Rigurosamente clasificados

Ocurri¨® terminado el acto. Los asistentes fueron rigurosamente clasificados y repartidos en tres salones, distantes e incomunica dos, para celebrar, con croquetas y vino de Rioja, la investidura del general Mar¨ªa. En un sal¨®n, el ministro Serra y los generales; en otro, los oficiales, y en uno muy cercano a la puerta de la calle, conserjes, ch¨®feres y soldados.Los periodistas, que aguarda ban en zona neutral al ministro, porque hab¨ªa prometido unas declaraciones, fueron invitados por un guardia civil a entrar en el sal¨®n de los conserjes, ante la pre sencia de un jefe y un oficial de Estado Mayor, quienes constantemente repet¨ªan: "Tomaros una copa, tomaros una copa...".

Serra abandon¨® el sal¨®n de los generales, cruz¨® un patio y se introdujo en el lugar donde definitivamente aguardaban los, periodistas para hacer firme su compromiso, ante el asombro de conserjes, ch¨®feres y soldados, que consideraron la visita como un honor hacia ellos. Sin embargo, tras las declaraciones, se fue con su inseparable Llu¨ª,s Reverter sin saludar al resto de los presentes. Entonces el guardia civil dijo: "Cojan la puerta". Los responsables militares de Prensa, pendientes del refrigerio, insistieron: "Tomaros otra copa, tomaros otra copa...".