El primer ministro tunecino prolonga al menos durante cuatro d¨ªas el estado de excepci¨®n y el toque de queda
Tunicia vivir¨¢ todav¨ªa, como m¨ªnimo, cuatro d¨ªas m¨¢s bajo el estado de excepci¨®n y el toque de queda, como sugiere una disposici¨®n del primer ministro, Mohamed Mzali, que establece horarios especiales para el comercio, la Administraci¨®n y las empresas privadas hasta el pr¨®ximo jueves, incluido este d¨ªa. El Gobierno tunecino no desea, evidentemente, correr ning¨²n riesgo, e incluso los actos deportivos de ayer domingo fueron suspendidos. Esto, sin embargo, se comprende dada la facilidad con que el deporte es utilizado como pretexto para desahogos violentos posteriores.
Los edificios p¨²blicos, el palacio de Cartago (residencia del presidente Burguiba), la oficina del primer ministro, el edificio de la radiotelevisi¨®n, el banco del Estado y otros centros neur¨¢lgicos contin¨²an fuertemente custodiados, mientras la normalidad vigilada se instala, poco a poco en todo el pa¨ªs.La cuesti¨®n que se plantea ahora en Tunicia, no obstante, es mucho m¨¢s profunda. La oposici¨®n de los socialistas dem¨®cratas de Ahmed Mestiri, que celebraron su primer congreso legal el mes de diciembre pasado, reclamaba ayer, a trav¨¦s de su semanario, Al Mostaqbal, que se delimiten las responsabilidades pertinentes por los graves sucesos ocurridos.
En algunos medios pol¨ªticos tunecinos se especula ya con el futuro inmediato, y las previsiones van desde la posibilidad de la formaci¨®n de un Gobierno de coalici¨®n nacional que d¨¦ entrada a nuevas caras, sacadas si es necesario de la oposici¨®n moderada, hasta la eventualidad de que el presidente Habib Burguiba pueda decidir la convocatoria de elecciones generales anticipadas, que en cualquier caso deber¨ªan tener lugar a fines del a?o pr¨®ximo.
Posibles elecciones anticipadas
La posibilidad de elecciones anticipadas ha sido tambi¨¦n sugerida por la oposici¨®n, sobre todo ahora que ha sido legalizada, y que debe comenzar en el pa¨ªs una nueva etapa de democratizaci¨®n y pluralismo, y teniendo en cuenta que considera que las elecciones de noviembre de 1981, que establecieron el panorama pol¨ªtico actual, fueron trucadas por el poder en beneficio del partido gobernante, entonces ¨²nico.Burguiba y su r¨¦gimen han apostado demasiado fuerte por Mohamed Mzali, a quien consideran capaz de navegar con ¨¦xito en el posburguibismo democr¨¢tico y pluralista que ya se inicia y, racionalmente considerado, no es de esperar que se produzcan cambios espectaculares en relaci¨®n con ¨¦l.
De todas maneras, la decisi¨®n del presidente Burguiba sobre la anulaci¨®n del alza del precio del pan, que objetivamente no s¨®lo desautoriz¨® al Gobierno que la hab¨ªa tomado, sino al Parlamento que la hab¨ªa aprobado, ha recordado a todos que el Combatiente Supremo sigue siendo un hombre imprevisible y capaz de actuar con absoluta autonom¨ªa y total autoridad. Sabido es tambi¨¦n que a Mzali no se le tiene mucho aprecio en un cierto entorno muy pr¨®ximo al viejo l¨ªder.
La pugna subyacente por el poder explica en parte la ca¨ªda del ministro del Interior, Dris Guiga, que no era precisamente un hombre del primer ministro. Mohamed Mzali le ha acusado de haber dejado que las fuerzas del orden permitiesen que los manifestantes le abucheasen y solicitaran su dimisi¨®n. Mzali apreci¨® mucho menos a¨²n que numerosos grupos de manifestantes se concentraran el s¨¢bado ante el Ministerio del Interior pidiendo la dimisi¨®n del primer ministro, mientras Driss Guiga y otros altos funcionarios les saludaban desde los balcones del ministerio. De todas maneras, y a pesar del retorno a la normalidad, la situaci¨®n parece ser a¨²n fluida y existe una cierta incertidumbre, ya que las causas que motivaron los disturbios no han sido eliminadas.
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