La identificaci¨®n de un cineasta en paro
Con voz calmada y baja, casi sin gestos, serio como una esfinge, luciendo como milagro una eventual sonrisa que los fot¨®grafos acribillaban con los rel¨¢mpagos de sus c¨¢maras, acarici¨¢ndose a veces, coqueto, su impecable pelo blanco, este hombre de 71 a?os, que ha sido uno de los m¨¢s famosos directores del cine europeo, lleva dos a?os en paro. La preocupaci¨®n que se le nota en el rostro puede no corresponder a tal situaci¨®n laboral, pero es obvio que algo de aquel Antonioni triunfador de La aventura, La noche, El eclipse, Desierto rojo o Blow up, ha dado paso a una profunda melancol¨ªa, a un cierto desencanto, que tampoco quiere ocultar.Cuando cuenta las peripecias sufridas por su ¨²ltimo gui¨®n, La chusma, que quiso realizar en Estados Unidos, alterna la vanidad con el humor negro. Por un lado declara que el gui¨®n fue considerado por las grandes compa?¨ªas como "el mejor que hab¨ªan le¨ªdo en muchos a?os", pero por otro se duele de las exigencias del Hollywood que quiere garantizarse la inversi¨®n: "no s¨®lo lo que cuesta el rodaje, sino tambi¨¦n un mill¨®n de d¨®lares m¨¢s para alg¨²n intermediario y cuatro o cinco millones, para la promoci¨®n. Me preguntan si garantizo un desembolso tan alto y yo les digo que no les aseguro nada". Dustin Hoffman le pidi¨® cinco millones de d¨®lares (750 millones de pesetas) por interpretar la pel¨ªcula, y Robert Duvall no le fue a la zaga: "Como ven, los problemas son id¨¦nticos en todas las cinematograf¨ªas: siempre mandan la distribuci¨®n y la exhibici¨®n, que no quieren arriesgar nada, mientas mi ¨²nica obsesi¨®n no es otra que la de hacer una buena pel¨ªcula".
Rechazo de la cultura europea
Dice que Hollywood no s¨®lo rechaza la cultura europea, sino la Cultura con may¨²sculas, pero es probable que en esa idea Antonioni se deje llevar por su propia experiencia, aquella de Zabriskie Point, en la que "no quise hacer una cr¨ªtica del sistema americano, como dijeron algunos, sino plasmar el impacto emocional que me produjo lo que vi". Hollywood (hay, de todas formas, diversos criterios en Hollywood) se preocupante todo por la rentabilidad de cuanto filma, sea o no culto y europeo. Antonioni, ahora, no les parece rentable.
El traductor -improvisado por el Instituto Italiano de Cultura de Madrid, donde se homenaje¨® al director con esta conferencia de prensa y la proyecci¨®n de Identificazione di una donna, su ¨²ltima pel¨ªcula, premiada en el festival de Cannes de 1982 con una menci¨®n especial que destacaba el conjunto de su filmograf¨ªa- se?alaba la importancia de las declaraciones del director, pero las traduc¨ªa s¨®lo "en pocas palabras", sin trasladar realmente lo que Antonioni contaba, esforz¨¢ndose m¨¢s por calificarle de maestro que por divulgar sus ideas. Sin micr¨®fonos y con el constante ruido de las pisadas de los rezagados o de los inquietos fot¨®grafos, hubo momentos de aut¨¦ntica incomunicaci¨®n.
"Antes, el ambiente de mis pel¨ªculas reflejaba el estado de ¨¢nimo de los personajes; ahora es un ambiente neutro, y ello crea una profunda diferencia estil¨ªstica. En Identificazione di una donna no hay ya incomunicaci¨®n ni alienaci¨®n, porque el hombre se ha adapta a todo. Es la sociedad la que produce la incomunicaci¨®n, y luego se contamina a nuestro interior. De todas formas, es un tema muy complejo para poder desarrollarlo aqu¨ª". Y sonr¨ªe ligeramente: "Yo nunca reflexiono cuando hago una pel¨ªcula, porque inmediatamente deber¨ªa hacer la cr¨ªtica de lo que he pensado". Por ser demasiado compleja, tambi¨¦n rechaz¨® una descripci¨®n detallada de la importancia del color en el cine, sobre el que ha trabajado con insistencia: "ahora se empieza a entender el sentido que tiene el color. El blanco y negro trabajaba por s¨ª mismo, mientras que el color forma parte de la po¨¦tica narrativa".
Fascinaci¨®n por el neorrealismo
Luis Garc¨ªa Berlanga, sentado a su lado, permanec¨ªa callado, expectante, mientras Javier Aguirre, en la sala, era el otro ¨²nico representante de la cinernatografia espa?ola hasta que lleg¨® Juan Antonio Bardem, a quien Berlanga reconoci¨® en el fondo de la sala: "?l y yo sabemos lo determinantes que fueron aquellas sesiones de cine italiano, que nos descubrieron al principio de los a?os cincuenta la fascinaci¨®n por el neorrealisrno".
Bardem, luego, fue a¨²n m¨¢s preciso: "Enseguida se dijo que yo plagiaba a Antonioni, que Muerte de un ciclista era un copia de Cronaca di un amore, pero no es cierto. Antonioni hac¨ªa un an¨¢lisis sociol¨®gico del tema, mientras mis preocupaciones eran de tipo pol¨ªtico. Si hubiera parecido entre ambas, mi pel¨ªcula ser¨ªa excelsa".
La sala, a rebosar, fue para Bardem una prueba de que el cine de Antonioni es comercial "digan lo que digan los mercachifles del cine". "?l se ha definido como mercenario del cine", continu¨®, "y yo tambi¨¦n soy un asalariado. Debemos, pues, unir todas nuestras fuerzas, que no son pocas, para defendemos del imperio que siempre contraataca". Antonioni ya lo hab¨ªa dicho: "Ustedes, los espectadores, tambi¨¦n son culpables del ¨¦xito del cine norteamericano".
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