Armamentismo y desarme / 1
El hombre, hoy, tiene la capacidad de destruir el planeta, y de ah¨ª la crisis del militarismo en nuestro tiempo; crisis que, parad¨®jicamente, coincide con una militarizaci¨®n de la misma, a otros niveles, configurando una situaci¨®n sin salida aparente. El autor de este trabajo defiende la necesidad de iniciar un proceso de desarme desde dentro, desde el espacio en que es posible adoptar decisiones pol¨ªticas.
Aunque a primera vista pueda parecer una contradicci¨®n, nos encontramos ante una situaci¨®n internacional en la que se observa una militarizaci¨®n de la crisis pol¨ªtica y econ¨®mica y, paralelamente, una crisis del mismo fen¨®meno del militarismo.
En realidad, lo que parece ocurrir es una superposici¨®n de varios fen¨®menos que, a largo plazo, son incompatibles. Por una parte, la militarizaci¨®n de la sociedad econ¨®mica y diplom¨¢tica es un hecho indiscutible a nivel internacional.
De manera especial, en los ¨²ltimos 15 a?os el rearme, el perfeccionamiento tecnol¨®gico de los armamentos, el incremento del comercio de armas hacia los pa¨ªses subdesarrollados y la creciente militarizaci¨®n de la naturaleza han creado unas condiciones de tensi¨®n que agravan enormemente los conflictos locales que se desarrollan o cuecen en el planeta.
Capacidad de destrucci¨®n
En la historia de la humanidad jam¨¢s se hab¨ªa dado una circunstancia como la presente, en la que el hombre, o mejor dicho, algunos de sus dirigentes, poseen la capacidad de destruir toda la vida del planeta, y no una vez, sino repetidamente, a causa del potencial destructivo de esta maquinaria b¨¦lica.
Y es ah¨ª precisamente donde reside el fundamento de la crisis del militarismo. Aunque se intenta, no es osible deslindar el discurso militar del discurso belicoso, de la guerra y de las capacidades actuales para llevarla a cabo. Surge de ah¨ª una situaci¨®n sin salida aparente, cual es que la guerra ha perdido por completo cualquier funci¨®n social. No es necesario, pues, entrar en la pol¨¦mica sobre la naturaleza de las guerras, ya que en estos momentos se ha entrado en un universo de destrucci¨®n organizada que convierte en inaceptable cualquier justificaci¨®n b¨¦lica.
La crisis del militarismo, pues, habr¨ªa que entenderla desde una doble perspectiva: la de su discurso, que deviene inadaptado a la realidad actual, y la de su estructura, que, por los niveles que ha alcanzado, no puede proporcionar m¨¢s que inseguridad y aumentar el riesgo.?sta es la paradoja del militarismo: se encuentra en crisis, en contradicci¨®n, sin salida, a causa del nivel destructivo que ha alcanzado.
Desde la segunda guerra mundial han ido apareciendo varios fen¨®menos que han agravado todav¨ªa m¨¢s estas contradicciones del militarismo. En primer lugar, la emergencia del Tercer Mundo y su enfrentamiento a las estructuras coloniales e imperialistas, que impiden el desarrollo humano, social, econ¨®mico y pol¨ªtico de la mayor parte de la humanidad, sin que los pueblos ricos y beneficiados del viejo orden se avengan a un cambio m¨¢s justo de la riqueza mundial.
Si nos hemos de referir a la crisis mundial, de lo que s¨ª podemos hablar en propiedad es de la absoluta y urgente necesidad de cambiar un buen pu?ado de h¨¢bitos y esquemas mentales de las sociedades ricas y, lamentablemente, de la ceguera y la incapacidad de estas mismas sociedades en asumir responsabilidades de repercusi¨®n planetaria. En cualquier caso, el desarrollo de las reivindicaciones, aspiraciones y manipulaciones del Tercer Mundo han transformado considerablemente la escena internacional, y la cambiar¨¢ m¨¢s en el futuro, sin que se hayan encontrado los medios que regulen satisfactoriamente, para todas las partes, los litigios que se van presentando. La ca¨ªda de algunos pa¨ªses-gendarme y la aparici¨®n de nuevas potencias regionales no son m¨¢s que muestras de estos cambios geopol¨ªticos.
Estos y otros fen¨®menos, que, como ya he indicado, act¨²an conjuntamente, han puesto de manifiesto las tendencias contradictorias de las relaciones internacionales: por un lado, un reforzamiento del bipolarismo, que se expresa por la v¨ªa militar en las dos grandes potencias, y, al mismo tiempo, un desarrollo de la multipolarizaci¨®n, expresada fundamentalmente en las relaciones econ¨®micas internacionales. Estas contradicciones han socavado profundamente el orden establecido despu¨¦s de la segunda guerra mundial, sin que se hayan creado mecanismos de control que garanticen una estabilidad mundial.
En un plano estrictamente estrat¨¦gico, la crisis se, manifiesta en la resurgencia de posturas y pensamientos antiguos, aunque arropados en un nuevo lenguaje, lo que agrava la ya considerable incertidumbre conceptual. En este sentido, se nota un predominio de los aspectos de car¨¢cter operacional por encima de las cuestiones pol¨ªticas, o lo que es lo mismo, el control de los procesos armados, de la guerra, deviene cada vez m¨¢s dificil por la devaluaci¨®n de los conceptos morales, filos¨®ficos y humanos que deber¨ªan incorporar los discursos estrat¨¦gicos. El discurso del militarismo ha tenido que prescindir de sus consecuencias para perdurar, lo que, tarde o temprano, hab¨ªa de aumentar sus contradicciones.
El desaf¨ªo que se presenta es importante, en primer lugar, para los profesionales militares, quienes, sin lugar a dudas, deber¨¢n tener el protagonismo del proceso cr¨ªtico que, necesariamente, deber¨¢n iniciar, sea por reflexi¨®n o por imperativo de los hechos y de la presi¨®n popular. Este momento, sin embargo, no se vislumbra como inmediato, aunque recientes manifestaciones de pacifismo y de rechazo a la estrategia nuclear puedan acelerar el debate y la confrontaci¨®n dial¨¦ctica.
La mentalidad militar
Este desaf¨ªo se encuentra con el dif¨ªcil obst¨¢culo de la naturaleza y el car¨¢cter aut¨ªstico de la mentalidad militar, muy acostumbrada a alimentar con sus propios esquemas el desarrollo del discurso estrat¨¦gico, y marginando el discurso y los razonamientos contrarios a la tradici¨®n militar.
Este desarrollo del militarismo, y de sus contradicciones ha sido particularmente importante en la d¨¦cada de los setenta, es decir, en plena crisis econ¨®mica de los pa¨ªses ricos. Durante este per¨ªodo de tiempo se han agudizado las tendencias econ¨®micas y geopol¨ªticas que se?al¨¢bamos anteriormente, y se han evidenciado con claridad los defectos y la impotencia resolutiva de los pa¨ªses que han estado gobernando y planificando el mundo. Un mundo estructurado en unos centros y unas periferias cuya elasticidad se ha alargado en la pasada d¨¦cada, creando grandes tensiones en la pir¨¢mide del poder internacional.
La militarizaci¨®n de la crisis se ha manifestado desde diversos ¨¢ngulos, con mayor o menor fortuna, pero siempre siguiendo los patrones cl¨¢sicos del intervencionismo y la fuerza. Lo novedoso es que, por la misma din¨¢mica del militarismo seguida en las d¨¦cadas anteriores, la continuaci¨®n de este modelo de militarizaci¨®n global aumenta las contradicciones del mismo centro y se?ala las fisuras de este modelo.
El intento de formar un nuevo sistema de control internacional a trav¨¦s de las nuevas tecnolog¨ªas se muestra tambi¨¦n peligroso desde el momento en que estas tecnolog¨ªas est¨¢n tremendamente relacionadas con el complejo militar-industrial, con lo que se vitaliza esta importante pieza de la maquinaria b¨¦lica.
El militarismo y la din¨¢mica de la carrera de armamentos se encuentran, pues, en un callej¨®n sin salida o en todo caso, con una salida terriblemente explosiva. Y como no parece posible un acuerdo internacional lo suficientemente extenso como para que se rompa la desconfianza y el recelo caracter¨ªstico de las relaciones internacionales, dada la peligrosa situaci¨®n actual, no parece existir m¨¢s alternativa, desde mi punto de vista, que la de lanzarse al riesgo de la iniciativa unilateral, la de predicar con ejemplos.
Los procesos que configuran el militarismo, el rearme y el belicismo son conocidos. La mejor estrategia para no desarrollarlos es, sencillamente, dejarlos de alimentar e iniciar un proceso de desarme desde dentro, es decir, desde el espacio en que es posible la toma de decisiones pol¨ªticas.
Vicen? Fisas Armengol, es experto en cuestiones de carrera de armamentos; es autor, entre otras obras, de Crisis del militarismo y militarizaci¨®n de la crisis.
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