Un Frank Capra c¨®mico y c¨ªnico
Dos ancianos agentes de bolsa, los riqu¨ªsimos hermanos Duke, se entretienen apostando sobre cu¨¢les son las causas que conforman la personalidad del individuo. Uno, aparentemente m¨¢s ben¨¦volo, cree que con dinero y educaci¨®n se puede conseguir todo; el otro, m¨¢s amargo, todo lo reduce a una cuesti¨®n de gen¨¦tica. Para saber cu¨¢l de los dos tiene raz¨®n, deciden intercambiar los destinos de dos personajes: el de su gerente con el de un pordiosero negro que simula mutilaciones para conseguir limosnas.La historia es la de un doble caso de pigmalion¨ªsmo, ya que si el pedig¨¹e?o se transforma en un recalcitrante defensor de la propiedad, enamorado del lujo y la comodidad, el gerente aprende a robar, a vestir como un g¨¢nster de tercera fila, y acaba enamor¨¢ndose de una prostituta. La apuesta de los ancianos ser¨ªa un ¨¦xito si no fuera porque sus dos marionetas se enredan los hilos, descubriendo hasta qu¨¦ punto su vida depende de los caprichos de los dos millonarios. Eso les convertir¨¢ en aliados y les impulsar¨¢ a la venganza.
Entre pillos anda el juego
Director: John Landis. Int¨¦rpretes: Dan Aykroyd, Eddie Murphy, Ralph Bellamy, Don Ameche, Jamie Lee Curtis, Denhoim Elliot. Gui¨®n: Timothy Harris y Herschol Weingrod. M¨²sica: Elmer Bernstein. Local de estreno: Gran V¨ªa.
Entre pillos anda el juego es una excelente comedia, un tanto fr¨ªa y cerebral pero muy bien construida y organizada. John Landis, que es uno de los cineastas-estrella de Estados Unidos, con una reputaci¨®n ganada con pocos t¨ªtulos y ¨¦xitos relativos, demuestra un gran talento para el pastiche. Como sus compa?eros de generaci¨®n -los Lucas, Spielberg, De Palma- intenta recuperar la tradici¨®n cl¨¢sica del cine americano, buscando, m¨¢s que imitar un estilo, los criterios en que se fundaba. La utilizaci¨®n que hace de los insertos, la renuncia al zoom como subrayado, un renovado gusto por el decorado y un saber navegar entre varios g¨¦neros ayudan a Landis a llevar a buen puerto su f¨¢bula sobre el capitalismo.
Entre pillos anda el juego es una historia a lo Frank Capra, pero contada por un c¨ªnico. Incorpora gags de los hermanos Marx, pero tambi¨¦n juega con las complicadas persecuciones del cine mudo, logrando a menudo un buen ensamblaje de los distintos elementos, como el momento en que Dan Aykroyd, vestido de Papa Noel, descubre la relaci¨®n de causa-efecto que hay entre su esgrimir una pistola y el arrodillarse de centenares de personas. Hacia el final, durante un viaje en tren, Hitchcock y Hawks se dan la mano en u na cabina sacada de Con la muerte en los talones, mientras un gorila sustituye al tigre de La fiera de mi ni?a. Los modelos son buenos, la manera como se les utiliza, inteligente, pero siempre queda flotando la sensaci¨®n de un exceso de programaci¨®n, de c¨¢lculo.
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