Una escenificaci¨®n ?o?a y una interpretaci¨®n aceptable
Werther, este personaje de Goethe, arquetipo del s¨ªndrome rom¨¢ntico y obseso de su enfermiza melancol¨ªa, constitu¨ªa una creaci¨®n ideal para encandilar al p¨²blico de Massenet, aquella audiencia burguesa que se emocionaba con la evocaci¨®n de n?tre petite table, la c¨¦lebre melod¨ªa de Manon, y que encontr¨® en las arias y d¨²os de Werther la precisa horma de su acomodo sentimental.Se ha dicho que Massenet, en esta obra, "reduce el mundo de Goethe a un universo de t¨¦ con porcelana y peque?as golosinas", y aunque el dictamen es cierto, pues la ¨®pera est¨¢ lejos de alcanzar la tensi¨®n espiritual de la novela, no es menos verdad que desde el punto de vista musical, y en especial en la orquesta, figuran pasajes de gran sutilidad colorista y de indudable valor e inter¨¦s, cosa que no siempre ocurre por el lado esc¨¦nico, en cuya acci¨®n la banalidad tiene importante participaci¨®n.
Werther, de Massenet
Con John Sandor, Fiorenza Cossotto, Maria ?ngeles Peters, Enric Serra, Ivo Vinco, Josep Ruiz, Vicen? Esteve. Direcci¨®n de orquesta: Maximiano Vald¨¦s. Direcci¨®n esc¨¦nica: Giuseppe de Tomasi. Nuevos decorados de Feruccio Villagrossi. Vestuario: Arrigo (Mil¨¢n). Coro de ni?os de la Escuela P¨ªa Balmes, dirigido por Antoni Coll. Orquesta Sinf¨®nica y Coros del Gran teatro del Liceo. Gran Teatro del Liceo, 21 de diciembre de 1983.
El texto de la ¨®pera, debido a un tr¨ªo de libretistas (E. Blau, P. Milliet y G. Harmann), no es precisamente un modelo de ingenio teatral, y esta deficiencia se ha visto agravada en la reciente representaci¨®n con un montaje y una direcci¨®n de escena ?o?a y sin imaginaci¨®n, debida a Giuseppe de Tomasi, en la que los figurantes, especialmente los de segundo y tercer rango, se limitaban a estar en la escena, sin pr¨¢cticamente participar en ella.
?pera de tenor
Inseguridad en la entonaci¨®n de los primeros compases de la intervenci¨®n del tenor John Sandor (Werther) y un timbre vocal un tanto quebrado hicieron temer por el ¨¦xito de la representaci¨®n de esta ¨®pera, calificada precisamente por la afici¨®n como ¨®pera de tenor.La verdad es que a medida que avanz¨® la acci¨®n las facultades de John Sandor fueron templ¨¢ndose hasta ofrecer una excelente versi¨®n de la c¨¦lebre aria Pourquoi me reveiller, ? souffle de printemps?, al dar una perfecta lectura vocal y expresiva del poema de Ossian, lectura que arranc¨® una espont¨¢nea salva de aplausos. Igual comentario merece su actuaci¨®n hasta el t¨¦rmino de la obra.
El talento y la voz de la extraordinaria mezzosoprano Fiorenza Cossotto (Carlota) estuvieron algo apagados al comienzo de la obra; la voz fue adquiriendo gradualmente temple y calor, para brillar con toda su fuerza expresiva en los pasajes del tercer y cuarto acto (ofrecidos sin interrupci¨®n). Las facultades dram¨¢ticas y vocales de esta gran artista alcanzaron en su actuaci¨®n una alt¨ªsima cota de expresividad.
Muy correctas y de positiva calidad fueron las intervenciones de Enric Serra e Ivo Vinco (Albert y Alcalde, respectivamente), as¨ª como la de M? Angeles Peters (Sophie) y las de Josep Ruiz, Vicen? Esteve, Gervasio Ventura y Lucila D¨¢vila.
Comentario aparte merece la direcci¨®n musical: si el coro de ni?os que dirige Antonio Coll mostr¨® una evidente preparaci¨®n, tanto en su cometido vocal como en el esc¨¦nico, la direcci¨®n general, a las ¨®rdenes de Maximiano Vald¨¦s, al subrayar la riqueza arm¨®nica y t¨ªmbrica de la orquesta de Massenet (a la que no es ajeno el distante sonido del saxof¨®n), fue de gran calidad expositiva, al acentuar pertinentemente los lances de la acci¨®n. El p¨²blico calibr¨® debidamente el valor de la direcci¨®n de este maestro, que comparti¨® con los cantantes un entusiasta y cordial aplauso.
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