El Real Madrid volvi¨® a sentenciar al Cajamadrid
El Real Madrid pudo ganar de 30 puntos pero acab¨® el encuentro sin divertirse, molesto, casi irritado, por la presencia zigzageante de los hermanos Llorente, que acabaron por embrollarlo todo. El Cajamadrid siquiera pudo mantenerse en pie de combate 10 minutos y su presencia en las semifinales de la Copa del Rey resulta algo m¨¢s que problem¨¢tica. Ayer dio, adem¨¢s la impresi¨®n de que la fortuna no est¨¢, de su lado. Brabender se lesion¨® y vio casi todo el partido en el banquillo, con la pierna estirada y un hielo sobre su rodilla izquierda. S¨®lo hubo cinco minutos de buen baloncesto, pues. El resto sirvi¨® para que Lolo S¨¢inz hiciera algunas probaturas en serio y los diez ¨²ltimos un foll¨®n, provocado por la desordenada celeridad que imponen sobre la cancha los hermanos Llorente. Para el Real Madrid fue como jugar con avispas en la cancha.Sali¨® el Real Madrid a la cancha con ¨¢nimo ejemplarizador. Puso un equipo de altura, por los cent¨ªmetros, con Jackson, Robinson, Rull¨¢n y Fernando Mart¨ªn por encima de los dos metros. Corbal¨¢n para ponerles balones en jugo. A su frente, un Cajamadrid que quer¨ªa jugar muy deprisa. Era la l¨®gica alternativa y el encuentro funcion¨® espl¨¦ndidamente durante algo m¨¢s de cinco minutos. Las canastas se suced¨ªan a cada lado con perfecta sincronizaci¨®n, bien confeccionadas y ejecutadas sin dilaci¨®n. En ese contraste de perfeccionismos, el Real Madrid depend¨ªa menos de inspiraciones moment¨¢neas y todo su juego ten¨ªa algo de racional, de mayor ilustraci¨®n. El Real Madrid se guiaba seg¨²n un manual, unos planos o una estrategia; el Cajamadrid buscaba llevarlo todo al terreno de la improvisaci¨®n y la velocidad. Fueron cinco minutos de buen baloncesto.
As¨ª, hasta que el Real Madrid apur¨® m¨¢s su defensa y el Cajamadrid encontr¨® que la posici¨®n de tiro era cuesti¨®n algo m¨¢s que negociable en un par de movimientos. Brabender, por ejemplo, fue uno de los primeros en intentar pasar por donde no se pod¨ªa. Lo intent¨® al menos tres veces. El Cajamadrid se estaba decantando por lo sangu¨ªneo y con esta actitud su juego torn¨® en imprecisi¨®n. Para poner el remate, Brabender quedaba cojo mediada la primera parte. El Cajamadrid tambi¨¦n.
La progresi¨®n fue imparable en pocos minutos. 10-13 en el minuto 5. 10-17, en el 6. 12-22, 30 segundos despu¨¦s. El marcador se situ¨® sobre los 9 puntos de distancia entre un equipo y otro y al descanso un justo pero no demasiado contundente 49-59. Tras el descanso, despegue madridista. El foll¨®n comenz¨® al juntarse los hermanos Llorente en la cancha.
Como uno de ellos corre mucho y el otro m¨¢s, el juego gener¨® en un estado permanente de confusi¨®n. A veces daba la impresi¨®n de que s¨®lo jugaban ambos, como si el resto de jugadores, los del Cajamadrid inclu¨ªdos, estuvieran parados. Cuando el bal¨®n se pon¨ªa en juego, daba igual en qu¨¦ parte del campo o a qui¨¦n correspondiera efectuarlo, los hermanos iniciaban un sprint. Se pasaron muchos minutos esprintando. Saltaban, se entrecruzaban, cog¨ªan los rebotes no se sabe c¨®mo, el bal¨®n era un puro rebote y los jugadores ca¨ªan, algunos de ellos quiz¨¢s mareado de tanto movimiento. Para los jugadores del Real Madrid la situaci¨®n no pudo ser m¨¢s molesta. Dos hermanos les estaban zumbando en los o¨ªdos continuamente y no pod¨ªan jugar, sobre todo el joven Velasco que sali¨® con la intenci¨®n de lucirse y se encontraba cada vez que cog¨ªa el bal¨®n con la carga ligera de los hermanos Llorente. Los jugadores madridistas tuvieron que sentir la irresistible necesidad de querer dejar de jugar el partido. No es que se les atragantara nada, es que aparecieron dos avispas.
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