La Junta Militar de la Rep¨²blica Argentina se autodisuelve tras haber conducido al pa¨ªs a la crisis m¨¢s grave de su historia
La Junta Militar argentina, integrada por los comandantes en jefe de las tres armas, se autodisolvi¨® ayer despu¨¦s de derogar las actas institucionales mediante las que los militares han gobernado desde marzo de 1976, llevando al pa¨ªs a la crisis m¨¢s grave de su historia. El general de divisi¨®n retirado Reynaldo Bignone, como presidente de hecho de la naci¨®n, ha asumido interinamente todos los poderes, que entregar¨¢ el pr¨®ximo mi¨¦rcoles a Ra¨²l Alfons¨ªn.Los militares abandonan el poder en medio de todas las humillaciones. La gran mayor¨ªa de los uniformados con alg¨²n protagonismo durante estos siete a?os est¨¢n solicitando el retiro anticipado de sus carreras, y no pocos o no han regresado a sus misiones diplom¨¢ticas en el exterior o ya han optado por marchar al exilio. El actual Gobierno ha expedido cientos de pasaportes diplom¨¢ticos para los funcionarios y militares m¨¢s comprometidos con el horror de los recientes a?os de la vida argentina.
Las Madres de la Plaza de Mayo preparan su ¨²ltima marcha alrededor del obelisco, frente a la Casa Rosada, antes de la asunci¨®n de la libertad y la democracia. Cientos de j¨®venes voluntarios pasan sus noches en blanco pintando sobre las aceras pr¨®ximas a la casa del Gobierno, el Congreso y la plaza de la Rep¨²blica 30.000 figuras humanas de tama?o natural armados con botes de pintura blanca y negra. Pasear estos d¨ªas por el centro porte?o es un ejercicio gimn¨¢stico, entre tierno y funeral, de maniobras por no pisar las sombras de las 30.000 v¨ªctimas. Las madres han anunciado que proseguir¨¢n todos los jueves su dram¨¢tica exigencia en la plaza de Mayo, aun sabiendo que en la Casa Rosada ya no est¨¢ ni el culpable ni un enemigo.
Apuestas en Buenos Aires
Se cruzan apuestas en Buenos Aires sobre las primeras medidas de Ra¨²l Alfons¨ªn a este respecto. Los m¨¢s esc¨¦pticos estiman que el presidente radical acabar¨¢ pactando con las fuerzas armadas para que, se produzca el menor da?o posible en la exigencia de responsabilidades.
Este cronista estima que se equivocan, que el inminente Gobierno democr¨¢tico se apresta a estimular decididamente a los jueces para que toda la plana mayor de al menos las dos primeras juntas militares pasen inmediatamente a prisi¨®n a esperar su juicio.
Nadie deber¨¢ sentirse extra?ado si en las dos o tres pr¨®ximas semanas el teniente general Videla es detenido bajo la acusaci¨®n de genocidio. Profundamente religioso, casi m¨ªstico, se ha negado a abandonar el pa¨ªs, como le aconsejan sus amigos, y permanece en Buenos Aires resignado a su destino.
El general Camps, ex jefe de la polic¨ªa bonaerense, que se vanagloria de haber hecho desaparecer a 5.000 personas, habla en privado de "pasar a la clandestinidad". Firmenich y Vaca Narvaja, l¨ªderes del terrorismo montonero, anuncian su intenci¨®n de regresar a Argentina y publican comunicados publicitarios en los diarios reconociendo su error hist¨®rico y expresando su deseo de incorporarse a la vida pol¨ªtica democr¨¢tica.
Es una situaci¨®n gaseosa, pol¨ªtica, intelectual y humanamente fascinante, en la que todo parece posible y en la que Argentina encontrar¨¢, en no m¨¢s all¨¢ de un mes de gobierno, su buen o su mal camino.
Una cosa es segura: si las cabezas militares responsables del genocidio, la destrucci¨®n econ¨®mica y la p¨¦rdida de una guerra exterior no son juzgadas, las fuerzas armadas argentinas comenzar¨¢n a urdir el pr¨®ximo golpe de Estado.
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