Apertura en el Mediterr¨¢neo del sur
CON INTERVALOs de d¨ªas, los tres pa¨ªses del Mediterr¨¢neo sur, Argelia, Marruecos y Tunicia, han proclamado su intenci¨®n de lanzarse a la conquista de la democracia. El 30 de noviembre, el rey Hassan II de Marruecos recib¨ªa en su palacio a un nuevo Gobierno que, sin ser realmente novedoso, inclu¨ªa a dos ministros socialistas por primera vez en los ¨²ltimos 32 a?os. A finales del mes pasado tambi¨¦n, el Primer ministro tunecino, Mohamed Mzali, anunciaba con solemnidad que el presidente Burguiba hab¨ªa accedido al fin a poner t¨¦rmino al monopolio del poder ostentado por su propio partido, el Socialista Desturiano, desde la independencia de Tunicia en 1956. El congreso que celebran el pr¨®ximo d¨ªa 16 los socialistas tunecinos representados por el partido Movimiento Socialista Democr¨¢tico, de Ahmed Mestiri, es la primera manifestaci¨®n de la esperada apertura. Tres d¨ªas m¨¢s tarde, el 19, el partido ¨²nico argelino, FLN, celebrar¨¢ su quinto congreso, que, si bien no se propone instaurar el multipartidismo, por los objetivos que se ha fijado puede anticipadamente calificarse de hist¨®rico. Est¨¢ en juego el deseo de los argelinos a una vida m¨¢s desahogada, privilegiar a las inversiones para el consumo y la garant¨ªa de una mayor libertad de expresi¨®n. En suma, una vasta reflexi¨®n sobre la l¨ªnea pol¨ªtica y econ¨®mica seguida por el FLN desde la independencia de Argelia hasta el presente: la consagraci¨®n de la iniciativa privada, despu¨¦s de los a?os de escaseces que caracterizaron a la era Bumedian; la rectivaci¨®n de una agricultura pr¨¢cticamente sacrificada a la industrializaci¨®n; la construcci¨®n de viviendas, y la democratizaci¨®n real de la vida son los temas centrales de este congreso.El Mediterr¨¢neo ha sido a todo lo largo de su historia el veh¨ªculo de civilizaciones, al Norte y al Sur, extraordinariamente interactivas. No se puede dejar de asociar a los cambios que ahora se buscan en el Sur con los ya ocurridos en Grecia, Francia, Espa?a y, m¨¢s recientemente, Turqu¨ªa.
Argelia, Marruecos y Tunicia inician as¨ª nuevos experimentos de democracia controlada. De los tres es Marruecos el que de manera m¨¢s duradera ha mantenido esa apariencia de democracia estilo occidental. Existen, es cierto, en Marruecos numerosos partidos, pol¨ªticos y 40 publicaciones peri¨®dicas; entre ellas, una comunista y otra marxista radical. La democratizaci¨®n que el rey promete para despu¨¦s de las elecciones de febrero es el segundo intento desde 1977. Los l¨ªmites de esa evoluci¨®n son muy claros: el rey necesita la cauci¨®n de la oposici¨®n socialista para hacer frente a la inevitable explosi¨®n de una poblaci¨®n literalmente aplastada a impuestos, salarios m¨ªseros y con un desempleo que alcanza a m¨¢s del 50% de la fuerza de trabajo. Los socialistas marroqu¨ªes han aceptado participar en el Gobierno para sobrevivir y, como todos los otros partidos, s¨®lo aspiran a que en las pr¨®ximas elecciones el rey les permita lograr una representaci¨®n parlamentaria a la medida de la necesidad que el monarca tiene de ellos.
En Tunicia, el advenimiento del multipartidismo ha estado precedido por el reforzamiento del poder personal del primer ministro, Mohamed Mzali, tanto por su designaci¨®n como sucesor del presidente Burguiba como por la eliminaci¨®n de sus opositores del poder. Las dificultades econ¨®micas tambi¨¦n parecen aconsejar una liberalizaci¨®n que permita aminorar tensiones sociales, que, de todas formas, tendr¨¢n que pasar la prueba, el pr¨®ximo mes de enero, del ataque frontal por el Gobierno contra el verdadero s¨ªmbolo de la estabilidad interior tunecina: el precio del pan, que ning¨²n Gobierno se atrevi¨® hasta ahora a incrementar desde 1970, pero cuyo aumento ha sido decidido por el actual Gabinete.
En Argelia, el presidente Chadli Benyedid tiene a¨²n que vencer la oposici¨®n de los puristas de la revoluci¨®n, que tienen, no obstante, a su peor enemigo en las aspiraciones de cambio del ciudadano argelino. El monopolio del poder por el FLN no est¨¢ en juego, pero nadie duda que las transformaciones econ¨®micas condicionar¨¢n las democr¨¢ticas.
A pesar de esas limitaciones, el cambio en el Mediterr¨¢neo del sur es un fen¨®meno real, y es del inter¨¦s de los pa¨ªses vecinos no permanecer ajenos a ese cambio. Cualquier evoluci¨®n democr¨¢tica, por limitada que sea, en estos pa¨ªses conduce a una consolidaci¨®n de la estabilidad pol¨ªtica del ¨¢rea, y afecta al futuro espa?ol -notablemente en el caso de Marruecos- con incidencia cierta. El Magreb se abre hoy a una nueva esperanza, y en esa esperanza Espa?a debe presentarse como una amiga fiel.
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