El primer ordenador
El momento ha llegado. Es algo que se nota en la libido consumista con la misma fuerza que antes se sent¨ªan en la piel ideol¨®gica aquellas pulsiones de Freud, Marcuse y compa?¨ªa.Est¨¢n liquidados casi todos los plazos de la aventura ex¨®tica de la segunda residencia. Ella es una veterana de la tercera generaci¨®n del aerobic. El var¨®n domado ya tiene su turbo y fantasea a 140 por hora con la posibilidad de una nueva amiguita. Los herederos se sienten posmodernos al anochecer y coleccionan videomusicales en el magnetoscopio familiar. En el armario del cuarto de ba?o, a pesar de la ley seca, nunca faltan existencias de valium y optalidones ilegales. Y por las rutas hogare?as coexisten pac¨ªficamente dos televisores, tres veh¨ªculos de motor, cuatro tarjetas de cr¨¦dito, cinco dietas bajas en calor¨ªas, seis o m¨¢s transistores, 7.000 palabras de vocabulario activo reducidas a ocho gru?idos protocolarios y alrededor de 1.000 libros de divulgaci¨®n a cuatricrom¨ªa.
Es el preciso momento del primer ordenador personal. La gran decisi¨®n de introducir en !a familia un mero de ocho bits logr¨® un apote¨®sico consenso que no se recordaba desde lo del pisso-chal¨¦. Pero si la decisi¨®n est¨¢ echada, la elecci¨®n es otro cantar. No es tan sencillo como cuando el frigor¨ªfico, el coche, el lavaplatos, el palcolor, el est¨¦reo y el v¨ªdeo. Ahora es la confusi¨®n de los lenguajes artificiales, el Babel electr¨®nico, un peliagudo conflicto de memorias vivas v muertas, softs y hards, K-bytes siglas coloniales, teclados sin e?e, compatibilidades remotas, promesas confusas, publicidades profusas.
Despu¨¦s de agrias y violentas discusiones, se restablece la paz hogare?a y surge en el cuarto de estar el primer microprocesador de la casa. Ahora s¨®lo falta saber c¨®mo diablos funciona y para qu¨¦ rayos sirve tanto octeto, aparte de masacrar marcianos.
Pero mientras se desentra?a el misterio de los bits, no prevalecer¨¢n las fuerzas disgregadoras de la LODE, el divorcio, el aborto y la boda civil de Carolina. Lo dice un c¨¦lebre refr¨¢n de la tercera oia: la familia que informatiza unida, permanece unida mientras aprende el Basie.
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