El presidente sirio, Hafez el Asad, hospitalizado en grave estado tras sufrir un ataque card¨ªaco y una embolia
El presidente de Siria, Hafez el Asad, se encuentra hospitalizado en estado grave, seg¨²n fuentes de absoluta solvencia, y su eventual fallecimiento o su incapacidad para seguir gobernando tendr¨ªa enormes repercusiones en todo Oriente Pr¨®ximo. Hospitalizado oficialmente el domingo 13 de este mes para ser operado de apendicitis, Asad, de 55 a?os de edad, ex piloto de la Fuerza A¨¦rea siria, segu¨ªa a¨²n ingresado ayer, 12 d¨ªas despu¨¦s de su supuesta intervenci¨®n quir¨²rgica, que oblig¨® al jefe del Estado liban¨¦s, Amin Gemayel, a anular su viaje a Damasco, previsto para mediados de noviembre.
Aunque no transcurre un solo d¨ªa sin que la agencia de prensa oficial siria, Sana, se?ale en sus despachos que el presidente ha recibido en su habitaci¨®n del hospital militar a ministros y dirigentes del Partido Baas, la prensa siria, tambi¨¦n oficial, no ha publicado ninguna fotograf¨ªa de Asad conversando con las personalidades que le visitan.En circunstancias normales, los diarios de Damasco publican casi a diario fotograf¨ªas de Hafez el Asad, y su ausencia de las primeras p¨¢ginas s¨®lo se puede explicar por la. gravedad de su estado de salud, que sus colaboradores se esfuerzan por ocultar a la opini¨®n p¨²blica.
Un enviado especial de la agencia France Presse, Michel Garin, fue expulsado el jueves de Damasco por haberse atrevido a mencionar en una cr¨®nica la posibilidad de que el presidente hubiese sido v¨ªctima de una crisis cardiaca -evocada tambi¨¦n el lunes pasado por el rotativo israel¨ª Maariv-, que los portavoces sirios se apresuraron en desmentir categ¨®ricamente.
Las principales embajadas occidentales en Damasco disponen, sin embargo, de datos fidedignos para poder concluir con absoluta certeza que Asad ha sufrido un ataque al coraz¨®n.
Un edema paralizador
El mi¨¦rcoles por la tarde viaja ron a Damasco, seg¨²n supo este corresponsal, dos prestigiosos m¨¦dicos del Hospital Americano de Beirut, el doctor Fuad Had dad, neurocirujano y miembro de la Academia Norteamericana de Medicina, y el doctor Ibrahim Dagher, profesor de cirug¨ªa cardiovascular, que regres¨®, sin embargo, el jueves a la capital de L¨ªbano, distante menos de 100 kil¨®metros de la capital siria.
En c¨ªrculos allegados a esto dos m¨¦dicos de prestigio internacional se asegura que la crisis cardiaca padecida por Asad, probablemente originada por una fibrilaci¨®n auricular relativamente corriente en los pilotos de avi¨®n, le ha causado una embolia alojada en una de las arterias cerebrales. Esta obstrucci¨®n, que impide la irrigaci¨®n cerebral, provoca, a su vez, un edema que paraliza el funcionamiento de una parte del cerebro y de los ¨®rganos que controla.
El paciente, tratado primero qu¨ªmicamente, puede ser intervenido una vez diagnosticada la lesi¨®n y su naturaleza (trombosis, hemorragia, etc¨¦tera). Pero en el caso de Asad la operaci¨®n es muy arriesgada, ya que el presidente sufre de diabetes.
El grave accidente cardiovascular sufrido por Asad, que asumi¨® la presidencia hace 13 a?os, puede, si no provocar la muerte del primer mandatario, incapacitarle para seguir ejerciendo el poder, lo que desatar¨ªa muy probablemente una lucha sin cuartel entre sus colaboradores para sucederle.
La desaparici¨®n del actual presidente, que ha convertido a Siria en el m¨¢s firme aliado de la URSS en Oriente Pr¨®ximo, significar¨ªa probablemente el final del predominio de la comunidad religiosa alau¨ª, a la que pertenece Asad, y que controla la Administraci¨®n y las fuerzas armadas sirias a pesar de representar tan s¨®lo al 10% de la poblaci¨®n. S¨®lo el acceso a la jefatura del Estado de su hermano, Rifat el Asad, de 46 a?os, jefe de una fuerza represiva de 12.000 soldados de elite, denominada Brigadas Especiales, permitir¨ªa a los alau¨ªes seguir monopolizando el poder.
Bastaba con ver el domingo pasado disparar al aire a los fedayin leales a Yasir Arafat, cercados en Tr¨ªpoli por sus adversarios palestinos, respaldados por soldados sirios y libios, que celebraban a su manera el supuesto fallecimiento de Hafez el Asad para darse cuenta de las consecuencias que tendr¨ªa para la zona un cambio en Damasco.
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