Un moderado de izquierda partidario del compromiso
Jaime Lusinchi (pediatra, 59 a?os, padre de cinco hijos) pasa por ser un h¨¢bil negociador, que se siente m¨¢s a gusto en los pasillos de la alta pol¨ªtica que en las tribunas. Mediocre orador, aunque su biograf¨ªa oficial est¨¦ sembrada de discursos, se le presenta como un hombre de s¨ªntesis dentro de su partido Acci¨®n Democr¨¢tica (AD), donde ha logrado sortear las amenazas de ruptura que se presentaron despu¨¦s del fracaso electoral de 1978.Su perfil sin aristas no despierta odios, pero tampoco grandes pasiones. Gan¨® la nominaci¨®n del partido m¨¢s por exclusi¨®n de los otros que por un apoyo encendido a su candidatura. Como una hormiga pol¨ªtica logr¨® primero el respaldo de R¨®mulo Betancourt, fundador y sant¨®n de AD hasta su muerte; convenci¨® luego a Carlos Andr¨¦s P¨¦rez de que se mantuviera al margen del debate y finalmente le lleg¨® el voto del bur¨® sindical, convertido en fuerza determinante del partido, a cambio de entregar la secretar¨ªa general a un dirigente sindical. Su trayectoria pol¨ªtica y su temprana preocupaci¨®n social hacen de Jaime Lusinchi un hombre de izquierda, convencido de que la democracia venezolana no se consolidar¨¢ definitivamente hasta que se elimine la marginalidad social en la que vive m¨¢s de la mitad de la poblaci¨®n. Toda su vida pol¨ªtica ha discurrido en el seno de AD, a la que se afili¨® siendo estudiante de secundaria.
El populismo radical que Betancourt pregonaba por los a?os cuarenta est¨¢ en la base de su ideolog¨ªa. Se define a s¨ª mismo como un hombre del pueblo, sencillo y humilde, "que nunca ha militado en las filas del odio".
Radicalismo y moderaci¨®n
Su radicalismo original aparece atemperado por la moderaci¨®n de su car¨¢cter, que le convierte en un enemigo del enfrentamiento. Quienes le conocen bien dicen que "es dif¨ªcil estar a dos metros de ¨¦l y no ser su amigo". Hay quien afirma que si se hiciera. un retrato-robot del venezolano medio estar¨ªa muy cerca de lo que es Jaime Lusinchi.
Es dif¨ªcil adivinar hasta d¨®nde llegan los compromisos adquiridos en su larga carrera de hombre de partido. La dictadura de Carlos P¨¦rez Jim¨¦nez le llev¨® a la clandestinidad, a la c¨¢rcel y, por ¨²ltimo, al exilio. Aprovech¨® esta etapa de su vida para hacer estudios de posgrado en Chile y Nueva York. Abandon¨® la bata blanca en 1969, al ser designado jefe de la fracci¨®n parlamentaria de su parlamentaria de su partido.
En materia de administraci¨®n p¨²blica est¨¢ virgen, porque jam¨¢s desempe?¨® un cargo del Estado. Su estrategia de gobierno es una inc¨®gnita para la mayor¨ªa. Sus enemigos pol¨ªticos han dicho que con ¨¦l gobernar¨¢ desde la sombra Carlos Andr¨¦s P¨¦rez, pero los primeros nombres de su Gabinete que han empezado a filtrarse no est¨¢n precisamente en esta l¨ªnea. El poder de un presidente es por otra parte tan absoluto en este pa¨ªs que la banda es capaz de transformar a cualquiera, por limitado que sea su carisma de l¨ªder.
Falta por conocer ahora la factura pol¨ªtica que pueda pasarle la Confederaci¨®n de Trabajadores, cuyo voto le despej¨® el camino hacia el palacio de Miraflores. La poderosa c¨²pula sindical, fuertemente burocratizada, ha recibido numerosas acusaciones de corrupci¨®n. El fraude y el despilfarro ensombrecieron en el pasado la acci¨®n de gobierno de AD. El nuevo presidente tendr¨¢ que entrar a fondo en esta materia para poder aplicar el programa de austeridad que necesita el pa¨ªs para salir de la crisis.
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