El oro de Mosc¨²

Hace aproximadamente un mes que resido en vuestro pa¨ªs y, recomendado por amigos espa?oles, he le¨ªdo siempre EL PA?S.No puedo criticar sus art¨ªculos y titulares, pues viniendo de un pa¨ªs que respeta tanto la libertad de prensa, casi como la sagrada Biblia, s¨®lo puedo callar los titulares antiamericanos y aceptarlos. Aunque sean tan injustos como sus alegaciones a quejas de vecinos en Torrej¨®n porque un americano se emborrach¨® y choc¨® su coche, o por otro que puso la m¨²sica alta, o por otro que no sac¨® su perro o limpi¨® su terraza. Desgraciadamente, de los varios cientos de americanos en Torrej¨®n, los cuatro de los casos mencionados no son perfectos.

Pero conforme le repito que no son mis deseos el criticar su derecho a publicar en su peri¨®dico y en su pa¨ªs lo que usted desee.

Pero porque admiro vuestro idioma, vuestra cultura y vuestra historia, as¨ª como porque tengo buenos amigos espa?oles, hago uso aqu¨ª de mis mejores deseos para, si usted me lo permite, sugerirle que tan importantes espacios de su peri¨®dico mejor sean utilizados en algo de mayor beneficio a su pa¨ªs, como, por ejemplo, una campa?a para hacer que Rusia devuelva el oro que tan indignamente rob¨® a ustedes. Y si usted logra usar su influencia y que lo devuelva, la econom¨ªa de Espa?a habr¨¢ sido fortalecida y millares de espa?oles lo admirar¨¢n. /

Utah (EE UU)