El Gobierno argentino lleva hasta sus ¨²ltimas consecuencias los juicios por casos de represi¨®n
Ocho de los nueve integrantes de las tres primeras juntas militares que gobernaron la Rep¨²blica Argentina a partir del golpe de Estado de marzo de 1976 han sido formalmente encausados ante el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas como presuntos responsables de la desaparici¨®n de personas, privaci¨®n ileg¨ªtima de la libertad de los ciudadanos y aplicaci¨®n Sistem¨¢tica de tormentos a los detenidos.El jueves comparecieron ante la suprema corte marcial los tenientes generales Jorge Videla y Roberto Viola (ambos ex presidentes de la Rep¨²blica), el almirante Armando Lambruschini y el brigadier del Aire, Omar Graffigna; ayer lo hicieron el teniente general Leopoldo Galtieri (tambi¨¦n ex presidente), el almirante Jorge Anaya y los brigadieres orlando Agosti y Basilio Lami Dozo.
Individualmente fueron informados del decreto gubernamental que ordena su enjuiciamiento sin que la corte marcial abundara en otros tr¨¢mites.
Ninguno de los altos jefes militares encausados accedi¨® a hacer declaraciones a la Prensa y s¨®lo a la salida del brigadier Omar Graffigna se produjo un incidente mando una mujer de edad se acert¨® a su autom¨®vil y comenz¨® a reputarle a grandes voces de asesino, siendo a su vez duramente increpada por un funcionario. del alto tribunal militar.
El almirante Eduardo Emilio Massera permanece en prisi¨®n incondicional sin fianza, en el apostadero naval de El Tigre, acusado de entorpecer la labor de la justicia en la causa abierta por la desaparici¨®n del empresario Fernando Branca, marido de su amante.
Massera deber¨¢ obtener antes autorizaci¨®n de la justicia civil para comparecer f¨ªsicamente en el consejo Supremo de las Fuerzas Armadas y recibir la notificaci¨®n de su nuevo procesamiento.
Silencio expectante
No hay un solo comentario en los medios de comunicaci¨®n argentinos y podr¨ªa hablarse de estupor y hasta de incredulidad en una, sociedad regida a sangre y fuego por sus fuerzas armadas hasta hace escasas semanas.
El radicalismo argentino, fuertemente; influido por el krausismo espa?ol, tiene algunas caracter¨ªsticas singulares desde el punto de vista civil (acaba de suprimirse por decreto el, tratamiento de excelent¨ªsimo para el presidente y sus ministros, en el entendimiento de que son servidores' del pueblo y no pueden estar socialmente sobre ¨¦l) y exhibe una suerte de empecinamiento casi suicida en cumplir los compromisos adquiridos. Y de esta terquedad radical cabe esperar que, lentamente, la exigencia de responsabilidades a los milita res por sus atrocidades llegue hasta sus ¨²ltimas consecuencias.
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