Tierra de son y ron, aunque la vida est¨¦ muy dif¨ªcil
Para R. G. no es causa de insomnio el tema de los detenidos pol¨ªticos ("la revoluci¨®n tiene que defenderse") ni el de la ausencia de libertades ("la construcci¨®n del socialismo exige sacrificios"). No tiene la menor duda de que la inmensa mayor¨ªa de los cubanos est¨¢ b¨¢sicamente de acuerdo con el r¨¦gimen: "Los burgueses se fueron, aqu¨ª queda el pueblo campesino y obrero, que antes no ten¨ªa qu¨¦ comer y ahora tiene casa, alimento, escuela y m¨¦dicos".Los 250 presos hist¨®ricos que, seg¨²n Amnist¨ªa Internacional, cumplen prisi¨®n desde hace m¨¢s de 15 a?os son simplemente."enemigos de la revoluci¨®n". Los antisociales que son detenidos cada semana, en un goteo permanente, son para ¨¦l malhechores y gentes que no respetan las leyes.
En lo pol¨ªtico opina que el ¨²nico problema serio es la amenaza de Estados Unidos. "Sin ella la revoluci¨®n podr¨ªa ser m¨¢s benevolente con la disidencia". En lo econ¨®mico acepta que hubo una ¨¦poca de desajustes debidos a la burocratizaci¨®n. "Pero desde que entramos al CAME se planifica mejor, se estudian los costos, se fomenta la productividad y se aplican las leyes de la econom¨ªa". Su compadre Ramiro, responsable econ¨®mico (gerente) de una empresa, dice que en los a?os sesenta el objetivo era producir a cualquier precio, aunque saliera m¨¢s caro que importarlo de la URSS. "Eso ha cambiado".
Miembros ambos del partido, integrados en las milicias y en los Comit¨¦s de Defensa de la Revoluci¨®n (CDR), creen que la militancia pol¨ªtica no est¨¢ re?ida con la pachanga. La semana pasada se echaron al cuerpo una raci¨®n importante de cerveza y ron para festejar, un d¨ªa s¨ª y otro tambi¨¦n, la liberaci¨®n de Matanzas, de Santa Clara, de su pueblo, de su mujer, el a?o nuevo y, finalmente, los 25 a?os de la revoluci¨®n.
Sangre caliente
Muchas cosas cambiaron en Cuba con el socialismo, pero el amor a la juerga sigue intacto. Tierra de son y ron, de gentes de sangre caliente, los albergues (hoteles de citas) que rodean la ciudad de La Habana hicieron el a?o pasado una caja de 12 millones de pesos (unos 2.000 millones de pesetas), cumpliendo con creces los planes trazados.
El problema de la vivienda, real a pesar de que la mitad de las casas del pa¨ªs se hayan construido en los ¨²ltimos cinco lustros, alimenta este negocio que, naturalmente, pertenece al Estado y que algunos funcionarios de perfil calvinista pensaron cerrar en tiempos ya lejanos. Aparte de los albergues, el inmenso parque Lenin es escenario cada fin de semana de la prodigalidad con que los cubanos practican el amor.
Algunos, cr¨ªticos, opinan que la aburrida televisi¨®n oficial, la doctrinaria oferta de los cines y, en general, el tard¨ªo y escaso desarrollo de la industria del ocio han contribuido a alimentar una afici¨®n que, por lo dem¨¢s, debe de estar registrada con especial fuerza en el c¨®digo gen¨¦tico cubano.
La revoluci¨®n exige mucho y casi a diario. El 90% de la poblaci¨®n pertenece a los CDR, organizaci¨®n original cubana, copiada luego en Nicaragua, que naci¨® el 28 de septiembre de 1960 con la misi¨®n harto cumplida de ser "ojos y o¨ªdos de la revoluci¨®n". La pertenencia a los CDR no significa por fuerza entusiasmo revolucionario; es simplemente conveniente.
Los CDR, que en su estrato b¨¢sico se constituyen a nivel de bloque de viviendas , son la verdadera polic¨ªa del pa¨ªs. Han desarrollado funciones importantes en las campa?as de vacunaci¨®n masiva, que han extirpado azotes tales como la poliomielitis, la viruela, el paludismo y otras enfermedades infecciosas. Tambi¨¦n contribuyen a la limpieza de las calles y a la lucha contra la delincuencia com¨²n, pero su misi¨®n prioritaria sigue siendo la de vigilar qu¨¦ hace cada vecino. Una vez por semana cada cederista, dotado de silbato y porra, ejerce de sereno. Las mujeres, en el primer tumo; los hombres, en el segundo. Los m¨¢s adictos recorren la calle y vigilan las entradas y salidas.
El segundo escal¨®n de obligaciones conduce al Ej¨¦rcito. El servicio militar obligatorio es de tres a?os, para pasar luego a una reserva que se entrena peri¨®dicamente. Por ¨²ltimo est¨¢n las milicias, creadas el 26 de octubre de 1959. En julio del pasado a?o se complet¨® la formaci¨®n de medio mill¨®n de milicianos, y en la actualidad se est¨¢ entrenando el segundo medio mill¨®n. Esto ha llevado al ministro de las Fuerzas Armadas, Ra¨²l Castro, a manifestar que Cuba podr¨ªa poner en pie de guerra a 1,5 millones de combatientes si se produjera una invasi¨®n. Fidel Castro ha fijado en 5,5 millones de hombres el potencial combativo del pa¨ªs. Cada cubano mayor de 15 a?os conoce perfectamente su misi¨®n en caso de guerra. Para los que vivieron la revoluci¨®n, estos sacrificios constituyen una contribuci¨®n necesaria. Son las nuevas generaciones (un tercio de la poblaci¨®n), que no conocieron la situaci¨®n anterior, las que se quejan m¨¢s por la permanente gimnasia ideol¨®gica que exige el sistema.
Un m¨²sico que hace rock cubano se lamenta de la falta de equipos y echa de menos los discos que escucha cada d¨ªa en las emisoras norteamericanas. Un pintor joven tiene que reinventar las mezclas, como en el siglo XV. Un aprendiz de escritor, que ya ha le¨ªdo todo el plomizo realismo socialista, encarga novelas a los amigos.
Los objetivos del comit¨¦ central
Un escritor importante, nada sospechoso de desafecto, opina que el cr¨ªtico habitual de televisi¨®n es el mejor propagandista de la cinematograf¨ªa norteamericana. "En sus comentarios lanza furiosas cr¨ªticas contra pel¨ªculas de Hollywood que luego resultan ser maravillosas, mientras que abre el grifo de los elogios para algunas de las producciones m¨¢s pesadas que nos llegan de la URSS. Un quinta-columnista no lo har¨ªa mejor".
El diario Granma, de obligada lectura, aplicar¨¢ sin vacilaciones durante el pr¨®ximo a?o los objetivos fijados en el ¨²ltimo pleno del Comit¨¦ Central: perfeccionar el estilo leninista, fortalecer la lucha contra las reminiscencias burguesas, profundizar el estudio del marxismo-leninismo ante la perspectiva de que en 1984 van a agudizarse las campa?as anticomunistas y anticubanas de Wahington, elevar la preparaci¨®n pol¨ªtica de la clase obrera y de todo el pueblo, aumentar la informaci¨®n sobre la construcci¨®n socialista en Cuba y orientar sobre la actitud que debe adoptarse en cada caso.
En este bosque de consignas, un amigo cubano, que ocupa la fila de los ap¨¢ticos, ha optado por refugiarse en el mojito (bebida popular a base de ron) de La Bodeguita del Medio, alguna andanza por los albergues y una que otra visita al cabar¨¦ Tropicana. Su espect¨¢culo, a mitad de camino entre una revista zarzuelera del mejor estilo y el esplendor de Las Vegas a?os cincuenta, todo regado con salsa afrocubana, es una bocanada de aire fresco, aunque algo pasado de moda, despu¨¦s de las colas, los apretones de los autobuses, las largas esperas para un taxi, la carne de cerdo a 1.500 pesetas el kilo y la cabeza de ajo a 200, la vigilia noctura de los CDR, las amenazas de guerra, el entrenamiento militar, el bloqueo y el fervor revolucionario siempre a punto.
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