La ley de Libertad Sindical
Sorprende -por lo dem¨¢s- que s¨®lo se norme la vida de las organizaciones sindicales y no -la de los empresarios. Se quiera o no se quiera, el fondo del problema expresa una enorme, como injustificada, desconfianza por parte del Gobierno a los sindicatos. Porque si ello no fuera as¨ª, ?por qu¨¦ una ley sindical?.Conviene recordar que ning¨²n pa¨ªs cercano a nosotros, cultural y geogr¨¢ficamente, tiene ley sindical alguna. M¨¢s a¨²n, todos recordamos la oposici¨®n de las Trade Unions, en 1972, a la ley sindical que mister Heath quiso hacer aprobar al Parlamento ingl¨¦s y la posterior movilizaci¨®n laboral que provoc¨® la ca¨ªda del premier brit¨¢nico. Hist¨®ricamente est¨¢ demostrado que es la derecha quien est¨¢ interesada en normar jur¨ªdicamente la vida sindical. Esta es una de las obsesiones de la se?ora Tatcher, por ejemplo. En otro orden de cosas jam¨¢s la componente socialista de la CGIL o los sindicalistas (mayoritariamente socialistas) de la UIL han reivindicado una ley sindical para Italia. A tenor de estos datos la cultura sindical del PSOE es un tanto ins¨®lita. Es normal que aparezca el interrogante del por qu¨¦ de esta ley. Pero si ins¨®lito es que el PSOE exprese la necesidad de regular la vida de los sindicatos m¨¢s raro es que la UGT exija que se ponga en funcionamiento ese cors¨¦ legal.
Un sindicalismo d¨¦bil
No es aventurado hablar de un hilo conductor entre las necesidades del Gobierno PSOE y las de la propia UGT. De un lado parece que el Gobierno necesite un colch¨®n para poner en marcha su pol¨ªtica industrial y econ¨®mica en general; que el Gobierno necesite tal colch¨®n es normal y l¨®gico. Pero no es ni normal, ni coherente que un sindicato se preste a ello y no preserve en la pr¨¢ctica su independencia de criterio y actuaci¨®n. Vayamos por partes: es un dato que el sindicalismo espa?ol es d¨¦bil en influencia de masas, que arrastra dificultades mil en los centros de trabajo, que tiene enormes problemas de autofinanciaci¨®n.
La soluci¨®n burocr¨¢tica de una parte del sindicalismo, la UGT, es que esas dificultades no se remonten por la v¨ªa de la relaci¨®n con1os trabajadores, sino mediante el decretazo. Que la acci¨®n sindical no avanza en la empresa, pues por ley que se reconozcan las secciones sindicales en detrimento de los comit¨¦s; que el sindicato tiene problemas, pues que se establezca el canon de convenio; que hay confusi¨®n (desde luego alguien la manipula) en los resultados electorales sindicales, pues comp¨²tese solamente un tiempo de tres meses...
Modelo sindical
Estamos en un momento en que un sindicato en vez de corregir el punto de mira, en vez de establecer otro tipo de pr¨¢ctica recurre el asistencialismo de la Administraci¨®n para resolver sus problemas. ?Quiere decirse que estoy en contra del fortalecimiento org¨¢nico de los sindicatos?. De ninguna manera, lo que digo es que ese fortalecimiento o es obra del mismo sindicalismo, o ser¨¢ algo ficticio, pasajero y, a la postre, in¨²til. En este pa¨ªs hay demasiada beneficencia asistencial: es curioso que las empresas p¨²blicas paguen la cuota a la CEOE y, seg¨²n se dice, esta organizaci¨®n cuenta con el 30% de sus cuotas v¨ªa empresas p¨²blicas.
?Qu¨¦ pr¨¢ctica, qu¨¦ modelo es el que los trabajadores espa?oles nos hemos dado en el terreno sindical?. Arrancar desde los centros de trabajo, aglutinando al conjunto de los asalariados, representados unitariamente en los comit¨¦s de empresa. Por esta v¨ªa el conjunto de los asalariados se pone globalmente en movimiento y en la acci¨®n no se discrimina la participaci¨®n de afiliados y no afiliados a sindicato alguno, porque la unidad de la clase es lo primordial. No es, por lo tanto, un conflicto entre secciones sindicales y comit¨¦s de empresa, que yo rechazo de plano. Los comit¨¦s molestan. Yo comprendo que puedan molestar a los empresarios, pero no entiendo que incordien a determinado sindicato. Y como, sin duda, molestan se establece un mandato sindical a los delegados de cuatro a?os. La paradoja es evidente, porque se quiere que se vayan agotando por consunci¨®n, por desgaste. No es un buen procedimiento el hecho de que se compute la cuant¨ªa de delegados en un per¨ªodo solamente v¨¢lido de tres meses, como dice la Ley org¨¢nica de libertad sindical. El objetivo que se pretende es que la convocatoria electoral signifique una confrontaci¨®n de car¨¢cter pol¨ªtico y no de car¨¢cter social, que es lo que debe presidir las relaciones entre los sindicatos.
No hay duda de que lo que se pretende con esta ley (hecha a imagen y semejanza de modelos for¨¢neos) es burocratizar las pr¨¢cticas sindicales de este pa¨ªs, introduciendo experiencias que nada tienen que ver con la pr¨¢ctica real de los trabajadores espa?oles. El tema del canon es una buena prueba de ello. El canon de convenio es algo as¨ª como un impuesto sindical por el mero hecho de negociar los contratos colectivos. Se tratar¨ªa de que los no afiliados paguen un tanto por el hecho de que el sindicato les negocia determinados incrementos salariales. Para cubrir las espaldas de una posible inconstitucionalidad se legisla tal canon con car¨¢cter voluntario. Que paguen los que quieran. Pero, ?c¨®mo se hace eso?. Se entiende, dicen, que los que nada digan es que est¨¢n de acuerdo. Curiosa manera de interpretar las cosas. Lo l¨®gico es que los que quieran que se les descuenten los dineros que lo expresen as¨ª.
Con toda seguridad se quiere germanizar la vida sindical espa?ola. Lo l¨®gico es que se diga abiertamente; que se explique con naturalidad a los trabajadores. Y si estos as¨ª lo acuerdan no habr¨¢ m¨¢s remedio que aceptarlo. Pero las cosas van por otro sendero. La verdad es que los trabajadores espa?oles est¨¢n orgullosos de sus tradiciones, de sus pr¨¢cticas, del modelo sindical que, d¨ªa a d¨ªa, van conformando. Por eso el decretazo es el camino que adoptan los que quieren ir por otra senda. Mal camino el elegido. Y mal camino es el elegido porque, incluso, con las medidas del decretazo, de la ley org¨¢nica de libertad sindical, no se fortalecer¨¢ la UGT si ella se introduce en la pendiente de los planes de reestructuraci¨®n y desintegraci¨®n del mercado de trabajo, porque no habr¨¢ gente a quien sindicar.
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