Joan Mir¨®
Aqu¨ª se instala, entre los astros oxidados, frente al aro de miel que esconde en su zumbido un p¨¢jaro desangrado en la noche, mito a mito.La estrella azul ladraba al perro negro.
El perro amarillo ladraba a la luna roja.
Sube el viento por la escala sin t¨¦rmino, y arriba lo acechaba el ¨®palo transformado en Julieta, en acanto, en campana, en m¨¢s p¨¢jaro.
Sube el viento enrollado en las flautas.
El viento no sub¨ªa por la escala: soplaba sobre el tiempo, barr¨ªa el mundo, lo restitu¨ªa a su origen de papel blanco, de papel mudo, hostil, amigo.
Y por ¨¦l navegaba la ni?ez corsaria, rescatando sus f¨¢bulas.
Y as¨ª un d¨ªa y otro d¨ªa, un seno y otro seno, un azul y otro c¨ªrculo, y otro p¨¢jaro, y otra estrella, y un silencio.
El coraz¨®n, en su pez materno, regresaba confiado al punto cero, desde el que desplegar de nuevo las alas infinitas.
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