Cadaver presunto, acr¨®bata ca¨ªdo
Pocas veces un presunto cad¨¢ver pol¨ªtico pod¨ªa aspirar a tantos pretendientes como el del l¨ªder de la OLP, Yasir Arafat. De la ceca a La Meca, pasando por Animan y Washington, la pregunta es: ?cu¨¢nta vida alienta todav¨ªa en los restos correosamente inmortales del jefe guerrillero? Y si su capacidad de encantamiento perdura m¨¢s all¨¢ de la muerte, ?c¨®mo ser¨¢ posible instrumentalizar su sombra para imponer alg¨²n tipo de paz a Oriente Pr¨®ximo?La primera retirada de Arafat de la plaza escasamente fuerte de Beirut fue una grave derrota militar, que pudo transformarse en un h¨¢bil repliegue pol¨ªtico negando a Israel la destrucci¨®n final de la guerrilla. La segunda retirada de la ciudad libanesa de Tr¨ªpoli ya no hay quien la enmascare, por muchos dedos atezados que aspen entre el trueno de la guerra la uve de victoria. Y, sin embargo, ni EEUU ni el rey jordano o el se?or saud¨ª desean que Arafat desaparezca irremisiblemente de la escena. S¨®lo hay una excepci¨®n en ese concierto en torno a los despojos alimentados por v¨ªa intravenosa, Israel, que quisiera incinerar el cad¨¢ver para que el estado de beligerancia m¨¢s o menos a su gusto no fuera a cambiarse un d¨ªa por la paz a gusto del ¨¢rabe vecino.
?Puede servir para algo el cad¨¢ver de Arafat?
De la misma forma que Siria liquida a la OLP como un factor incontrolable en la ecuaci¨®n de Oriente Pr¨®ximo, Washington, por intermedio de jordanos y saud¨ªes, puede querer a un Arafat utilizable que sirva para vender barato una nueva f¨®rmula de paz al pueblo palestino.
Ese mismo pueblo que se radicaliza fuera de su tierra, que adopta el uniforme guerrillero entorchado de retiradas sin futuro, adopta otra denominaci¨®n de origen all¨ª donde sufre en su carne la jactancia del ocupante hebreo. En la CisJordania todav¨ªa el palestino es mayor¨ªa, y all¨ª es tambi¨¦n donde, a salvo de unos brotes de vichysmo que toda la habilidad jud¨ªa no ha conseguido concretrar en movimiento, retiene su prieta bander¨ªa el l¨ªder acechado. El campesino cisjordano no confila en la fuerza de un combate puramente militar y apoya, en cambio, la v¨ªa mal definida, pero al cabo encaminada hacia la paz, del jefe guerrillero.
?Cu¨¢nto vale un Arafat cautivo? Su radicalizaci¨®n en el exilio lo condena a total inoperancia en la medida en que la posici¨®n m¨¢s dura est¨¢ hoy muy s¨®lidamente ocupada por sus enemigos de Damasco, por no condenar en su momento el plan de Reagan para Oriente Pr¨®ximo. La moderaci¨®n obligada lo arroja en brazos de Arabia y de Jordania. Es la ¨²ltima prueba para el gran fun¨¢mbulo. Comerciar con un nombre resignadamente a la baja, a la espera de mejores tiempo, o abnegadamente contemplar c¨®mo devoran los gusanos lo que muchos ven hoy como el presunto cad¨¢ver de un acr¨®bata ca¨ªdo.
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