨ªa no tiene bastante para vivir. El alquiler del piso cuesta 1.500 zlotys; la guarder¨ªa infantil de la ni?a, otro tanto, y la comida y gastos de la casa suponen unos 1.000 zlotys diarios. La familia tiene cada mes un d¨¦ficit de unos 9.000 zlotys (m¨¢s de 14.000 pesetas). El milagro de los Kowalski lo realizan todos los meses miles de familias en situaci¨®n parecida. El d¨¦ficit se salva a base de tuatro entradas suplementarias, que no tienen nada que ver con la profesi¨®n del matrimonio:
1. La ayuda de los padres, tanto en dinero efectivo como en regalos. El padre de Jan, ya retirado, tuvo un negocio privado de peluquero y pudo ganar bastante dinero.
2. Ahorros excepcionales.Durante las vacaciones de verano, en la regi¨®n d¨¦ los lagos de Masuria, Jan trabaj¨® en la granja de un campesino privado.
3. Algunas chapuzas y encargos que Jan hace fuera de las horas de trabajo.
4. Reventa de productos. Una hermana de Mar¨ªa vive en el extranjero y les manda paquetes de cuando en cuando. Mar¨ªa vende muchas de las cosas que recibe y consigue casi el doble de su sueldo.
Jan y Mar¨ªa est¨¢n empe?ados. Han tenido que solicitar un cr¨¦dito a la empresa -20.000 zlotys, sin inter¨¦s-, que servir¨¢n s¨®lo para pagar un abrigo de 9.000 zlotys (14.400 pesetas) y unos zapatos, que cuestan 8.000 zlotys (12.800 pesetas), para Mar¨ªa, que lo necesita ante el inminente invierno.
Jan esper¨® 11 a?os la concesi¨®n del piso desde que se apunt¨®. Despu¨¦s de casados vivieron siete a?os con los padres de ella, en otra ciudad polaca. En la vivienda habitaban tres familias: los padres, el matrimonio Kowalski y la hermana de Mar¨ªa, casada y con una ni?a.
Julia, la ni?a, de cuatro a?os, comi¨® por primera vez hace dos semanas un pl¨¢tano, que le gust¨® mucho. Mart¨ªn, su hermano, de ocho a?os, lo comi¨® por segunda vez en su vida.
Los Kowalski consideran normal su situaci¨®n; "toda la gente con la que tenemos contacto est¨¢ por el estilo. No conocemos a nadie que viva sin ayuda de sus padres", y aseguran que las cosas empezaron a ponerse mal en 1980. A la observaci¨®n de que entonces tiene raz¨®n el Gobierno cuando asegura que Solidaridad tuvo la culpa del empeoramiento de la situaci¨®n en Polonia", saltan como un resorte. "No es eso", asegura Jan, "Solidaridad no fue otra cosa que el hijo de la crisis, el efecto y no la causa de lo ocurrido".
El racionamiento est¨¢ asegu rado ¨²ltimamente en Polonia y ya son pocos los productos que se compran con la cartilla, que da derecho a adquirir, adem¨¢s de la mantequilla y las grasas, 2,5 kilos de carne, de los que 700 gramos son con huesos -"puro hueso", dice Mar¨ªa-, 1,5 kilos de az¨²car y un kilo de harina y sus derivados. Los ni?os tienen, adem¨¢s de la cartilla normal, 100 gramos de chocolate y 500 gramos de az¨²car. Comprar todos los productos de una cartilla cuesta unos 4.000 zlotys.
Pagar las cuatro cartillas de la familia cuesta m¨¢s que el sueldo de Jan. Jan explica que el ambiente en la empresa, entre los colegas, es deprimente. "La gente s¨®lo piensa en sobrevivir. Nadie se ocupa del trabajo, sino que todos tratan de salir a casa cuanto antes, sin importarles la calidad del trabajo".
Presiones y represalias
En la empresa de Jan s¨®lo 30 ingresaron en los nuevos sindicatos, creados por el Gobierno tras la prohibici¨®n definitiva de Solidaridad, a la que estaban afiliados el 90%. Jan dice que se mantiene la cotizaci¨®n para Solidaridad, pero "no se sabe qui¨¦n re¨²ne el dinero. No se puede decir que Solidaridad exista en toda la empresa, pero hay grupos de conocidos que tienen la prensa clandestina. No hubo despidos en la empresa de Jan despu¨¦s de la declaraci¨®n de la ley marcial. "S¨®lo una persona que estuvo en la c¨¢rcel. Los despidos se dieron en las grandes empresas".
En la escuela de Mar¨ªa s¨®lo hab¨ªa un 30% de afiliados a Solidaridad, que ahora padecen represalias y discriminaciones. "No hubo despidos, pero trataron de hacerles la vida imposible para que dejaran el trabajo. A un padre de familia con tres hijos le negaban las horas extras que necesitaba para vivir, y se las daban a profesores contratados de fuera".
Mart¨ªn, el hijo de ocho a?os, no sabe qui¨¦n es Bujak, el dirigente de la Solidaridad clandestina, pero s¨ª conoce a Walesa, del que dice que "es un comunista", lo que provoca caras de horror en los padres.
Mar¨ªa estuvo dos veces en el extranjero como turista, en Francia y la Rep¨²blica Federal de Alemania. "Fue un viaje de locura, en condiciones muy precarias". Su marido estuvo tres veces en Occidente. "Una, en viaje de servicio a la RFA, y otras dos, en el Reino Unido y B¨¦lgica, para trabajar como alba?il y ganar algo de dinero". El ni?o, Mart¨ªn, pregunta: "?Y cu¨¢ntas casas construiste?".
Hoy no piensan en emigrar, una idea que te?¨ªan antes de la ley marcial. "Por eso nos decidimos a poner la casa agradable, para vivir aqu¨ª definitivamente".
El matrimonio apenas lee peri¨®dicos, "los utilizamos para tapar el fondo del cubo de la basura", y escuchan todas las noches las emisoras occidentales en polaco, concretamente La Voz de Am¨¦rica, despu¨¦s de las 23.30 horas, cuando se quita la interferencia. Nunca van al teatro o al cine y s¨®lo asisten de cuando en cuando a alg¨²n espect¨¢culo infantil: Como la mayor¨ªa de los polacos, son cat¨®licos, pero no van a misa los domingos. "S¨®lo en las grandes ocasiones; pero Mart¨ªn asiste regularmente a las clases de catecismo que organiza la parroquia".
"Realidad tenebrosa"
Jan vio al Papa durante el viaje a Polonia, "fui a la calle Nowi Swiat para verlo", y cree que los efectos de la visita, "como siempre entre los polacos, fueron humo de pajas. Dur¨® poco el efecto, se acab¨® el entusiasmo y lo que queda ahora es esta realidad, tenebrosa".
Mar¨ªa cree que la visita no tuvo efectos negativos, pero "todo pas¨® tan r¨¢pidamente...". Jan a?ade que "hubo entusiasmo y pensamos que eso dar¨ªa una oportunidad al Gobierno para reconciliarse con el pueblo y borrar lo ocurrido. En el trabajo esper¨¢barhos que el Gobierno nos tender¨ªa la mano para empezar de nuevo. Lo que ocurre ahora es triste".
Mar¨ªa piensa que "todo est¨¢ planeado para que la gente no tenga tiempo para nada. No hay diversiones, s¨®lo beber. La gente se fabrica aguatdiente en su propia casa".
Los Kowalski tienen m¨¦dicos en la familia, lo que les permite tener una buena asistencia, "al del seguro s¨®lo le consultamos para darnos de baja en el trabajo. S¨®lo receta aspirinas y, antibi¨®ticos".
El matrimonio no se cree los programas de televisi¨®n, que acusaron a Walesa de corrupci¨®n y tener un mill¨®n de d¨®lares en el extranjero, aunque dice Jan que "Goebbels dec¨ªa que cuando se repite 20 veces se llega a creer hasta el chisme m¨¢s est¨²pido", y reconoce que, "desgraciadamente, algunos creyeron lo que dec¨ªa la televisi¨®n".
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