Gui?arse a s¨ª mismo
La admiraci¨®n que siente Truffaut por algunos de los m¨¢s importantes autores del cine norteamericano, pero mas aun su pasi¨®n por los moldes cl¨¢sicos del sistema narrativo empleado en Hollywood, lleva jug¨¢ndole malas pasadas en sus ¨²ltimas pel¨ªculas. Porque, curiosamente, el mejor cine de Truffaut, el que le lanz¨® al estrellato cuando al principio de su. carrera contaba con frescura pasajes autobiogr¨¢ficos, poco coincide con las- reglas del industrializado cine de Hollywood, en el que cada autor filtraba sus objetivos personales por entre guiones f¨¦rreamente cerrados.Cada vez que Truffaut ha decidido hacer una pel¨ªcula a la manera de se ha encontrado con un resultado fr¨ªo, esquem¨¢tico, sin la posible espontaneidad del modelo. Esa man¨ªa por recuperar ahora las tradiciones del Hollywood de los a?os treinta o cuarenta, que no es exclusiva del director franc¨¦s, oculta en muchos cineastas un vac¨ªo creativo que puede ser alarmante. ?Qu¨¦ inter¨¦s tiene hacer ahora una pel¨ªcula convencional, de las que el g¨¦nero ha dado ya desde obras maestras a vulgaridades insoportables? ?Rendir un homenaje? ?A qui¨¦n, para qu¨¦? ?Sonre¨ªr ante una imitaci¨®n a la que la excelente fotograf¨ªa de Almendros en blanco y negro no puede aportar el glamour que en aquellos a?os era consustancial al cine?
Vivamente el domingo
Director. Fran?ois Truffaut. Gui¨®n: Trufaut, Suzanne Schiffman y Jean Aurel, seg¨²n una novela de Charles Williams. Fotograf¨ªa: N¨¦stor Almendros. M¨²sica: Georges Delemie. Int¨¦rpretes: Fanny Ardant, Jean Louis Trintignant, Philippe Laudenbach y Caroline Sihol. Francia, 1983.Comedia policiaca. Local de estreno: Rialto.
Vivamente el domingo (disparatado t¨ªtulo espa?ol que traduce de o¨ªdo y sin sentido Vivement dimanche, que m¨¢s ajustadamente significa ?Qu¨¦, llegue el domingo!) es una pel¨ªcilla bien realizada, con ese buen gusto por el encuadre, caracter¨ªstico de Truffaut; con un ritmo narrativo en el que no hay tiempos muertos ni torpezas repetitivas, pero que comienza a huir de la. memoria del espectador en cuanto ¨¦ste abandona la sala. Las peripecias de ese agente inmobiliario, sospechoso de dos cr¨ªmenes que no ha cometido, ayudado por su intr¨¦pida secretaria que averigua la identidad del asesino, tienen capacidad de entretenimiento, pero de ah¨ª a considerar que estamos ante un homenaje a Hitchcock media una larga distancia. Sin necesidad de ser un apasionado defensor del mago del suspense, salta a la vista que la malicia de Hitchcock para complicar historias simples o para divertirse con sorpresas es algo que Truffaut no domina tan claramente. Su admiraci¨®n es m¨¢s ingenua que sustancial. A Truffaut le gusta el cine como a un ni?o un bal¨®n: con candor.
Los elementos que formaban parte del cine policiaco cl¨¢sico correspond¨ªan a t¨¦rminos de la ¨¦poca. Ahora no s¨®lo se ha ampliado la libertad de expresi¨®n para que el cine acceda a temas tab¨² (otra pel¨ªcula francesa, El membrillo, ahora en cartel, as¨ª lo demuestra), sino que una sensibilidad distinta exige su reproducci¨®n en la pantalla. Cierto que Vivement dimanche contiene gui?os de humor, pero no s¨®lo de gui?os vive el cine ni deber¨ªa vivir un autor que tantas excelentes pel¨ªculas nos ha dado con anterioridad.
Babelia
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