Posaderas
Por fin, gracias a los negros, la civilizaci¨®n occidental est¨¢ aprendiendo a mover el culo. Es lo ¨²ltimo que se lleva en semi¨®tica. Desde los blues de la recogida del algod¨®n hasta los gritos selv¨¢ticos del rock m¨¢s fiero, los negros han impuesto a toda el ¨¢rea cristiana el sonido del tam-tam y el fregado de maracas con calabazas secas. Los cristianos, llenos de buena voluntad, han hecho un gran esfuerzo por acomodar sus caderas al ritmo africano, pero el trasero del blanco, considerado en s¨ª mismo, sigue siendo todav¨ªa un paquete mollar nada expresivo, que s¨®lo sirve para sentarse. Los negros son muy f¨ªsicos. Cuando los observas en grupo, caes en la cuenta de que apenas hablan, que raramente cambian entre ellos dos frases seguidas. En cambio se mueven, r¨ªen, se palpan, danzan, se empujan, agitan los bajos, se miran de forma t¨¢ctil casi h¨²medamente y establecen en la reuni¨®n una atm¨®sfera sensitiva. Estos seres le dan al bullarengue una importancia extrema.En materia de comunicaci¨®n algo nuevo est¨¢ germinando en las aceras de Occidente. Cierto que la mayor parte de los culos blancos son ya irrecuperables para este moderno c¨®digo de se?ales. Fl¨¢ccido como un pudding de pasas y sometido a la moral hebraica durante un par de milenios, el trasero de la gente cristiana s¨®lo ha sido un lugar inh¨®spito del cuerpo que ha cumplido hist¨®ricamente un encargo funcional, pr¨¢ctico, aunque insensible. Pero en los ¨²ltimos tiempos la juventud del hemisferio norte ha comenzado a utilizarlo como una forma de expresi¨®n magn¨¦tica, siguiendo las ense?anzas de la selva. Esto no tiene nada que ver con el erotismo ni con el imperio de la carne, sino con una clase de energ¨ªa cuyas descargas establecen una nueva red interactiva en la comunidad. Los negros dicen que los blancos no saben qu¨¦ hacer con el culo. Es verdad. A ellos les sirve de instrumento vibr¨¢til para emitir mensajes, signos, fonemas el¨¦ctricos, deseos y contextos de segunda lectura. Con ¨¦l realizan maravillas de semiolog¨ªa. Recientemente el lenguaje de las posaderas acaba de entrar en Occidente. Es todav¨ªa una ciencia rudimentaria que est¨¢ en pa?ales. Pero los j¨®venes en onda est¨¢n aprendiendo este rito. En el asfalto de nuestras ciudades ya se ven culos que hablan sonidos en varios idiomas.
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