Los socialistas vascos intentan forzar al PNV a un pacto postelectoral
La bipolarizaci¨®n, seg¨²n ellos, equilibrar¨ªa las fuerzas en el Parlamento aut¨®nomo
El a?o transcurrido desde la toma de posesi¨®n de Felipe Gonz¨¢lez ha puesto de manifiesto que la pacificaci¨®n y normalizaci¨®n de la sociedad civil vasca es un factor decisivo para la credibilidad del Gobierno socialista. Las tensiones institucionales, p¨²blicas o soterradas, producidas por episodios en s¨ª mismo irrelevantes, como el de la guerra de las banderas -incluyendo el aliento que tales episodios ha aportado a los sectores involucionistas-, ilustran un aspecto del problema. La situaci¨®n de anormalidad democr¨¢tica que pone de relieve la existencia del proyecto de nueva ley antiterrorista ilustra la otra cara de la cuesti¨®n. Y ambas consecuencias vienen a demostrar hasta qu¨¦ punto la cuesti¨®n vasca se ha convertido en la piedra de toque de la viabilidad misma del proyecto reformista y regeneracionista encarnado por Felipe Gonz¨¢lez.No es que el problema de la violencia en el Pa¨ªs Vasco sea el m¨¢s grave que afronta hoy el Gobierno, pero s¨ª el determinante en ¨²ltima instancia, es decir, aquel de cuya resoluci¨®n depende que puedan abordarse en condiciones favorables los problemas en s¨ª mismos m¨¢s importantes: el desempleo y la reconversi¨®n industrial, la reforma del aparato estatal, la integraci¨®n en Europa, y la pol¨ªtica de defensa.
Este condicionamiento general obliga a los socialsitas vascos a plantear su propio papel pol¨ªtico en Euskadi como una cuesti¨®n de Estado, incluso al precio de sacrificar planteamientos eventualmente m¨¢s rentables en el terreno electoral inmediato.
Brevemente, el planteamiento general al que el PSE-PSOE subordina otras posibles expectativas se basa en la consideraci¨®n de que el objetivo de aislar pol¨ªticamente a los violentos y acabar con ETA es inseparable del objetivo de comprometer a fondo al PNV en la tarea. La ¨²ltima entrevista entre Garaikoetxea y Felipe Gonz¨¢lez acaba de confirmar que todav¨ªa hoy PNV y PSOE entonan con distinta melod¨ªa la com¨²n partitura antiterrorista, y que la principal divergencia consiste en la desigual valoraci¨®n de la relaci¨®n entre las medidas pol¨ªticas -como metodo de persuasi¨®n del sector no irreductible del entorno de ETA-, y el objetivo final de acabar con la violencia.
Gobernar de otra manera
Los socialsitas vascos est¨¢n convencidos de que, en todo caso, con o sin medidas pol¨ªticas, el PNV tiene en sus manos la llave de la pacificaci¨®n, y que s¨®lo la utilizar¨¢ si un cambio en la correlaci¨®n de fuerzas tras las elecciones auton¨®micas le impulsa a gobernar de otra manera, y, en primer lugar, a ponese al frente de todos los sectores sociales opuestos a la violencia.
Tras las elecciones del 28 de octubre la tentaci¨®n inicial de algunos sectores del socialismo vasco fue la de orientarse hac¨ªa alguna f¨®rmula de alianza, en principio con Euskadiko Ezkerra, que crease una nueva mayor¨ªa susceptible de desplazar al PNV, tras las auton¨®micas, del Gobierno vasco. Ya entonces, dirigentes como Enrique M¨²gica y otros advirtieron del peligro de cualquier propuesta que no pasase por un acuerdo estable con el partido de Arzallus y Garaikoetxea. Y ello en base a la consideraci¨®n de que, m¨¢s all¨¢ de la aritm¨¦tica parlamentaria, gobernar en Euskadi sin el PNV significar¨ªa gobernar contra un complejo entramado social que incluye, junto a decenas de miles de adherentes siempre dispuestos a movilizarse, a gran parte del clero, influyentes medios de comunicaci¨®n, poderosas asociaciones patronales y profesionales, toda una red de asociaciones de padres, cajas de ahorro y hasta de clubes de f¨²tbol.
A la vista de tales consideraciones, y probablemente de acuerdo con indicaciones emanadas de m¨¢s altas instancias, los socialistas vascos tuvieron que sustituir el objetivo de desplazar al PNV por el m¨¢s modesto de forzarle a un pacto, con o sin participaci¨®n directa en el Ejecutivo de Vitoria, cuyo efecto fuera, en todo caso, ese deseado cambio en la forma de gobernar.
A su vez, la desalentadora experiencia de m¨¢s de tres a?os como minor¨ªa en el Parlamento aut¨®nomo ha llevado a los socialistas vascos a la convicci¨®n de que el PNV s¨®lo pactar¨¢ si no tiene m¨¢s remedio, es decir, si pierde la mayor¨ªa absoluta en la C¨¢mara. Complementariamente, ese reequilibrio electoral deber¨ªa producirse de tal manera que no quedase espacio para eventuales soluciones intermedias, como la de una alianza del PNV, bien con Euskadiko Ezkerra, bien con la coalici¨®n de derechas. Ambas minor¨ªas tendr¨ªan pues, en esa hip¨®tesis, que ser laminadas mediante una pol¨ªtica orientada a favorecer la bipolarizaci¨®n.
Polarizar la sociedad vasca
Es por esa v¨ªa de circunvalaci¨®n c¨®mo las dos tendencias, o sensibilidades, a menudo significadas en las filas del PSE-PSOE (e identificadas respectivamente con Benegas y Damborenea) han acabado por converger en un objetivo inmediato com¨²n: la necesidad de polarizar al m¨¢ximo la sociedad vasca en tomo a dos ¨²nicas opciones, encarnadas por el PNV y el PSOE, condenadas, por otra parte, a entenderse.
En un largo art¨ªculo publicado en la Prensa hace un mes, el diputado y secretario general del PSE-PSOE en Vizcaya, Ricardo Garc¨ªa Damborenea, expresaba, con su habitual crudeza, su posici¨®n al respecto. Para Damborenea, tanto) AP como EE se caracterizan por tener "un pie en cada uno de los campos en que se divid -e la sociedad vasca", por lo que, lejos de favorecer el pacto necesario, "entorpecen el di¨¢logo, desdibujan la aut¨¦ntica correlaci¨®n de fuerzas y, con sus inestables apoyos, constituyen un elemento adicional de crispaci¨®n". Para el diputado vizca¨ªno, "PNV y PSOE son los dos
Clima preelectoral en el Pa¨ªs Vasco
polos del contencioso que vive el Pa¨ªs Vasco desde hace 90 a?os", y s¨®lo un di¨¢logo entre ambos polos puede traer "la soluci¨®n que estarnos buscando".El problema reside en la distancia -y eventualmente en la contradicci¨®n- que pudiera existir entre el objetivo final (el pacto como v¨ªa para la pacificaci¨®n) y la forma de provocarlo (la polarizaci¨®n social y pol¨ªtica). Demborenea, pero tambi¨¦n el ¨²ltimo Benegas, plantean la confrontaci¨®n en el terreno propio del nacionalismo, suscitando temas y aceptando desaf¨ªos, como el de los s¨ªmbolos, que son relativamente indiferentes para la inmensa mayor¨ªa del electoral del potencial del PSE-PSOE. Una encuesta realizada en septiembre pasado por el CIS (Centro de Investigaciones Sociol¨®gicas) revela que el 80% de la poblaci¨®n vasca consideraba "perjudicial para Euskadi y para el progreso democr¨¢tico", el conflicto de las banderas, tan h¨¢bilmente suscitado y capitalizado durante el verano por Herri Batasuna. Los gestos de ciertos gobernadores y las declaraciones de algunos pol¨ªticos socialistas han logrado quiz¨¢ tranquilizar a los sectores de derechas m¨¢s sensibilizados por dicho conflicto y seguramente han reforzado la imagen del Gobierno de Felipe Gonz¨¢lez en el conjunto de Espa?a. Pero m¨¢s que dudoso parece que tales gestos tengan alg¨²n reflejo electoral en Euskadi. Por m¨¢s que Damborenea diga a los franceses que "si siguen as¨ª vamos a olvidarnos de que somos socialistas para actuar s¨®lo como espa?oles", dif¨ªcilmente el electorado potencial de la derecha se va a convencer de que es mejor votar al PSOE que al partido que encabeza Fraga.
Peligro de enfrentamiento
Ya con ocasi¨®n de las munic¨ªpales, el PSE-PSOE toc¨® algunas teelas familiares ala sensibilidad de la derecha, y Benegas lleg¨® a pedir p¨²blicamente a dicho sector un voto ¨²til en favor del PSE-PSOE El fracaso del frente antinacionalista patrocinado por Damborenea para la elecci¨®n del alcalde de Bilbao sirvi¨® para demostrar que todo movimiento en esa direcci¨®n provoca una reacci¨®n de sentido contrario en las filas nacionalistas Y si se trata de una batalla entre dos nacionalismos contrapuestos, siempre tendr¨¢ las de ganar el m¨¢s genuino, y el que, con casi 90 a?os de experiencia, mejor sabe tocar las fibras de la visceralidad patri¨®tica.
La experiencia ha demostrado por lo dem¨¢s, que toda radicalizaci¨®n del enfrentamiento en ese terreno acaba favoreciendo la estrategia, no ya del nacionalismo en general, sino precisamente de su segmento m¨¢s extremo: Herri Batasuna. As¨ª, el objetivo final de aislar a esta corriente podr¨ªa desembocar en el inmediato, en todo lo contrario. Siempre que el debate se traslada al terreno de los s¨ªmbolos y las reacciones viscerales, ser¨¢ el nacionalismo radical quien saldr¨¢ fortalecido,
Testimonios como los ofrecidos por pa¨ªses como Chipre, Ulster o L¨ªbano son suficientemente elocuentes del peligro siempre latente de que una confrontaci¨®n de este tipo desemboque, si no se previenen a tiempo sus efectos, en un enfrentamiento directo entre dos comunidades.
Lo mismo cabe decir de la pol¨ªtica de orden p¨²blico. Por encima de la diferente valoraci¨®n que pueda haber sobre si el proceso de institucionalizaci¨®n de la autonom¨ªa vasca est¨¢ pr¨¢cticamente concluido o no (que es el verdadero trasfondo de la pol¨¦mica sobre medidas pol¨ªticas-medidas policiales), todos los sectores democr¨¢ticos de Euskadi comparten hoy la convicci¨®n de que el proceso de aislamiento de los violentos debe ser ante todo un proceso protagonizado por la propia sociedad civil vasca.
Sin una iniciativa paralela de la sociedad civil, que act¨²e adem¨¢s como mecanismo de control, todo aparato estatal tiende expont¨¢neamente a plantear el problema en el terreno de la pura actividad coercitiva. Acontecimientos recientes, como la repres¨ª¨®n violenta de una manifestaci¨®n pacifista en Bilbao y, sobre todo, los argumentos con que la direcci¨¦n del PSE-PSOE de Vizcaya trat¨® de justificarla, ponen de relieve que el objetivo de aislar a los violentos y acabar con ETA ser¨¢ una utop¨ªa mientras no se impulse una concienciaci¨®n ciudadana tendente a rechazar con id¨¦ntica firmeza los atentados terroristas, la tortura, y toda tentaci¨®n de guerra sucia, y a reclamar con igual ¨¦nfasis el cese del chantaje terrorista y el estricto respeto por parte de los poderes p¨²blicos de los derechos y libertades constitucionales.
El PSE-PSOE, que es a la vez partido en el Gobierno, en toda Espa?a, y fuerza de oposici¨®n en Euskadi, se enfrenta ahora a la tarea de definir, en los meses que restan hasta las elecciones, el terreno en que plantear su doble apuesta por la confrontaci¨®n inmediata y el pacto futuro con el PNV, y de hacer compatible apuesta con la estabilidad de la mocracia en Espa?a.
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