Subidas de aniversario
JUNTO CON el decreto-ley de reconversi¨®n industrial y la contrataci¨®n temporal, la subida de los carburantes y combustibles es la noticia m¨¢s destacada de las decisiones adoptadas por el ¨²ltimo Consejo de Ministros. La medida no puede sorprender, puesto que la ley de Presupuestos Generales del Estado para 1984 preve¨ªa ya un incremento del 30% de la fiscalidad de los carburantes, a fin de lograr que los 291.000 millones de pesetas recaudados por Hacienda en ese concepto (incluyendo la renta del petr¨®leo) durante 1983 se trasformaran en 38 1.000 millones de pesetas el a?o pr¨®ximo. Esos incrementos no pueden proceder de un crecimiento del consumo, sino de un aumento de la presi¨®n fiscal indirecta. Seg¨²n los primeros c¨¢lculos provisionales, la subida significar¨¢ para los consumidores un desembolso extra de algo m¨¢s de 140.000 millones de pesetas, de los que unos 90.000 millones incrementar¨¢n los ingresos del Tesoro.La fuerte subida de la gasolina en diciembre del a?o pasado permiti¨® al Gobierno socialista recuperar la fiscalidad perdida durante los meses anteriores como consecuencia de las resistencias del Gobierno Calvo Sotelo a adoptar este tipo de medidas en v¨ªsperas de elecciones. El resultado fue, a corto. plazo, una superaci¨®n de las expectativas iniciales sobre el aumento de la fiscalidad. El posterior descenso del precio de los crudos en el mercado internacional -un 10%- no logr¨® contrarrestar la apreciaci¨®n del d¨®lar respecto a la peseta -un 20% desde hace un a?o-. Seg¨²n los c¨¢lculos del Gobierno, el contradictorio juego de la ca¨ªda de la cotizaci¨®n de la peseta y de la baja de los crudos ha concluido en un encarecimiento de un 11% del petr¨®leo importado. Llama la atenci¨®n la falta de coherencia entre los procentajes de incremento de la gasolina, que castiga a la normal (10,13%) m¨¢s que a la s¨²per (8,14%) y a la extra (8,99%). En los gas¨®leos, la subida del 11,54% para la automoci¨®n contrasta tambi¨¦n con la amnist¨ªa para los gas¨®leos agr¨ªcola y pesquero, en una clara continuidad de la estrategia de precios pol¨ªticos, dictada por razones extraecon¨®micas y por el deseo de no alterar los precios agr¨ªcolas ya pactados. Una preparaci¨®n m¨¢s minuciosa de la subida de los combustibles deber¨ªa haberse alineado con una programaci¨®n energ¨¦tica m¨¢s razonable a medio plazo. El mantenimiento de la estructura de precios sigue premiando la utilizaci¨®n del gas¨®leo de automoci¨®n frente a la gasolina, cuyas diferencias de precios contin¨²an siendo mucho m¨¢s grandes que en los pa¨ªses de la CEE.
En el caso del butano, el Instituto Nacional de Hidrocarburos ha forzado unas subidas que representar¨¢n para esa empresa p¨²blica unos ingresos suplementarios de unos 6.000 millones de pesetas. El butano goza en Espa?a de una fuerte subvenci¨®n, que lo hace m¨¢s barato que en la gran mayor¨ªa de los pa¨ªses europeos -nuestra gasolina es ya de las m¨¢s caras en t¨¦rminos absolutos, y mucho m¨¢s a¨²n si se pondera el poder adquisitivo de los ciudadanos de los otros pa¨ªses-. Resulta una incongruencia para un Gobierno de izquierda que la subida del butano industrial represent e el 9,57% frente al 17,93% del butano familiar, de gran consumo entre las capas sociales con menor capacidad adquisitiva. Que la bombona de uso dom¨¦stico (de 12,5 kilos) pase de 725 pesetas a 855 pesetas y que la bombona de utilizaci¨®n industrial (de 35 kilos) s¨®lo aumente de 2.300 pesetas a 2.500 pesetas ¨²nicamente puede tener efectos beneficiosos, desde el punto de vista social, en la creaci¨®n de empleo. Pero no se ha pactado, que se sepa, por parte del Gobierno, nada de esto con las empresas beneficiadas por este privilegio respecto a los consumidores.
Con estas medidas, de forma indirecta, el Gobierno ha contribuido a penalizar a¨²n m¨¢s a las clases m¨¢s castigadas por la crisis, a rebajar el poder adquisitivo de la gran masa de asalariados. Si se analizan los efectos combinados de la inflaci¨®n, depreciaci¨®n de la peseta, subidas salariales, aumento de la fiscalidad y de las retenciones, no es diricil concluir que el Gobierno socialista est¨¢ poniendo progresivamente en marcha un plan de austeridad, sin necesidad de bautizarlo as¨ª, y sin instrumentar contrapartidas visibles y concretas a estos esfuerzos. Muchos preguntar¨¢n la raz¨®n de que el Gobierno no haya ocultado su prop¨®sito de aplicar una pol¨ªtica de rigor ni siquiera, en v¨ªsperas de los festejos oficiales organizados con ocasi¨®n del plimer aniversario de su llegada al poder. La raz¨®n tal vez haya que buscarla no tanto en la voluntad de ejemplaridad moral del poder ejecutivo como en su habilidad para la maniobra estrat¨¦gica. En efecto, las medidas adoptadas en el ¨²ltimo Consejo de Ministros -tanto la impopular subida de precios como los proyertos de reconversi¨®n industrial y contrataci¨®n temporal- parecen encaminadas, por un lado, a cumplir el pron¨®stico formulado por el Gobierno a comienzos de a?o sobre el alza del coste de la vida y, por otro, a continuar esa vieja tradici¨®n de apego al BOE que tan frecuentemente olvida que la pol¨ªtica econ¨®mica es mucho m¨¢s que un conjunto de disposiciones legales.
En lo que se refiere a las razones generales esgrimidas para justificar las alzas de los carburantes y combustibles a comienzos de diciembre, el argumento de la apreciaci¨®n del d¨®lar resulta claramente insuficiente. El tipo de cambio de la peseta con relaci¨®n al d¨®lar es ahora pr¨¢ticamente el mismo que en agosto, mientras el precio del petr¨®leo medido en d¨®lares es algo m¨¢s bajo. La clave del asunto es que el objetivo final del crecimiento del ¨ªndice del coste de la vida -anunciado en un 12% a comienzos de a?o- es actualmente m¨¢s seguro de conseguir que en el mes de agosto. El retraso en las subidas ha evitado tambi¨¦n una posible discusi¨®n sobre la revisi¨®n salarial prevista en el AMI para el caso de que se superara una determinada cuota de precios en el mes de septiembre. Finalmente, la fulminante subida d¨¦ los combustibles a comienzos de diciembre significa que sus repercusiones en el ¨ªndice de precios al consumo quedar¨¢n reflejadas en gran medida dentro de este a?o. De este modo, tambi¨¦n se conseguir¨¢ salvaguardar con m¨¢s cautela la promesa de crecimiento del ¨ªndic e de un 8% en 1984.
Otras preocupaciones importantes han quedado relegadas. Un alza de los precios de los combustibles en agosto hubiera sido menos violenta y habr¨ªa permitido un aumento de la recaudaci¨®n muy ¨²til a la hora de equilibrar gastos e ingresos. Tambi¨¦n habr¨ªa evitado apresuramientos en la b¨²squeda a la desesperada de bases fiscales ocultas o en arreglos de escaparate filcal, como los cobros de anticipos a cuenta de los rendimientos de impuesto de sociedades correspondientes a 1983. Tal y como han puesto de manifiesto las ¨²ltimas encuestas, los ciudadanos espa?oles est¨¢n dispuestos a realizar sacrificios y a apretarse el cintur¨®n si la situaci¨®n lo requiere y el Gobierno sigue mereciendo su confianza. El aumento de la presi¨®n fiscal es una de las formas de instrumentar coercitivamente los llamamientos a la solidaridad. Pero la Administraci¨®n socialista est¨¢ obligada a cumplir sus promesas de reducir los gastos superfluos e improductivos en el sector p¨²blico.
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